Del Invierno a la Primavera en Dos Mundos: Una Experiencia Transformadora

Del Invierno a la Primavera en Dos Mundos: Una Experiencia Transformadora

Escrito por los Doctores Jaime Gómez, Marcela Garcés, y Carlos Vallejo.

El programa de Medicina de Urgencias de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, siendo un programa joven, desde sus inicios ha logrado un buen posicionamiento en los ámbitos nacional e internacional. Hace tres años estableció relaciones de cooperación con el programa de Medicina de Urgencias de Harvard, mediante el cual residentes de dicha institución han encontrado en Medellín un lugar privilegiado para realizar rotaciones clínicas que han permitido ampliar su visión sobre nuestra sociedad. Visión que les posibilitó establecer un vínculo conceptual entre la atención clínica de urgencias, la problemática de la violencia, el desplazamiento forzado y las intervenciones sociales y urbanas que se vienen realizando desde hace algo más de una década en la ciudad y el departamento, todo lo cual genera un impacto sobre la salud pública y las condiciones de vida en la región, que ha llamado la atención a nivel mundial por su liderazgo en innovación social.

Los encuentros y conversaciones al calor de un café, ya fuesen en Boston o en Medellín, dan lugar a soñar un encuentro académico e intercultural entre estudiantes de ambas universidades; la materialización de este sueño demandó el trabajo interdisciplinario de profesores del programa de urgencias, el área de relaciones interinstitucionales y el departamento de la medicina preventiva y salud pública y el aval de las directivas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia.

Era fundamental, además consolidar la confianza con el equipo de Harvard, para lo cual se realizan los primeros encuentros en terreno; una residente de Harvard se incorpora por breve tiempo a las actividades académicas y de extensión desarrolladas con población desplazada por el Departamento de Medicina Preventiva en la vereda Granizal. Esta exploración inicial fue muy bien evaluada por el equipo de Harvard y luego de encuentros virtuales, se decide una nueva visita a terreno que permite un bello encuentro entre dos mundos distintos: la empatía, la profundidad de las discusiones entre las partes, y en especial la calidez y sinceridad del diálogo entre profesores y pobladores de la vereda Granizal fueron definitivos para pensar que transitábamos del sueño a la realidad.

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Profesores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia y de la Universidad de Harvard. Foto tomada por Kelly Fitzsimmons Photography

Aún nos encontrábamos en esa duermevela que precede al despertar... era necesario que Harvard Humanitarian Initiative -HHI- le presentará la propuesta a Open Hands Initiative -OHI- organización no gubernamental estadounidense, comprometida a fortalecer liderazgo, promover el entendimiento y relaciones de amistad en todo el mundo, por medio de intercambios y otros proyectos que se enfocan en compartir nuestros valores y humanidad común.

Se plantea entonces la unión de fuerzas entre tres grandes instituciones que abrirían un espacio de encuentro entre jóvenes universitarios de dos culturas distintas; fomentando la comprensión de una realidad mágica donde la violencia da lugar a la convivencia; y la solidaridad del desarrollo con el subdesarrollo.

No pasó mucho tiempo cuando ya teníamos entre nosotros a representantes de Open Hands Initiative -OHI-. Necesitaban averiguar si tanta belleza era verdad y muy pronto lo verificaron: una población amistosa habitaba pobremente pero con dignidad las laderas de nuestro valle; seguridad a pesar de la ausencia del estado; creatividad que intenta borrar las inequidades.

Un bello despertar; el intercambio es avalado; y comienza el trabajo duro. Ahora es necesario seleccionar estudiantes, diseñar temáticas, programar actividades, organizar logística. Intercambio de ideas, conversaciones virtuales, cruces de correos, hasta lograr los acuerdos entre tres instituciones que ponen lo mejor de sí, para el bien de todos.

Luego siguen los tímidos encuentros virtuales entre estudiantes de países con diferente lengua... hablar en inglés o en español era el dilema de los más avezados, la mayoría; otros al contrario lo teníamos muy claro: hablar en la lengua nativa; los preparativos para la visa de aquellos que no la tenían; la ansiedad de lo que vendrá... y casi sin darnos cuenta llega el 4 de enero, donde nos encontrábamos abordando un avión hacia Boston; parecía un sueño, pero el viento helado que atenazaba nuestro cuerpo afirmaba que estábamos despiertos, pero en otro mundo. De nuevo otro tímido encuentro entre estudiantes de distintos mundos, pero ya no virtual: real y claro como esa mañana fría y luminosa rumbo a las aulas donde llegamos llenos de expectativas y nos introducíamos a los conceptos universales de la demografía, la epidemiología, los conflictos globales, las crisis humanitarias, y la diplomacia. Rápidamente ese frío ambiental fue aplacado por la calidez de los colegas, la hospitalidad de los edificios de la tan anhelada Harvard, la belleza de la arquitectura de Boston, las acogedoras enseñanzas de reconocidos expertos de diferentes disciplinas con quienes al final departíamos como si fuéramos viejos amigos.

El tiempo se fue rápido como un suspiro, como un abrir y cerrar de ojos. Aunque el cansancio de las largas jornadas de trabajo se sentían en nuestro cuerpo, seguíamos firmes con una enorme motivación de seguir recorriendo el camino. Ya existía una fuerte conexión entre todos los estudiantes y el resto del grupo y ahora se invertían los papeles: unos regresábamos para ser anfitriones de nuestros nuevos amigos, que parecían de toda la vida.

Continuó el intercambio en muchos sentidos: una nueva ciudad para la mitad del grupo; ya no era un curso de invierno... parecía de primavera (¿acaso ello existe en el mundo académico?) las inmensas llanuras del este norteamericano se trocaron en un valle rodeado de escarpadas montañas donde las casas se enclavan para no rodar y donde el amarillo de los guayacanes florecidos exaltaba la belleza de la ciudad.

Nos vamos adentrando entonces a las temáticas que tocan nuestro país, pasamos de

conocimientos universales y experiencias internacionales; a encontrarnos ante un estudio de caso. Nos acercamos con palabras e imágenes a una violencia desbordada como la naturaleza de un trópico exuberante... imágenes y testimonios de esa Colombia deshecha penetran hasta lo más profundo de nuestro ser.

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Profesores y estudiantes compartiendo un almuerzo con líderes comunitarios de la vereda Granizal.

Poco a poco nos vamos acercando a los principales protagonistas de esta historia, la población desplazada por la violencia. Y entonces la vereda Granizal, a pesar de su historia y su dolor nos abre las puertas, nos permite reconocer sus necesidades, que aunque múltiples y particulares, confluyen en una sola: su falta de visibilización como comunidad y personas de derecho; seres humanos como cualquiera de nosotros. Y como si Dante estuviera escribiendo cada una de estas historias, el círculo los ha traído a todos a este purgatorio, como pagando una penitencia que no merecían. El simple hecho de no poder beber un sorbo de agua limpia, de no poder conciliar el suelo por sus memorias y miedos, o de jugar y regocijarse como niño en un espacio que los invite a conocer, imaginar, y crear nuevos mundos, y mantener las mentes imperturbadas y distantes de vicios de la sociedad moderna, los hace una población altamente vulnerable y susceptible de perpetuar el fenómeno de violencia y pobreza. Incansables hombres y mujeres, quienes en otrohora fueron de hacha y machete, tienen que lidiar con las barreras impuestas por nuestra sociedad al volverlos parte del paisaje. Pero si bien el dolor y la indignación por momentos se apoderaron de nuestros corazones y sacaron muchas lágrimas de nuestros ojos, el ver sonrisas, escuchar cantos alegres, expresiones de esperanza en medio de tanta adversidad reafirmó que la esperanza los mueve todo y vale la pena soñar.

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Niña en Granizal, Colombia. Foto tomada por Kelly Fitzsimmons Photography.

Colombia, magia salvaje, al igual que a una tormenta le sigue la luminosidad del mediodía tropical, nos muestra que los sobrevivientes de esa violencia ciega y desenfrenada siguen con la esperanza viva, nos dan una lección de amor, de resiliencia, de valentía... eso no se aprende en las aulas... lo vivimos cara a cara, mientras compartimos unos fríjoles con chicharrón, plato antioqueño con que se han criado víctimas y victimarios. Lo vivimos cuando visitamos un pequeño parque que rodea un tanque de agua... que UVA de experiencia... unos niños juegan con el agua, otros se asolean, otros sellan su pasaporte para hacer un viaje imaginario a Japón, que pareciese real pues en ese instante llegan extranjeros, algunos hasta parecen japoneses. Historias reales que demuestran que es posible transformar vidas, que es posible soñar. Pasamos del miedo a la esperanza; estamos dando la vuelta a la página de la ignominia... eso dice ese paisa matemático que soñó con llegar a ser político para marcar una diferencia y que con su convicción y compromiso ha impactado de manera contundente las condiciones de vida en esta ciudad y de este departamento. De nuevo el milagro de la magia, de la palabra para explicar cómo se pasa de la noche al día, de la pesadilla al despertar... y vemos como a este libro que narra el intercambio entre dos mundos pareciese que se le fuesen acabando las páginas, queremos leerlas despacio, por temor a que la historia llegue al fin... pero no teman, es solo el comienzo. Estamos viviendo la historia interminable de un encuentro entre dos mundos que hacen parte del mismo mundo...Una historia que nos transformó la vida. Nuestra tierra seguirá girando y nosotros reencontrándonos virtual o presencialmente....pero que seguimos caminando juntos...seguimos, de eso estamos seguros.

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Niños jugando en una Unidad de Vida Articulada (UVA) en Medellín.

Este blog es parte de una serie titulada "Post-Conflict Colombia and Public Health", un proyecto de la Iniciativa Manos Abiertas (Open Hands Initiative, en inglés) y la Harvard Humanitarian Initiative (la Iniciativa Humanitaria de Harvard, en español), en colaboración con la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia. Para obtener más información sobre el proyecto, lea aquí.