La selección española al desnudo

La selección española al desnudo

Somos muchos (y muchas) los que echamos de menos aquellas equipaciones de los años 80, que lucían alegremente los futbolistas -Del Bosque entre ellos- que les "obligaban" a marcar paquete, sin percatarse de que años después serían vistos casi como exhibicionistas.

Somos muchos (y muchas) los que echamos de menos aquellas equipaciones de los años 80, que lucían alegremente los futbolistas -Del Bosque entre ellos- que les "obligaban" a marcar paquete, sin percatarse de que años después serían vistos casi como exhibicionistas, en comparación con los pudibundos uniformes que lucen hoy día los jugadores. Ahora visten unos pantalones que apenas permiten ver nada de piel a los apasionados espectadores, mayoritariamente heterosexuales, pero que disfrutan -a nadie le amarga un dulce- viendo las piernas y los músculos de sus jugadores favoritos. Por otra parte, cómo olvidar las escasas oportunidades en que un genital rebelde asomaba por aquellos mini shorts para regocijo de los "hombretones" de la prensa deportiva. Véase si no el famoso caso Butragueño.

Qué extraño que la prensa femenina o deportiva no hayan dado cancha a una periodista (una mujer claro) para señalar la erótica de la selección española de fútbol. Por eso ante ese vacío me voy a permitir hacerlo yo mismo. No hay nada como un hombre para hablar sobre otros hombres ¿no? Y es que como dice un buen amigo mío: "Ser gay es cosa de hombres".

 

La Roja celebra su triunfo en la Eurocopa 2012. Foto: Getty Images.

Pero veamos qué ofrecen los jugadores de la selección española a nuestro censurado deleite visual. La selección española de fútbol al desnudo no deja de ser una fantasía en estos tiempos de pudicia pero añado que además si un jugador, en plena euforia goleadora, se quita la camiseta le censuran con una tarjeta. ¿Qué mente homófoba pudo idear semejante normativa? Porque este injusto castigo supone hurtarnos lo que sin duda es uno de los momentos favoritos de todos los estadios. Ese en el que uno de sus héroes -o varios para más disfrute- se quitan la camiseta dejando ver un torso labrado a golpe de flexión en el gimnasio.

Comencemos por los porteros: Valdés, Reina y Casillas. Los tres están bien, es de reconocer, pero donde se ponga el potente Reina que se quiten los otros. Reina, aparte de su talento de comunicador, es uno de mis favoritos en una selección más bien canija de estatura, de músculo y de volumen. Es el hombre-hombre de toda la vida con un poco de carne de más, como debe ser, porque como diría mi manchega madre: "En lo gordo está lo hermoso", y esa ha sido siempre mi filosofía en lo que a gustos masculinos se refiere. Casillas es más guapo y Valdés más canalla, pero me quedo con Reina de lejos.

 

Pepe Reina. Foto: GLEB GARANICH / REUTERS.

Ahora a por la defensa española, que está formada por Arbeloa, Ramos, Albiol, Piqué, Alba, Juanfran, Javi Martínez... pese a su éxito colombiano Piqué está demasiado flaco, no tiene carne, Ramos es más sólido, más compacto y ahora que se ha quitado la melena macarra que lucía, está hasta atractivo. De Alba no se me ocurre nada que decir y de Juanfran, mejor no digo nada. Albiol (un moreno con un toque de morbo) y Arbeloa son dos guapos sosos, los perfectos yernos para una suegra aplicada y Javi Martínez lo mejor que tiene es su poderío físico de hombretón del norte.

El centro tiene poco "aprovechable". Los geniales Iniesta, Xavi y Fábregas calientan menos que una manta eléctrica desenchufada con su lacónico erotismo, si acaso Fábregas con su rostro de boxeador. Son genios, eso no hay quien se lo discuta, pero no nos ponen nada. En cambio Alonso, ese hombre grande y tranquilo ya es otra cosa y si dirigimos nuestra mirada hacia Cazorla, ya damos en la diana. Pequeño pero matón -como bien podría decir Reina en una de sus presentaciones- un tipo normal, pero con mucho encanto este Cazorla. Con Busquets me pasa lo mismo que con los otros altos: no me pone nada. Y es que donde esté un hombre "concentrado" -como una buena pastilla de caldo de pollo- que se quiten los centímetros que no llevan a ninguna parte, como no sea a rematar bien de cabeza.

 

Álvaro Negredo. Foto: AP.

Y de la delantera, tres cuartos de lo mismo, tres canijos geniales Silva, Mata y Navas, los tres son perfectos para los admiradores de efebos. Silva más que Mata, eso es cierto, porque Mata se ha dejado una barba masculinizante el hombre para ver si así liga más. Sólo salvaría los ojos de Navas, que son de perderse en ellos de tan brillantes... Torres tiene porte pero le falta algo que no sabría explicar (¿sabor?) le pasa como con sus goles que parece que apenas le quedan fuerzas para empujar la pelota a la red. Con su atractivo ocurre otro tanto, que no me alcanza... A Llorente le mata su peinado, su estilista es su mayor enemigo y él no parece haberse percatado de ello, como el que en el Día de los Santos Inocentes arrastra, ignorante de su descuido, un muñeco recortado pegado a su espalda. Pedro es como ni chicha ni limoná, está bien pero no me vuelve loco, pese a ese look retro, años 50, que luce hace tiempo. En cambio Negredo es otra cosa. Qué buena pareja haría con Reina este feo musculoso. Me imagino a los dos con su hijo -vientre de alquiler mediante- tan rudo y escultórico como ellos, paseando por las calles de Liverpool para admiración del mundo. Un vallecano y un cordobés -de adopción- ejerciendo de padres, qué imagen más adorable la de estos dos titanes ejerciendo de padre y padre en matrimonio... pero dejemos de soñar que todavía nos queda Del Bosque, ese hijo de la Casa de Austria (es calcadito a Felipe IV) un señor tradicional y machista, pero al que le perdonamos estos defectillos, no por su físico desde luego, ya que sus cuartos traseros son de impresión, sino por su particular bonhomía y porque ha sabido inculcar humanidad y buenos modales a unos jovenzuelos a los que una mente asesina podría transformar fácilmente en delincuentes, que es lo que Mou ha hecho en ocasiones con sus pupilos, o al menos lo intenta jornada tras jornada. Y no podemos dejar de citar a las dos bajas de esta Eurocopa a "Tarzán" Puyol -el nombre lo dice todo- con su torso miguelangelesco y a Villa, ese joven que lució problema capilar (aparecía comido por el pelo) en un anuncio televisivo para regocijo de un calvo como yo.

Carne a la vista hay poca, tras esos púdicos uniformes extralargos que se han impuesto en este conservador inicio de siglo XXI pero la imaginación, afortunadamente, es libre y para eso están los estadios llenos, para pergeñar toda la fantasía que sea necesaria y disfrutar soñando con estos hombres en sazón. Rebosantes de masculinidad y de poderío físico, como en los casos de Reina y Negredo. Dos mitos vivientes que desde hace unos días, además de estar buenos de chuparse los dedos y por si fuera poco, son leyenda viva de nuestro fútbol y de nuestro erotismo desatado.