Las cagadas de la campaña

Las cagadas de la campaña

La clave de la campaña era no cagarla. Dada la cantidad de indecisos que reconocían no saber todavía a quién dar su voto en las últimas semanas, un pequeño error suponía un elevado coste electoral. Por eso era más importante evitar sonoras meteduras de pata que buscar un gran acierto. ¿Cuántos votos le ha costado a Ciudadanos Marta Rivera o a Pedro Sánchez reivindicar a Zapatero? ¿Y a Rajoy eludir el cuerpo a cuerpo con todos los candidatos? ¿Evidencia la mutación ideológica de Podemos que no son diferentes del PSOE de toda la vida?

La clave de la campaña era no cagarla. Dada la cantidad de indecisos que reconocían no saber todavía a quién dar su voto en las últimas semanas, un pequeño error suponía un elevado coste electoral. Por eso era más importante evitar sonoras meteduras de pata que buscar un gran acierto.

¿Cuántos votos le ha costado a Ciudadanos Marta Rivera de la Cruz o a Pedro Sánchez reivindicar a Zapatero? ¿Y a Rajoy la cobardía de eludir el cuerpo a cuerpo con todos los candidatos? ¿Ha sido la mutación ideológica de Podemos un pasivo que evidencia que en el fondo no son diferentes del PSOE de toda la vida? En los tracking -sondeos diarios en los que medir la intención de voto- que manejan los partidos en esta última semana se ve cómo esos pequeños detalles han pasado factura.

Ciudadanos es el partido que, según señalan los expertos en sondeos de opinión consultados, más está cayendo, dadas las expectativas que se habían creado. Alrededor de un 15% le asignan los más optimistas y en torno al 12% los pesimistas, cuando Metroscopia señalaba empate técnico entre Ciudadanos, PSOE y PP hace 20 días. "El lunes estaba cayendo exageradamente, pero a estas alturas creo que se ha estabilizado y que puede obtener sobre los 50 diputados. Claramente va a quedar en cuarto lugar, porque Podemos está ganando mucho terreno y se aproxima al PSOE, aunque será difícil que le adelante", apunta uno de los asesores demoscópicos que, como el resto, pide confidencialidad, ya que la ley impide publicar datos estos días.

Los errores colosales de Ciudadanos han sido, primero, mostrarse favorable al envío de tropas a Siria después de los atentados de París, y segundo, mandar a un debate televisivo a Marta Rivera de la Cruz a defender la postura oficial sobre la violencia de género. En ese instante, los que todavía confiaban en la repetida frase de Albert Rivera de "se acabó votar en rojo o azul" vieron en sus pantallas el rostro de ese PP de Fraga y Aznar y se encendieron las alarmas. Porque Rivera de la Cruz responde al prototipo de dirigente de Ciudadanos que menos convenía airear. Escritos quedan sus afectos hacía el PP.

Hace solo seis meses exoneraba del desastre del Prestige a la Xunta porque qué culpa tenía "de que un barco ruso se hubiese partido en dos. Pero aquí mandaba Fraga y el PP de Aznar estaba en su mejor momento, así que todo valía para segarles la hierba debajo de sus pies" en comparación al vertido de Aznalcollar, del que, en cambio, sí hacía responsable a la Junta de Andalucía. Detallitos que contrastan con la tajante postura de Albert Rivera contra el y tú más, la herencia recibida o la descalificación del rival como fórmula de acción política.

La nieta de un concejal de Franco -como ella misma relata en su blog- no ahorra adjetivos como chica de pocas luces y nini a Beatriz Talegón, o califica de tonto al hermano de Alberto Garzón. No es ya que la número tres de Ciudadanos por Madrid esté a años luz de la empatía y la solvente naturalidad de Arrimadas, sino que perfiles como el suyo habían pasado desapercibido a los dudosos. "Se ha frenado en seco la fuga de votos del PSOE a Ciudadanos en los últimos días", apunta el presidente de un conocido instituto de opinión que alerta sobre cómo Pedro Sánchez cuenta con un 58% de voto femenino frente el 45% que recibirá Ciudadanos, el porcentaje más bajo entre todos los partidos. "Flojo" es la palabra que más se repite entre los expertos consultados sobre Albert Rivera y su equipo, a los que creen que la campaña se les ha hecho demasiado larga. "Lo peor de Rivera, que se pone muy nervioso, habla demasiado rápido, y la gente pierde el hilo. Luego insiste en explicar cosas que ni él mismo entiende, como el contrato único, y ha tenido que matizar sus propias palabras como el apoyo bélico en Siria, cuando cualquiera sabe lo que costó al PP la guerra de Irak y el efecto que causa su sola mención en la ciudadanía", recalca un estratega de oficio.

Y si Ciudadanos ha estado permanentemente en el foco de atención, Pedro Sánchez ha resultado transparente, como si fuese el candidato invisible, casi hasta el final de la campaña. Entre su reducido grupo de confianza existía la certeza de que no se le veía, frente al constante protagonismo de los dos emergentes. "Hasta Alberto Garzón estaba más presente. Sánchez ha estado diluido, solo gracias a que Rajoy le necesitaba de comparsa ha saltado al primer plano", apunta un reputado politólogo. En el partido, por otro lado, en lugar de apoyarle han estado tomándole las medidas para el ataúd. "Susana Díaz podría haber sido un gran apoyo, pero con ella solo se puede contar para hundirle", precisa un cabeza de lista que todavía no entiende que internamente se esté fraguando la alianza para sustituirle en caso de debacle en vez de arrimar el hombro. En los sondeos ya prohibidos, el PSOE se estanca en el 21%, con Podemos pisándole los talones. "Ya está asumido que nos quedamos por debajo de los 100 diputados, aunque eso no significa que no podamos formar gobierno", señala esperanzado un candidato socialista conocedor de los trackings.

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Foto: EFE

Otro de los fallos del PSOE ha sido sacar a pasear a Zapatero, para reivindicar precisamente ahora su legado. "Somos un partido con historia, y en esas legislaturas se lograron avances importantísimos" señala un exministro orgulloso. ¿Es que no podían esperar 15 días para presumir de expresidente? Fotos como la de Zapatero embutido en sus mallas en Venezuela, que desatan las risas en las redes sociales y trasladan una imagen trasnochada de un presidente que está buscando su lugar en el mundo, son un ejemplo de que resta más que suma. Pedro Sánchez tenía la oportunidad de subirse al carro de los emergentes y luchar por el voto joven. Carecía de pasado, estaba limpio y no tenía por qué cargar con los errores de quienes le precedieron. Pero en lugar de jugar esa baza, se ha centrado en competir con Rajoy con los instrumentos de la vieja política.

Alejarse de la política que la casta practicaba desde hace años ha sido el objetivo de Podemos. De ahí el buenísmo del que Pablo Iglesias ha hecho bandera logrando picos tan almibarados como el que protagonizó tras el debate de Rajoy y Sánchez, contraponiendo la elegancia en las formas entre Albert Rivera y él. Daban ganas de corear ¡Que se besen, que se besen! ante su insistencia.

La sobreactuación, sin embargo, no les ha salido mal. Los expertos consultados se lo piensan un rato antes de responder a nuestra pregunta. Los datos les avalan y les cuesta encontrar fallos que les hayan pasado factura. El cara a cara entre Rivera e Iglesias supuso un revulsivo y marcó el punto de inflexión. Por primera vez hicieron examen de conciencia y se volcaron en la remontada, que ha sido un potente leitmotiv. El concepto tenía un punto de humildad, al reconocer que habían caído, pero a la vez incluía la idea aspiracional de luchar para recuperar el terreno perdido. "Les ha funcionado no enseñar su verdadera cara y no cometer grandes errores. El problema es cuando se salen de la estrategia y se ve su verdadero rostro. Son chicos de clase bien y tienen ese toque clasista en cuanto bajan la guardia", destaca un politólogo que les observa de cerca.

La filosofía política que les encumbró ha pasado a mejor vida y ahora abrazan una ideología socialdemócrata en busca del centro, que aunque desató las irás de sus fieles al principio parece sumar más que restar. "Podemos se está quedando en general con los indecisos, aparte de estar tratando de rascar voto femenino al PSOE. Su frase de 'El cambio político va a tener tono, estilo y actitud de mujer' es un guiño, porque sabe que las mujeres se le resisten igual que a Rivera. El voto ha ido cambiando a lo largo de toda la campaña. Y así como a Ciudadanos los votantes no acaban de situarle, a Podemos sí. Cataluña catapultó a Ciudadanos y hundió a Podemos, pero a estas alturas la gente visualiza que va a ganar el PP y se reposiciona", analiza el presidente de una consultora de opinión. A lo que otro colega añade: "Lo peor de Pablo Iglesias es que al principio iba de sobrado y resultaba áspero, osco y con estética plebeya. Ahora ha logrado transmitir una imagen de amabilidad y hasta de buena persona. Es un animal político y mediático, tan político y mediático que es el que más ha girado en el contenido ideológico del programa, de sus ofertas, se ha moderado y lo ha hecho sin que se le note".

En cuanto al presidente del Gobierno, su criticada ausencia de los debates, ha sido para muchos su mayor error. "Hasta el final se ha negado a dar la cara. Puede que no le reste votantes entre los incombustibles, pero no ha contribuido a animar el voto al PP. Encima, el único debate que ha aceptado con Pedro Sánchez se preparó como un debate de hace 10 años", señala un demóscopo. "Hasta para los que confían en él ciegamente resulta incomprensible que haya eludido los debates. Es lo peor que ha hecho Rajoy, porque esconderse y huir de defender sus políticas es un síntoma de cobardía. Solo ha aceptado lo fácil y amable, como ir a casa de Bertín Osborne", corrobora un estratega independiente. Sin embargo, lo que a una parte importante de los votantes les parece obvio, no lo es tanto para los asesores cercanos al PP que continúan convencidos de que no iba a ganar nada frente a los otros tres candidatos.

Menos comentado ha sido lo que algunas de las fuentes de este artículo coinciden en señalar: la presencia de Soraya Sáenz de Santamaría en los carteles electorales y como alterego de Rajoy en el debate a cuatro. "Soraya ha sido un grave error, porque su presencia destacada ha resultado la constatación de que el presidente le encarga los asuntos peliagudos por pereza o vaguería, algo sobre lo que han circulado abundantes chistes durante toda la legislatura. Además, en cuanto trata de dar explicaciones se la comen, y su actitud de sabionda de la clase tampoco ayuda", analiza un sociólogo de peso cercano al PSOE. En las filas del PP tienen igual de claro que la vicepresidenta no ha contribuido a sumar votos porque "la estrategia de que figure en los carteles no puede tener continuidad. El partido no apoya a Soraya, el partido está con Rajoy. Y en el hipotético caso de que los acuerdos para gobernar se condicionen a que Rajoy no sea presidente, el partido no aceptaría que fuese ella la alternativa. Antes iríamos a unas nuevas elecciones".