El buen rollo de los gurús económicos que negociarán los pactos

El buen rollo de los gurús económicos que negociarán los pactos

Hablar de economía y de políticas sociales no da para el Trending Topic, pero es prudente recordar que en las próximas semanas, en las manos de estos señores está el remediar la parte de los males que más torturan a la sociedad española y que se cuelan cada día en nuestros hogares: el paro, la calidad de nuestros puestos de trabajo y el aumento de la desigualdad y de la pobreza desde que estalló la crisis.

Curioso: Jordi Sevilla, Luis Garicano y Nacho Álvarez, los ideólogos económicos del PSOE, Ciudadanos y Podemos, ni son diputados ni por tanto están en el Parlamento. Los tres han declinado tal posibilidad ante sus respectivos asesorados -que no jefes-, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Tampoco el actual ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, es diputado del Partido Popular. Ni siquiera tiene el carné. La razón por la que los economistas que estos días deberían desempeñar un papel clave en los acuerdos para un Gobierno -si los hay- renuncian a la posibilidad del escaño en el Congreso es que no les merece la pena sacrificar sus carreras académicas -en la mayoría de los casos brillantes- o profesionales si no van a tener el poder político que les permita aplicar sus ideas. Eso solo se consigue desde el Gobierno, con una cartera de ministro. O al menos, esa es la forma más rápida.

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Foto de Jordi Sevilla/EFE

Aun sin escaño, Sevilla, Garicano y Álvarez son imprescindibles en las negociaciones que ya ha abierto Pedro Sánchez con las otras formaciones. Por parte del PP, todo apunta a que será Álvaro Nadal, director de la Oficina Económica de Moncloa e ideólogo de cabecera de Rajoy, quien debería emplearse en ese rol en caso de que haya que negociar con ellos. Por ahora no parece que vaya a tener mucho trabajo, aunque conoce bastante a los otros tres. No en vano, los foros de discusiones sobre políticas económicas funcionan, incluso más allá del interés de los focos informativos. Así, Toni Roldán, discípulo de Garicano y su hombre en el Parlamento, ha colaborado en ocasiones anteriores con el PSOE, formando parte de esos grupos de jóvenes economistas que se montan en torno a los partidos, y se lleva muy bien con Manolo de la Rocha (hijo). Un socialista que sirve de nexo de unión con Nacho Álvarez o Alberto Montero, de Podemos y que podría allanar el camino, solo que la lista del PSOE por Madrid le dejó en la cuneta para incluir a Irene Lozano y Zaida Cantero. También Luz Rodríguez, ex secretaria de Estado de Empleo con Zapatero, mantiene una buena sintonía con los económicos de Pablo Iglesias. Rodríguez tiene escaño gracias a que fue expulsada de la candidatura por Madrid hasta la de Guadalajara.

Es habitual oír a Nacho Álvarez (Podemos) hablar bien de Álvaro Nadal (PP) y su manejo de la teoría económica, desde la discrepancia ideológica más absoluta, al tiempo que muestra su desconocimiento del presunto veto de Podemos a Sevilla. Su colega de partido, Alberto Montero, portavoz económico de Podemos tira de un tono respetuoso hasta para con las propuestas más alejadas de ellos, ya sean de Ciudadanos o del PP. El buen rollo quizá sea efecto de la Europa sin fronteras. Todos han pasado por diferentes universidades europeas, se les supone un amplio conocimiento de la vida académica y de la teoría. La pericia para luego trasladarlo a la política es la incógnita que persigue a los economistas de los partidos regeneracionistas, Ciudadanos y Podemos. Sevilla, Nadal o Luz Rodríguez ya tienen vida política a sus espaldas, con los correspondientes éxitos y fracasos.

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Foto de Nacho Álvarez/EFE

Hablar de economía y de políticas sociales no da para el Trending Topic, pero es prudente recordar que en las próximas semanas, en las manos de estos señores -serán solventes, pero muy alejados de ser la alegría de la huerta- está el remediar la parte de los males que más torturan a la sociedad española y que se cuelan cada día en nuestros hogares: el paro -los datos de enero siguen siendo alarmantes-, la calidad de nuestros puestos de trabajo y el aumento de la desigualdad y de la pobreza desde que estalló la crisis. Deberían de darse prisa, porque en la vorágine política actual -candidato por aquí, candidato por allá, rueda de prensa al canto, tuit agudo por la mañana y ocurrencia transparente por la tarde-, los ciudadanos empiezan a estar hartos del tacticismo partidista. Las facturas caen como una gota malaya cada fin de mes, los empleados de la Navidad ya están en las oficinas de desempleo y ante la cacareada recuperación que las clases medias ni huelen, ya amenaza la sombra de otra crisis venida desde fuera, aunque ya se sabe, los gurús económicos solo predicen el pasado.

Constatados la buena predisposición de todos ante la etapa que ha abierto Sánchez al aceptar el encargo de formar Gobierno y lo modosos que son, ¿cómo se compagina la promesa del líder del PSOE de derogar la reforma laboral de Rajoy con el contrato único de Albert Rivera? ¿Y la de Pablo Iglesias de que acabarán hasta con la reforma laboral de Zapatero -no les basta con la de Rajoy- para devolver a los trabajadores todos sus derechos? Solo por mencionar el primer problema que quita el sueño a los españoles, el desempleo.

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Luis Garicano junto a Albert Rivera/EFE

El axioma recuperado estos días es más viejo que el sistema democrático: negociar es ceder, y si hasta el PP de Mariano Rajoy ha llegado a admitir que podría dar marcha atrás en algunas de las medidas estrella de su política de austeridad, nada es imposible, aunque sí muy complicado. Hemos preguntado a esos ideólogos y a los que tienen detrás, los que mantienen en pie la trastienda y que estos días tirarán de papeles y cifras a la primera de cambio, aunque son sumas y restas de brocha gorda. Si el lunes y el martes todo eran buenas palabras y conciliación, desde el viernes -tras la cita de Sánchez con Rivera primero y luego con Iglesias-, la discreción es la norma.

La prudencia trasladada a las palabras ha vuelto para un señor tan dueño de sus opiniones como Jordi Sevilla, el ex ministro de Zapatero, asesor económico del candidato a presidente y ahora, miembro del grupo de negociadores que Sánchez ha elegido. "He estado 10 años en el Congreso y tengo una trayectoria comprobable como servidor público. Ahora me han ofrecido una cosa muy concreta. Cuando te sientas a negociar no vas con el 100% de tu programa, lo importante es priorizar sobre los objetivos para los próximos cuatro años y partir de los elementos que tenemos en común. Yo creo que hay un mínimo común denominador entre Ciudadanos, Podemos y el PSOE que compartimos: el interés por generar empleo de calidad y acabar con la desigualdad, por mejorar la productividad y por mantenernos dentro del euro. A partir de ahí, se trata de buscar fórmulas".

Hasta el rechazo visceral mutuo que transmiten Podemos y Ciudadanos -en una reedición del de los viejos partidos, PP y PSOE- podría diluirse si por las formas y maneras de sus economistas fuera.

En Podemos están dando vueltas a quién va a formar parte de la comisión negociadora. Es un lío encontrar la fórmula para incluir a los representantes de las mareas, aunque se da por hecho que estará dando vueltas Xavier Doménech de En Comú Podem, pero sería difícil prescindir de uno de sus dos economistas de cabecera, ya sea Nacho Álvarez o Alberto Montero. Montero se niega a hablar de líneas rojas, pero no tiene inconveniente en reconocer cuáles son sus prioridades. "Además de derogar la reforma laboral de Rajoy, creemos que es necesario quitar también la del Gobierno Zapatero, sobre todo la cláusula de descuelgue, de manera que un convenio de empresa pueda imponerse sobre un convenio sectorial o nacional". Más fácil va a ser buscar un camino para abordar las pensiones, en donde el portavoz económico de Podemos desea "la eliminación del factor de sostenibilidad y la búsqueda de vías alternativas de financiación que no quiebren el concepto de caja única".

En el terreno práctico, Toni Roldán Monés se ha convertido en el número dos de Ciudadanos, tras el gurú, Luis Garicano. Como los citados, tiene un amplio conocimiento de los economistas a la izquierda de Ciudadanos -sobre todo de los del PSOE- y de unos cuantos de los conservadores. Como Montero, él sí es diputado y forma parte del grupo negociador de la formación naranja, según se ha revelado este viernes. Rivera quiere un equipo corto, de cuatro personas máximo, que resulte eficiente. Como Sevilla, tras el encuentro de Sánchez e Iglesias, sus labios permanecerán sellados, porque "no puedo pronunciar ni una palabras que vaya a entorpecer, ni siquiera minimamente, lo que estamos empezando. Sobre la reforma laboral, lo único que puedo decir es lo que ya hemos defendido. Queremos una reforma laboral que acabe con la dualidad y la precariedad del mercado de trabajo, y para nosotros, la fórmula es el contrato único, pero quiero ser escrupulosamente respetuoso con las negociaciones, todo en la línea del buen ambiente que ha descrito Albert Rivera".

Oído y escrito todo lo anterior, hasta el rechazo visceral mutuo que transmiten Podemos y Ciudadanos -en una reedición del de los viejos partidos, PP y PSOE- podría diluirse si por las formas y maneras de los economistas fuera. Dan ganas de desear que, por una vez, además de predecir el pasado, sepan transmitir a sus líderes la importancia del futuro por encima de los egos.