'Mujeres al borde de un ataque de nervios', treinta años después

'Mujeres al borde de un ataque de nervios', treinta años después

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Se mire como se mire, treinta años son muchos años. Los suficientes, hablando desde un punto de vista cinematográfico, para considerar que 'Mujeres al borde de un ataque de nervios', la séptima película en la filmografía de Pedro Almodóvar es una obra maestra. Todo encaja a la perfección en esa comedia que, como en casi todas las buenas comedias, aborda un tema de hondo calado: el sufrimiento, en este caso, de una mujer que ha sido abandonada por su pareja.

Todas las situaciones cómicas -no lo olvidemos- giran en torno al dolor que padece su protagonista, Pepa Marcos. De hecho, como es sabido, Almodóvar comenzó a escribir esta historia después de quedar impresionado con la actuación que Carmen Maura hacía de 'La voz humana', el célebre monólogo de Jean Cocteau representado por actrices (y también por algún actor: el gran Antonio Dechent, recientemente) de primer orden (Anna Magnani, Ingrid Bergman, Amparo Rivelles, Cecilia Roth, Ana Wagener...), dentro de su anterior película, 'La Ley del deseo'.

El guión es perfecto, ni le falta ni le sobra una coma; las interpretaciones (todas), memorables; el ritmo, impecable

El director manchego comenzó a tirar de ese hilo, y el resultado es esa historia de gazpacho, boleros, teléfonos rojos, cabinas telefónicas, contestadores que vuelan por los aires, cielos madrileños, terroristas chiítas, amigas pesadas, abogadas feministas, pastillas para dormir, dolor y locura (representada por una inmensa Julieta Serrano) que todo el mundo tiene en la memoria.

El guión es perfecto, ni le falta ni le sobra una coma; las interpretaciones (todas), memorables; el ritmo, impecable. Hora y media de perfección cinematográfica. Lo que, pasados esos treinta años desde su estreno, nos lleva sin rubor alguno a la consideración de que estamos ante una obra mayor. No ha envejecido un ápice. Y no lo ha hecho, al margen de las cualidades antes citadas (que no son pocas, desde luego), porque todos los temas que trata son los que nos preocupan desde el principio de los tiempos. El amor y sus consecuencias (trágicas, en este caso), lo ridículo que se puede volver todo de pronto (y la impotencia que sentimos cuando esto sucede), y el sentido del humor para sobrellevar el peso del dolor de un corazón roto y también el dolor que acarrea la propia vida.

A estas alturas, resulta una tarea complicada añadir algún adjetivo original a la interpretación de Carmen Maura en esta película

A estas alturas, resulta una tarea complicada añadir algún adjetivo original a la interpretación de Carmen Maura en esta película. La crítica de todo el mundo cayó rendida a sus pies, y recibió unos cuantos premios importantes por ella. Tampoco es original decir que es una de las grandes interpretaciones de su exitosa carrera. Y lo es porque, en cada nueva revisión de la película, su dolor sigue traspasando la pantalla y sus emociones resultan tan auténticas como aquel 25 de marzo de 1988, cuando las vimos por primera vez. Eso mismo sucede cuando, por ejemplo, volvemos a ver a Shirley MacLaine en 'El apartamento'.

No me gustaría terminar este artículo sin mencionar que en aquel marzo de 1988 la sociedad española parecía respirar un aire fresco, nuevo, diferente. Donde parecía que todo podía ser posible y cambiar para mejor. La película, y ese es otro de sus logros, así lo refleja, en medio de la búsqueda desenfrenada del hombre al que Pepa aún sigue amando, de tanto sentimiento intenso y de su elegante sentido del humor.

Hoy, lamentablemente, las cosas, por diversos motivos, no se ven así. Nos queda la película, convertida ya en un clásico. Y el reflejo de lo que en aquel tiempo fuimos. O intentamos llegar a ser.

Trailer de 'Mujeres al borde de un ataque de nervios' (Pedro Almodóvar, 1988)

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