Suribabu, el niño 'dálit' que quiere ser gobernador

Suribabu, el niño 'dálit' que quiere ser gobernador

El sueño de Suribabu es mejorar la situación de las aldeas rurales. Su vocación no es algo anecdótico. Es la prueba de que algo está cambiando cuando un pequeño de la India rural, de casta baja y con discapacidad, es consciente de que puede aspirar a lo que quiera en la vida si lucha por conseguirlo.

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Foto: Raquel Artiles

Cuando conocí a Suribabu, competía junto con otros tres compañeros en el Quiz Festival organizado por la Fundación Vicente Ferrer (FVF), un concurso en el que participaban distintas escuelas de Anantapur, Kurnool y Srisailam, al sur de la India. Su equipo resultó ganador. La iniciativa que se celebra anualmente sirve para promover la inquietud cultural de las niñas y niños de entre 6 y 13 años, que concursan en una jornada a medio camino entre el juego y los estudios. Todos ellos vienen de escuelas de refuerzo de la Fundación Vicente Ferrer (FVF), que atiende a escolares de primaria de castas bajas y en riesgo de exclusión con el objeto de mejorar su rendimiento y sus calificaciones.

Es el caso de Suribabu. El niño residía con sus tíos en Kurnool, porque sus padres tuvieron que emigrar a Mumbai para poder trabajar. Suribabu nació con ceguera, pero paradójicamente fueron otros los que fueron incapaces de ver su enorme potencial y descuidaron su educación. En este rincón de la India rural, las personas con discapacidad son consideradas un lastre para la prosperidad económica de la familia. Son marginadas, maltratadas y, en muchos casos, abandonadas.

Con 8 años, un equipo de la FVF impulsó su ingreso en un colegio de la Fundación para niños con discapacidad visual. Desde entonces devora los libros de texto como si fueran de chocolate y es un alumno proactivo "entusiasta y con un fino sentido crítico. Es curioso. Responde con preguntas", explica su profesor.

Suribabu quiere dedicarse a la política, y eso es algo poco común entre los pequeños de su edad. "Quiero ser gobernador de mi distrito", dice con la misma ilusión con la que cualquier otro compañero de clase responde que quiere ser jugador de criquet.

Su sueño es mejorar la situación de las aldeas rurales. Su vocación no es algo anecdótico. Es la prueba de que algo está cambiando cuando un pequeño de la India rural, de casta baja y con discapacidad, es consciente de que puede aspirar a lo que quiera en la vida si lucha por conseguirlo. Suribabu está rompiendo las barreras que siempre han inmovilizado a los dalit y a las personas con discapacidad, esa doble discriminación que imponen las rígidas normas sociales del interior de la India. Tradicionalmente, este colectivo se autoexcluye de cualquier sueño o aspiración de progresar personal y profesionalmente. Pero el pequeño parece haber superado esos estigmas y tiene claro su camino como servidor público. Liderazgo no le falta. Según su profesor, "gestiona con inteligencia las tareas de grupo y es muy propio de él tomar decisiones pensando siempre en el interés común". Parece que Suribabu cumpliría con los requisitos de un buen político, aunque a la pregunta de "qué es lo primero que harías para mejorar tu distrito" se refugia en su corta edad y responde con irónica inteligencia "Aún no lo sé. Solo soy un niño".