Por favor, habilita JavaScript para ver los comentarios de Disqus.
Por qué la gira de Albares en Líbano y Siria importa más de lo que piensas

Por qué la gira de Albares en Líbano y Siria importa más de lo que piensas

El alto al fuego entre Israel y Líbano vence en unos días y el régimen de Al Assad cayó hace un mes.

El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares.Europa Press via Getty Images

El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, inicia este miércoles una gira por Oriente Medio en Líbano y Siria. El viaje, de día y medio de duración, se produce apenas un mes después de la caída del régimen de Bachar al Assad y a punto de que venza el plazo de 60 días acordado entre Líbano e Israel de alto al fuego. Y con una novedad: el posible inminente acuerdo, también de alto al fuego, en Gaza.

Se trata de la primera visita de un representante español a la nueva Siria, inmersa en una transición tras la caída de Al Assad y ante una gran oportunidad de negocio para España. Si el nuevo régimen elimina las líneas rojas como respetar los derechos humanos de las mujeres o las minorías la Unión Europea (UE) podría levantar las sanciones, abriendo la puerta a inversiones de empresas españolas en la región.

Tendrá dos paradas: Líbano y Siria. Este miércoles, desde Beirut, Albares mantendrá diferentes reuniones de alto nivel en las que hablará de la situación que vive el país tras desbloquear hace unos días el vacío institucional que se vive desde 2022. Entre esas reuniones está previsto que mantenga un encuentro con el recién nombrado presidente libanés, Joseph Aoun, a su vez General de las Fuerzas Armadas Libanesas (FAL).

Entre estos encuentros de alto nivel político estarán también la Coordinadora Especial de Naciones Unidas, Jeanine Hennis-Plasschaert, y el Coordinador Especial Humanitario, Imran Riza, con quienes abordará la situación humanitaria que se vive en Líbano y que se completará con una reunión con el ministro de Sanidad libanés abordando la contribución solidaria española en materia de cooperación.

Precisamente por ello, no se obviará la presencia española que existe desde hace décadas en Líbano. Habrá tiempo, dentro de la apretada agenda, para reunirse con el general Aroldo Lázaro, que dirige la Fuerza Provisional de Naciones Unidas en el Líbano (FINUL). Una cuestión relevante ya que este 26 de enero vence el plazo de 60 días de alto al fuego. Ahora, mientras se repasa el cumplimiento de ese acuerdo, España ayudará al ejército libanés a redesplegar en el sur del país a las tropas y abordar qué papel tendrá la misión de la ONU al respecto.

No será hasta el jueves cuando Albares pise Damasco. Se trata de la primera visita de un representante del Gobierno español a Siria tras la caída de Al Assad y la visita está planificada llena de simbolismos. Tras una reunión con las nuevas autoridades sirias, está previsto visitar y homenajear a las miles de personas que murieron en la prisión de Sednaya, así como volver a izar la bandera española en la Embajada en Damasco. También habrá minorías étnicas y religiosas del país.

No es la primera visita de gobiernos de la UE a Siria. Recientemente ya ha habido encuentros con el Gobierno alemán y francés para apoyar la postura de la UE: una segunda oportunidad a las autoridades sirias levantando todas las sanciones que han ido imponiéndose a lo largo de los años. "Ha llegado el momento de que los nuevos dirigentes sirios hagan realidad la esperanza que han creado mediante una transición pacífica e integradora que proteja a todas las minorías", indicaba la alta representante de la UE, Kaja Kallas, y cuyos primeros pasos se comenzarán a finales de enero.

En definitiva, no perder terreno en un país que, aunque con cautela, parece volver a abrirse el mundo con unos nuevos estándares bajo la promesa de una nueva Siria libre y en la que España quiere estar presentes en las oportunidades de negocio aventajando a otros países de la UE.

Un paso de calado en un contexto sensible

La doble visita del ministro español supone además un espaldarazo a los nuevos Gobiernos. El libanés, recién elegido tras dos años de vacío, con el militar Joseph Aoun al frente. El sirio, tras 13 años largos de guerra, con el islamista Ahmed Al Sharaa al timón

Desde el primer momento, Al Sharaa -antes conocido como Abu Mohamed al Jolani y líder del grupo que tomó Damasco, Hayat Tahrir al Sham (HTS)- ha anunciado su intención de celebrar un proceso de diálogo nacional, que debe cuajar a inicios de este enero -y ya estamos a mediados-, para iniciar la hoja de ruta que saque al país de su ruina actual, abra sendas democráticas, cambie las normas de la dictadura y complete el cambio de piel. 

En vista de la gran cantidad de grupos, etnias y confesiones en Siria (un país que incluye a árabes, asirios, kurdos, drusos, cristianos y musulmanes chiíes y suníes, entre otros), las autoridades han apostado por crear un "comité preparatorio", que incluya a personas de "todos los segmentos de la sociedad" y de todos los sexos. Su misión será celebrar una Conferencia de Diálogo Nacional que diseñe las líneas generales del futuro del país.

La idea era que se celebrase a inicios del presente mes, pero se ha ido retrasando precisamente por la complicación del tetris y porque, recuerda Al Sharaa, hay "más de 15 millones de personas que están en el extranjero" a raíz de la guerra civil que estalló en 2011 y se quiere contar con ellas o con el máximo número posible para arrancar el proceso. Medios afiliados a las nuevas autoridades sirias informaron que, en un principio, en el diálogo nacional se anunciará la disolución del Parlamento y se formará un comité de expertos para redactar una nueva Constitución.

Las prioridades son preparar y escribir esa Constitución y, acabado eso, celebrar elecciones libres. El primer proceso puede llevar entre dos y tres años y el último, hasta cuatro, confesó el líder provisional sirio en una entrevista a Al Arabiya. Además, las autoridades temporales han anunciado acuerdos con las diferentes facciones rebeldes armadas para disolverlas e integrarlas en el Ejército nacional sirio unificado. Eso incluye acabar con el propio HTS y "todas las demás facciones". Un paso que está aún por acometer. 

En las últimas semanas se ha producido una oleada de contactos diplomáticos de alto nivel sobre la situación en Siria. Por una doble vía: por un lado, Gobierno provisional sale al mundo, en busca de respaldo y de ayuda humanitaria y para la reconstrucción, y recibe a representantes como Albares, y por otro, países de Oriente Medio y de Occidente aceleran los contactos entre ellos y con Damasco para ver cómo llevar a cabo esta transición. Países occidentales y del Golfo, sobre todo, han abierto canales diplomáticos y enviado contingentes diplomáticos de alto nivel para dialogar con las autoridades provisionales. También lo ha hecho la Unión Europea, en bloque, con un enviado especial. 

Ahmed al Sharaa, líder de la nueva administración, el pasado 11 de enero, en Damasco.Foreign Desk Syria / Anadolu via Getty Images

En el caso de Líbano, se acumulan una guerra reciente, muchas pasadas y una crisis económica brutal. Este mismo lunes, el nuevo presidente, Aoun, ha nombrado nuevo primer ministro a Nawaf Salam, un destacado diplomático y presidente de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), con sede en La Haya. Salam recibió el encargo de formar el nuevo Gobierno tras ser nombrado primer ministro por un gran aval de los de legisladores, en una medida que aparentemente ha enfurecido al partido-milicia chií prisirio Hizbulá y sus aliados.

El nombramiento de Salam ha sido acometido por grupos respaldados por Occidente, así como por independientes del Parlamento libanés. Salam cuenta también con el apoyo de Arabia Saudí y de países occidentales, por eso también es relevante que Albares justo vaya ahora al país. Ni Aoun ni Salam son considerados parte de la clase política del país, a la que se culpa de la corrupción generalizada y la mala gestión de las últimas décadas. 

Por eso, el nuevo equipo es considerado por muchos como un rayo de esperanza tras 14 meses de guerra entre Israel y Hizbolá, en la que han muerto al menos 4.000 personas y cerca de 20.000 han resultado heridas. La guerra también ha causado una destrucción generalizada en todo el país, principalmente en el sur, pero llegando también a la capital, Beirut. Los daños se estiman en cientos de millones de euros.

La contienda se detuvo temporalmente a finales de noviembre, cuando entró en vigor una tregua de 60 días mediada por Estados Unidos, pero está a punto de finalizar y nadie sabe si podrá prorrogarse. Las dos partes han denunciado constantes violaciones de la tregua, aunque han sido puntuales y en su mayor parte los ciudadanos de un y otro lado de la frontera han podido regresar a sus casas.

Sigue sin reorganizarse Hizbulá, desarbolada con los ataques de Tel Aviv, primero a sus mandos y sus redes y, luego, a todas sus infraestructuras y arsenales. El fin de Assad en la vecina siria añade un duro golpe, porque hablamos de su principal valedor y patrocinador, junto a Irán, todos parte del llamado Eje de Resistencia de Teherán, cada vez más débil.

El exjefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, cerró en noviembre su mandato con una visita a Beirut -tercera en un año- en la que dejó clara la postura de la UE, con la que comulga Madrid: "la comunidad internacional no puede quedarse de brazos cruzados ante lo que está sucediendo en Líbano". Pedía acabar con el "vacío de poder", que es lo que se está haciendo ahora, y ofrecía "solidaridad" cuando se callasen las armas. 

Tras una nueva guerra que ha zarandeado al país, se están dando los primeros pasos para que las cosas sean distintas. Ahora hay que ver si las armas siguen en silencio.