Las palabras no se las lleva el viento

Las palabras no se las lleva el viento

Cada vez que dices algo hiriente, dejas una cicatriz en la persona. Las cicatrices mejoran, pero no desaparecen. Cuidar el contenido y la forma en cómo nos dirigimos a la gente es demostrar aprecio y respeto.

Lejos de lo que siempre se ha dicho, LAS PALABRAS NO SE LAS LLEVA EL VIENTO. Los reproches, las críticas destructivas, los comentarios negativos e incluso humillantes, nos alejan de las personas... también de las que queremos. A medida que vas cogiendo confianza con los amigos y la pareja, o la relación de poder en el trabajo te lo permite, te das una serie de licencias en cuanto a tu forma de comunicarte y de elaborar la CRÍTICA.

En los colegios no suelen enseñar ni asertividad ni habilidades sociales. Así que cada uno formula las críticas a su manera. Algunos, por su empatía o por su perfil benevolente, intentan decir lo que les molesta con palabras no ofensivas y cuidando mucho el no herir al otro. Pero muchas otras veces, cuando dices algo que no te gusta, lo defines en unos términos desagradables, incluso humillantes.

Ante la crítica hiriente y destructiva "¡No has traído lo que te pedí, lo haces para fastidiarme, eres un egoísta y desconsiderado... a mi no vuelvas a pedirme nada!", la persona que la recibe intenta defenderse, porque se siente atacada. Y además, si este tipo de reproches se presentan con frecuencia, se terminará resintiendo la autoestima.

La alternativa no es callarte algo que te ha sentado mal, sino formularlo en términos más constructivos: "Cariño, no has traído los yogures que te había pedido. Necesito que te involucres un poco más en estas tareas, así yo podré estar más relajada y compaginar la organización de casa con mi trabajo. Si pudieras acercarte un momento ahora, te lo agradecería mucho".

Con la opción "crítica destructiva", te sumerges en una discusión de la que desconoces cuánto se puede alargar en el tiempo y las consecuencias que va a tener. El enfado puede alcanzar un nivel de descontrol tal, que aparezcan reproches del pasado y comentarios sin pies ni cabeza que solo persiguen descargar tu ira. Pero soluciones, lo que se dice soluciones en ese momento, se te ocurrirán pocas.

Con la opción asertiva aumentas la probabilidad de que la otra persona te comprenda, incluso se plantee cambiar lo que le pides, y disminuyes la posibilidad de enfados absurdos que restan mucho a tu relación.

El verano y los días de descanso son un buen momento para introducir cambios en tu comunicación. Ahora tienes tiempo y menos estrés. Trata de tomarte este ejercicio como parte de tu crecimiento personal, no solo de cara a la relación de pareja, sino como un instrumento de mejora en relación a compañeros de trabajo y amigos.

Puedes aplicar las siguientes reglas, muy sencillas, cuando tengas que pedir a alguien que modifique lo que crees que es justo cambiar, o cuando tengas que expresar algo que te ha molestado:

  1. Decide si vale la pena hacer la crítica. No todo puede ser una batalla y no todo se puede reprochar. Debes valorar si tiene importancia. El mundo no puede ser siempre como deseas que sea, ni puedes amoldar a la otra persona como a ti te gustaría que fuera.
  2. Si has decidido que sí vale la pena hacer la crítica, sé breve y dilo una sola vez.
  3. Utiliza un tono de voz conversacional, con afecto. Con cariño todo se comprende mejor. La agresividad se transmite también con el volumen y la velocidad del habla.
  4. No critiques a la persona, critica lo que ha hecho o ha dejado de hacer. Si llamas a tu pareja "vago", estás generalizando. En cambio, si le dices "tienes la camisa sucia de ayer encima de la cama, por favor, recógela", estás criticando un hecho muy concreto, y así afecta menos a la autoestima. Recuerda que las personas tienden a actuar según las etiquetas que les pongas.
  5. Di a la persona, además de lo que te ha molestado, lo que esperas de ella. A veces piensas que los demás deberían saber qué se espera de ellos, pero no siempre es así. Los otros no son adivinos.
  6. Si ves que la situación puede terminar en un enfado o que la persona a la que intentas criticar de forma asertiva no es capaz de encajarlo, es mejor dejar la discusión y volver a hablar del tema cuando estéis calmados. Una vez que se dispara la ira o el enfado, será muy difícil hablar en un tono de voz conversacional y llegar a un acuerdo.

Y no olvides, LAS PALABRAS NO SE LAS LLEVA EL VIENTO. Cada vez que dices algo hiriente, dejas una cicatriz en la persona. Las cicatrices mejoran, pero no desaparecen. Cuidar el contenido y la forma en cómo nos dirigimos a la gente es demostrar aprecio y respeto.