A la madre que olvidó su valía

A la madre que olvidó su valía

No hay historias grandiosas, ni cenas fabulosas, ni partidos, ni películas familiares ni nada interesante en general. Siempre pensé que mi vida tendría grandes momentos dignos de una película Disney, pero ahí estaba yo, viviendo una vida que me hacía pensar "¿esto es todo?" o "¿estaré haciéndolo lo suficientemente bien?" o "¿acaso alguien se fija?".

Tú puedes con esto.

Eso es lo que necesitaba oír.

Es justo lo que necesitaba oír.

No quería ser invisible.

Quería que quedara constancia de que ser madre es algo muy valiente.

Quería que me dijeran eso. Sin embargo, el "te odio" que grita un niño cuando le quitas el ordenador o cuando no le gusta la cena que has tardado media hora en preparar, las negociaciones, el hecho de establecer unas normas y de tener que lidiar con gente a la que no le gustan las reglas dejan huella.

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Sé que la gente nos dirá que es "simplemente ser madre" y que "todas han tenido que hacerlo" y que "me aguante y lo haga" o que "no es para tanto", pero yo te digo que hay días en los que ser madre significa ser valiente, incluso aunque acabemos preguntándonos si realmente nos lo merecemos o si nuestra labor será recompensada.

Es muy fácil olvidar lo que valemos y sentir que solo queremos rendirnos.

Sobre la valentía he aprendido que a veces necesitas a alguien a tu lado que te anime y te recuerde que puedes con esto. Alguien que te haga ver todo lo que has logrado y que te recuerde la importancia de las noches sin dormir, de las veces que te has levantado para dar de comer a tus hijos, para cogerles en brazos, para mecerles.

Pienso en ti.

En ti, que estás leyendo estas palabras que escribí tras uno de esos días en los que ser madre se te antoja un limbo agotador y no te sientes con valentía ni capacidad de solucionar los problemas. No hay historias grandiosas, ni cenas fabulosas, ni partidos, ni películas familiares ni nada interesante en general. De alguna manera, siempre pensé que mi vida también tendría grandes momentos dignos de una película Disney, pero ahí estaba yo, viviendo una vida que me hacía pensar "¿esto es todo?" o "¿estaré haciéndolo lo suficientemente bien?" o "¿acaso alguien se fija?".

Y entonces recuerdo momentos como este.

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Y eso es lo que me hace escribir para ti. Porque sé que tú también tienes momentos así, pero se pierden entre los días en los que ser madre es una locura y una se cuestiona su propio valor y se acaban olvidando.

Nos olvidamos del amor que hay en nuestros hijos y de lo importantes y valiosas que somos para ellos.

Incluso cuando ellos no son perfectos, porque son niños, al fin y al cabo.

Creo que el mundo en el que vivimos nos dice lo duro que es todo, haciendo que nos regodeemos en nuestro propio lamento y acabemos sintiéndonos aún más agobiados, o bien nos presiona diciéndonos "eres fuerte, tú puedes con todo, yo creo en ti", haciendo que pensemos que lo que necesitamos es alguien que nos comprenda, nos ayude, o nos deje llorar en su hombro.

Deja que sea yo quien te diga que estoy dispuesta a admitir que lo entiendo para que veas que no estás sola. Porque, ¿sabes qué? Sé que aunque a veces nos sintamos agobiadas y agotadas, queremos a nuestros hijos.

Tú puedes con esto

Lo sé.

Parece otra frase motivacional barata más. Suena un poco a "¡podemos con todo, supermamás!", "hagamos la cena otra vez, acostemos a los niños, hagamos la colada y vuelta a empezar! ¡A tope!", pero a veces necesitamos oírla. Como esta noche, en la que me habría encantado recordar la vez en la que mi hijo de 8 años me llamó cuatro veces en una hora porque, mientras él jugaba a Minecraft (un juego con el que tengo una relación de amor-odio), su hermano aprovechaba para quitarle cosas. O la vez en la que mi hijo de 10 años dejó una botella sin tapón fuera de la nevera y se cayó por todo el suelo que yo acababa de fregar. O cuando se resisten a ordenar la habitación una vez más. O cualquier otro episodio normal de la vida de una madre que me hiciera querer chascar los dedos y hacer que fueran las 11 de la noche.

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Pero pude con todo eso. Fregué el suelo, actué con sabiduría salomónica en el asunto del Minecraft y el juego limpio, recogí la habitación, hablé sobre el respeto y pude con todo.

Hay mucho valor en todo eso.

Nunca olvides lo valioso que es que hayas sacado fuerzas para seguir cuando ya no podías más. No olvides lo fuerte que has sido cuando has acunado a tus hijos a pesar de estar cansada o cuando has respondido a las preguntas de los médicos. No olvides lo valiente que has sido al decir "quédate en tu habitación" por undécima vez, o al llevar a tu hijo a una fiesta y querer pasar con él. No dudes de ti.

Tu valor es incalculable.

Así que te lo digo otra vez:

Tú puedes con esto

Sí, a ti. A la que se ha quedado dormida esta mañana. La que odia poner lavadoras. La que reprime las lágrimas tantas veces y piensa que ojalá su pequeño de 3 años se fuera a la cama. La que lidia con un adolescente que la mira como si fuera idiota. La que tiene que quedarse hasta tarde trabajando pero desearía estar en casa y se siente culpable. La que se salta las páginas cuando se lee un libro. La que vuelve a casa por el camino largo para tener un momento para ella.

A ti. A su madre.

Tú lo vales. Aunque la cocina esté hecha un desastre, estés harta, te apetezca tomarte un descanso, te exaspere que haya ropa tirada en el suelo, estés cansada o simplemente quieras saber que eres importante.

No tienes que ser perfecta. No tienes que contenerte. No te tiene que abrumar la preocupación. No tienes que sentirte sola. No tienes que cuestionar tu valor.

Tú, querida compañera de esta experiencia que es ser madre, lo vales.

Y estoy segura al cien por cien de que puedes con esto.

Rachel

Este artículo fue publicado originalmente en FindingJoy.net.

El post se publicó con anterioridad en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero

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