Revisé el móvil de mi hija y puede que le salvara la vida

Revisé el móvil de mi hija y puede que le salvara la vida

Como padres, tenemos que confiar en nuestro instinto y hacer lo que sea mejor para nuestros hijos independientemente de lo que la gente diga. Me dan escalofríos al pensar en lo que sería de ella ahora si hubiera hecho caso a las buenas intenciones de su padre y no hubiera invadido su privacidad.

young scared teenager girl looking worried and desperate to mobile phone as internet stalked victim abused and cyberbullying or cyber bullying stress concept in black backgroundOcusFocus via Getty Images

La pregunta '¿Está bien que los padres revisen el móvil a sus hijos?' apareció originalmente en Quora (en inglés).

Esta es la respuesta que publicó Lara Estep, madre y farmacéutica clínica:

Mis hijos pequeños están ahora en los últimos años de instituto y, a estas alturas, jamás les revisaría el móvil. Sin embargo, cuando eran pequeños, siempre me reservaba el derecho de revisarles los móviles y las cuentas de Facebook si sospechaba que corrían peligro. Sólo ejercí ese derecho una vez y siempre me alegraré de haberlo hecho, la verdad. Estoy segura de que lo que encontré aquel día en la cuenta de Facebook y en el móvil de mi hija evitó que saliera perjudicada.

Acabábamos de mudarnos al barrio, así que no conocía bien ni a los niños ni a sus familias. Todavía no tenía claro quiénes eran sus amigos. Pasados unos meses, a mi hija y a sus amigos les pasaba algo, pero no sabía exactamente el qué.

Hablé con mi ex y le dije que estaba pensando en revisarle el teléfono y la cuenta de Facebook (cuando eran más pequeños les obligué a que me dieran sus contraseñas por si acaso y esta fue la única vez que utilicé una de ellas). Se mostró totalmente en contra. Habló de la privacidad y de los derechos de mi hija y de todas las consideraciones morales y éticas. Yo estaba de acuerdo con todo lo que dijo, pero, aun así, me seguía dando la sensación de que pasaba algo.

Una tarde de sábado, se quedó dormida con el móvil en la mano. Conseguí quitarle el teléfono y lo que vi me dio escalofríos.

Un día decidí que prefería que mi hija me odiase el resto de su vida a evitar su enfado y a permitir, probablemente, que siguiera en peligro y que acabara mal parada o incluso muerta. Creo que tenía 13 años.

Una tarde de sábado, se quedó dormida con el móvil en la mano. Conseguí quitarle el teléfono y lo que vi me dio escalofríos.

Voy a resumir y a contar lo que encontré: una cadena de mensajes de Facebook y mensajes de texto del padre de un amigo del colegio. En los mensajes, el padre le decía que su madre era demasiado estricta, que tenía que pasar la noche en su casa y que él mentiría por ella. Le dijo que habría galletas, comida de McDonald's o lo que quisiera, pero que tendría que salir a hurtadillas de casa, encontrarse con él al final de la calle por la noche o a la hora de la comida en el colegio. Los mensajes llegaban a todas horas, de día y de noche, a veces a primera hora de la mañana para desearle los buenos días. ¡Un hombre de cuarenta y pico años que yo no conocía le estaba enviando mensajes a mi hija! Claramente, estaba intentando convencerla para algo más. Tuve que contenerme muchísimo para no ir a su casa y hacer lo que le haría una madre enfadada a alguien que amenaza la seguridad de sus hijos. También tuve que convencer a su padre de que no hiciera ninguna locura.

Al final, acabé hablando con el director del colegio el lunes siguiente. Se quedó sin palabras después de enseñarle lo que había encontrado. Me dijo que no había visto nada igual en todos los años que llevaba en el colegio. Llamé a la policía y denuncié, pero no pudieron hacer nada porque ese padre todavía no le había hecho nada a mi hija. Alerté al resto de padres (aunque a la mayoría no pareció importarles mucho, desgraciadamente). Lo más duro que tuve que hacer fue decirle a mi hija que no podía seguir viendo a esos amigos.

Me odió durante meses. Me dijo que le había arruinado la vida y casi no me hablaba. Pero, en el fondo, yo sabía cosas que ella no sabía: sabía que la había salvado de un pederasta.

No tardó mucho en hacer nuevos amigos y yo me apresuré a conocer a sus familias. Ahora, es una chica feliz, adaptada, inteligente, ambiciosa, simpática y despreocupada. Está sana y salva de las garras de ese hombre y todo porque hice lo impensable: dejé a un lado su derecho a la privacidad y le miré el móvil. Nunca me arrepentiré de haberlo hecho, pero tampoco aconsejo hacerlo sin pensar y por capricho. Como he dicho antes, siempre tuve las contraseñas de sus cuentas, pero nunca las había utilizado. Eran para utilizarlas en situaciones así.

A lo que me refiero es a que, como padres, tenemos que confiar en nuestro instinto y hacer lo que sea mejor para nuestros hijos independientemente de lo que la gente diga. Me dan escalofríos al pensar en lo que sería de ella ahora si hubiera hecho caso a las buenas intenciones de su padre y no hubiera invadido su privacidad. En el mejor de los casos, estaría en el psicólogo por abusos sexuales a menores. En el peor de los casos, estaría muerta.

Espero que me critiquen, pero, ¿sabéis qué? No me importa. Mi hija todavía sigue sin entender lo que pasó y, por eso, haré frente a cualquier crítica con la que me encuentre.

Esta pregunta apareció originalmente en Quora, una red donde se comparten contenidos y en la que usuarios con puntos de vista únicos responden a interesantes cuestiones. Sigue a Quora en Twitter, Facebook y Google+.

Este post fue publicado con anterioridad en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros.