El poder Don Limpio de Juan Carlos I y Pablo Iglesias II

El poder Don Limpio de Juan Carlos I y Pablo Iglesias II

El efecto de la abdicación y de Podemos ha marcado los discursos de los grupos políticos, convirtiendo la sesión de abdicación en su particular anuncio de detergente. Hay que dar respuesta a las demandas de regeneración de la opinión pública. La prueba del algodón aún no la ha superado ninguno.

El efecto de la abdicación y de Podemos ha marcado los discursos de los grupos políticos, convirtiendo la sesión de abdicación en su particular anuncio de detergente. De repente, hay que dar respuesta a las demandas de regeneración de la opinión pública. Si hasta el rey ha claudicado, cuando hace solo unos meses se negaba a dejar el trono, ¿cómo no van a tomar nota los demás? El PSOE, sumergido en lejía, se despelleja en vivo y en directo, mientras que Cayo Lara usa el poder oxiaction para lavar más blanco que su nuevo vecino, Pablo Iglesias. Duran i Lleida, con el borreguito de Norit bajo el brazo, ha tratado de esponjar y recuperar la forma del traje encogido de CiU, dando un abrazo de oso a los votantes de ERC. Hasta Rosa Díez ha sucumbido al tirón de Twitter, con un argumentario de 140 caracteres ya leído en las redes estos últimos días para justificar que el modelo no es lo que importa.

Solo el PP, que le da al Micolor para mantener los tonos inalterables, ha tratado de dar la imagen de que aquí no pasa nada. Aunque, por mucho que se empeñe Jorge Moragas, jefe de gabinete de Rajoy, en que están "bien" y son "el Gobierno", o Bermúdez de Castro, secretario general del PP en el Congreso, en que son "la estabilidad en un día histórico para una monarquía democrática" y no gobiernan "en función de los resultados", la merma de 2,5 millones de votos les tiene acogotados. De puertas adentro reconocen que "la respuesta y la actitud laxa que hemos tenido ante la corrupción nos ha pasado factura y ha hecho que nos fallaran nuestros votantes".

Pese a todos los esfuerzos, la prueba del algodón aún no la ha superado ninguno. Hoy han quedado muchas manchas de barro en las camisetas:

-El inmovilismo del PP. El Gobierno está sacando provecho de la sangría socialista. Los ministros respiran aliviados porque entre el rey y las autolesiones que cada día se inflige la oposición, la presión mediática ha disminuido notablemente. Conscientes de que algo tendrán que hacer para motivar a los militantes que les han dado la espalda en las urnas, se lo toman con cierta tranquilidad. "Estamos reflexionando. Los cambios se irán produciendo de una manera natural", dice el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón. Hasta las navidades se pueden tirar reflexionando, pues entre la movida socialista, el desconcierto en CiU y la ayuda de las medidas de Draghi (BCE), solo la consulta soberanista del 9 de noviembre puede darle dolor de cabeza a Rajoy, a no ser que antes Mas se suicide políticamente.

-La catarsis del PSOE. Los barones y dirigentes del PSOE siguen en estado de shock desde que ayer Susana Díaz les dejara con los pantalones en los tobillos. Salvo el exalcalde de San Sebastián, Odón Elorza, que en modo Rambo ha mantenido su propia guerra absteniéndose en la votación: "Está por ver que la respuesta que estamos dando sirva para afrontar la regeneración que necesitamos. El primer escollo es el inmovilismo del PP, pero el proceso abierto dentro del PSOE a ver si lo resolvemos con acierto. El 25M y Podemos son un dato electoral muy importante y que debería influir dentro de nuestro partido". La votación a viva voz ha servido al menos para dar una idea del candidato Madina, al que muchos dan ya como secretario general. Su "sí" a la ley de abdicación es una señal de tranquilidad. Al menos así lo ha interpretado el PP, que está encantado ante la perspectiva de que reemplace a Rubalcaba. "Solo nos preocuparía que surgiera una tercera vía, pero tanto Madina como Pedro Sánchez son aparato. Madina tiene un carácter complicado y Sánchez encefalograma plano" sentencia un asesor del Gobierno.

-La carrera de IU por no ser destronado. Cayo Lara, en un tono de aguerrido tertuliano televisivo, ha repasado todos los agravios ciudadanos desde la tribuna, como si fuese el príncipe de las mareas ciudadanas al que están a punto de usurpar el título. Echando mano de los carteles exigiendo referéndum ya y con la escarapela republicana en el pecho, todo suena gastado. Que él, que hasta ahora se había negado a convocar primarias (ni tan siquiera para sustituir a Willy Meyer en Europa), exija "un referéndum y que se pregunte al pueblo español qué quiere en estos momentos cruciales", tiene su aquél.

-El papelón de Durán i Lleida. "Sin acritú", que diría Felipe. Durán tiene en la más alta estima al príncipe y no es nada personal, eso lo ha dejado claro. Pero el soberanismo tiene estas cosas. Hay que hacerse el ofendido para no regalarle más votos a Esquerra. Tocaba abstenerse para justificar que Mas irá a Madrid para la coronación como un cortesano más. Haciendo gala de sus tablas como parlamentario se ha centrado en la "política pequeña" que acusa de hacer el Gobierno desgranando la lista de agravios con el Estado central. Desde el recurso al Estatuto de Autonomía "ratificado por el pueblo en un referendúm", a preferir que Endesa acabase en manos alemanas o italianas con tal de que no se quedara en Cataluña. Pese a todos los esfuerzos por salvar el momento de cara a los soberanistas catalanes, el portavoz de CiU ha vuelto a ser superado por los republicanos de Esquerra, que no han dudado en reivindicar la república catalana desde la tribuna y después, en el momento de la votación, han soltado el slogan: "No, por una república catalana".

Y esto solo ha sido el aperitivo. El show completo y con desfile de modelos incluido, la próxima semana.