Cuando el querer es más fuerte que el poder

Cuando el querer es más fuerte que el poder

"Dijeron que me moriría a los siete días de nacer. Ahora quiero acabar los cinco grandes maratones del mundo (Boston, Londres, Berlín, Chicago y Nueva York)". En la Gran Manzana completó los 42 kilómetros en 15 horas y 20 minutos.

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Cada vez que te asignan el asiento en un avión suele ser una lotería: que te toque pasillo, ventanilla o puerta de emergencia puede determinar tu vuelo, y más si empiezas a tener cierta fobia a las alturas. Yo me puedo sentir afortunado por la plaza que me tocó en el Madrid-Berlín que cogí el otro día camino de la maratón. Pero no por la ubicación, sino por la compañia. En principio, no me percaté de a quién tenía delante. Entre la rendija de los asientos, apenas pude ver la visera de su gorra y un abrigo negro. Pero cuando aterrizamos en la capital alemana me di cuenta de que esa persona era un ser especial.

Su acompañante tuvo que ayudarle para algo tan sencillo para nosotros como es levantarse. Entre sus manos, parecía que se le escurría ese pequeño cuerpo, pero alma de gigante. Estamos hablando de Maickel Melamed, un chico que lleva luchando 37 años desde que, al nacer, el cordón umbilical estrangulara su cuello y le dejara con importantes problemas de movilidad, que se advierten desde el primer momento en que le ves. Para él andar ya es un éxito.

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Maickel Melamed. Foto: @ProyectoVAMOS.

"Dijeron que me moriría a los siete días de nacer. Ahora quiero acabar los cinco grandes maratones del mundo (Boston, Londres, Berlín, Chicago y Nueva York)". En la Gran Manzana completó los 42 kilómetros en 15 horas y 20 minutos dentro del Proyecto Vamos. La siguiente parada era Berlín.

De la maratón más rápida del circuito, en la que se han batido los últimos récords del mundo, podríamos hablar del ganador esta edición, de la participación española o, incluso, de mi propia actuación aderezada por una inoportuna gripe. Pero no voy a hablar de ninguno de nosotros. Tampoco del primero que llegó a la meta, al que las crónicas deportivas ya han dado suficientes honores. Es texto quiero que sirva de homenaje para el último.

La historia de Maickel Melamed nos ha llegado a lo más profundo del alma. Un ser humano predestinado a la muerte, pero que se niega verse abocado a su destino, se rebela y decide vivir. Parece tan fácil de contar, pero muy complicado de poner en práctica. Cada paso para este venezolano supone un esfuerzo titánico. Pues él ha decidido no solo dar un solo paso, sino correr maratones para dar ejemplo de que en la vida no hay obstáculos. Como dice Marvin Gaye en la canción, Ain't no Mountain High Enough (No hay montaña suficiente alta).

Si ya de por sí completar una maratón es un reto enorme, hacerlo con las condiciones de Maickel Melamed la empresa puede parecer imposible. Su cuerpo apenas está musculado, sus piernas se mueven con torpeza, y los brazos son dos alambres que casi no pueden sostener un teléfono móvil. Con semejantes armas, cualquiera habría dado la batalla por perdida. Pero Maickel ha querido pelear contra todo. A cada no, ha respondido con un sí. A cada muro, un ariete para derribarlo.

Cuando muchos de nosotros ya estábamos en el hotel duchados y descansando después de la maratón, la aventura de Maickel apenas estaba por la mitad. Cruzó el kilómetro 30 a eso de las 18:30. ¡Siete horas después de que Mutai hubiese terminado la carrera! Y todavía le quedaba la parte más dura, el temido muro. Durante la tarde, entre hielo, Ibuprofenos y antiinflamatorios, seguí con emoción a través de twitter y del streaming la última parte de su recorrido. Para ponerle mayor dureza a esta gesta, y fruto del cansancio acumulado, Maickel tropezó y se fue al suelo. Cualquiera nos hubiésemos quedado ahí, vencidos, derrotados. Pero Melamed se puso de pie, y con más fuerza avanzó hacia la Puerta de Brandeburgo.

Sobre las diez de la noche aparecía su minúscula figura por el lugar en el que durante todo el día había estado la línea de meta de la Maratón de Berlín. Ya no quedaba nada. La organización retira todo el material a primera hora de la tarde. Pero allí había un grupo de paisanos esperándole. Maickel Melamed cruzaba la improvisada e imaginaria llegada de esta mítica carrera. A todos los que le vimos nos ha cambiado la vida y la manera de afrontar las cosas. Maickel Melamed, por su parte, añade una nueva maratón a su plan: demostrar que a cada NO que te dé la vida tienes que responder con un SÍ.