Los contactos en la penumbra de Podemos y el PSOE

Semana Santa, la luz de las velas en las procesiones, los encapuchados, la penumbra, la saeta, todo ha influido. Sin la presión del 'streaming' ha habido tiempo para pensar, susurrarse unos a otros y escuchar a la calle. Aunque la religión no es un valor de primer orden entre los socialistas y los podemitas, el ambiente a media luz ha favorecido la aproximación entre ambas organizaciones. El encuentro entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez este miércoles, que muchos creían de trámite, puede tener más enjundia de la prevista...

A primera hora del martes Pedro Sánchez afirmó que estaba abierto a un gobierno con "representantes" de Podemos y de Ciudadanos. Cuatro horas después, el portavoz de Podemos en el Congreso, Iñigo Errejón, dejaba caer más de tres veces que su organización no se oponía a un pacto de Gobierno "a la valenciana" en el que pueda estar la formación de Albert Rivera. ¿Qué es lo que ha cambiado? Ha cambiado que entre Podemos y el PSOE hay contactos, en la penumbra y aún tibios, con pasos de plomo, pero contactos. Como dice un amigo de Irene Montero -jefa de Gabinete de Pablo Iglesias- se están tentando la ropa, pero las cosas no van mal.

Hasta ahora han sido Montero e Iñigo Errejón -portavoz adjunta y portavoz en el Congreso respectivamente- quienes han sondeado las posibilidades que hay con los socialistas. Como ha declarado Errejón, están a la espera de conocer el documento que Pedro Sánchez entregará este miércoles a Pablo Iglesias, pero el ambiente ha cambiado. Con todo, los podemitas dejan claro que Iglesias es el hombre que tiene la última palabra, pero eso lo saben bien en el PSOE. Es clave el cargo que Iglesias ocuparía en un hipotético Gobierno presidido por Pedro Sánchez además, por supuesto, de los "contenidos".

Según fuentes próximas a los negociadores del PSOE, Sánchez acude con informes detallados al milímetro, donde se determinan las cosas que unen y separan a socialistas y podemitas. Nada nuevo bajo el sol: unen todas las políticas sociales, separan los contenidos exactos de la reforma de la Constitución -que no el referéndum catalán, para el que hay muchas formulas a negociar- y los detalles de la reforma laboral. También el equipo económico de Iglesias lleva toda la Semana Santa dejándose la pestañas en el documento que llevará el secretario general. "Nada" es insalvable, reconocen fuentes de ambos partidos.

¿Y Ciudadanos? El PSOE tiene buen cuidado en no romper la excelente química y la "lealtad" existente entre Rivera y Sánchez. De hecho, la cita del martes por la tarde entre Ciudadanos y PSOE es una deferencia hacía el acuerdo firmado. Es cierto que incluirán algunas modificaciones sugeridas por las organizaciones sociales con las que ambos grupos de negociadores se han reunido. Pero además, para los de Albert Rivera hay una salida notable en el caso de que floreciera el hipotético Gobierno a la valenciana: la entrada de independientes cercanos -muy cercanos- a Ciudadanos, figuras catalanas notables.

¿Qué les ha hecho reflexionar a Sánchez, Iglesias y Rivera para transigir con la posibilidad de contemplar un Gobierno a tres? En el caso de los dos primeros, que las situaciones en sus organizaciones no son precisamente para tirar cohetes y sus liderazgos no están consolidados. Tanto Podemos como el PSOE saben que unas elecciones generales no harían más que empeorar sus resultados. Otra cosa es el discurso oficial hacia afuera. Para Albert Rivera, si se abstiene y les deja gobernar colocando la figura de algún independiente, su proyección de hombre de Estado -el que mejor soporta el desgaste de estos 100 días sin Gobierno- se consolidará mientras socialistas y podemitas se queman en una legislatura corta.

Pero sobre todo, lo que comparten Rivera, Iglesias y Sánchez es que la ciudadanía no les va a perdonar la convocatoria de unas nuevas elecciones generales ante su incapacidad para formar Gobierno, unas elecciones que ganaría Mariano Rajoy con toda probabilidad. Por mucho que Rajoy cuente con Rivera para gobernar, al líder de Ciudadanos se le encoge el estómago sólo de pensar que con lo que queda por salir sobre la corrupción en el PP, tras unas elecciones tendría que sostener a un Gobierno con Mariano Rajoy al frente. Rivera ha jurado y perjurado que no se sentaría nunca al lado de un presidente tan contaminado por la corrupción. Terminaría manchándole, y si Rajoy gana, sería presidente.

Al final, puede suceder que la reunión entre Iglesias y Sánchez, que en principio iba a ser de puro trámite, tenga bastante más contenido del esperado. Veremos.