Garoña, la patata caliente del verano

Garoña, la patata caliente del verano

El 6 de septiembre termina el plazo y los propietarios de la nuclear siguen deshojando la margarita: si pedirán o no la ampliación de su vida útil seis años más al Consejo de Seguridad Nuclear quien, finalmente, lo decidirá.

El 6 de septiembre termina el plazo y los propietarios de la nuclear de Garoña siguen deshojando la margarita: si pedirán o no la ampliación de su vida útil seis años más al Consejo de Seguridad Nuclear quien, finalmente, decidirá sobre esta patata caliente.

El ministro José Manuel Soria les facilitó el trámite derogando la orden de cierre, aunque con ello puede acabar poniendo a los abogados del Estado sosteniendo una cosa y la contraria ante los tribunales, ya que defienden el cierre en el Tribunal Supremo frente a Nuclenor, y pueden acabar defendiendo la prolongación en la Audiencia Nacional frente a los ecologistas.

Pero el ministro de Industria, que tiene la virtud de no contentar a nadie, también en este caso lo está consiguiendo. Cuando todo parecía ir estupendamente para Iberdrola y Endesa, a la sazón dueñas de la nuclear en cuestión, el ministro anunció sus planes para la reforma energética en España y señaló que gravaría con impuestos la producción nuclear para compensar de alguna manera los extraordinarios beneficios que las nucleares reciben con el actual sistema de fijación de precios de la electricidad.

Y aunque para compensar este gravamen a las eléctricas promete la ampliación de su vida útil, esto no contentaba suficientemente a sus codiciosos dueños. Para rematar el descontento han salido a relucir las discrepancias con su homólogo de Hacienda sobre los asuntos impositivos, lo que está dejando la reforma energética a la deriva durante todo el verano.

Para finalizar, otra patata caliente se pone en juego en este asunto. El pasado 8 de agosto las autoridades belgas decidieron cerrar de forma preventiva la planta nuclear Doel 3 al encontrar grietas en la vasija del reactor. El problema está relacionado con el fabricante holandés de la vasija, el mismo que hizo la de Garoña.

Garoña ya padecía agrietamiento múltiple por corrosión que afecta a componentes de la vasija, además tiene un fallo de inserción de las barras de control en los canales de combustible en situaciones de terremoto de base de diseño, el sistema eléctrico debe ser sustituido, y un largo suma y sigue al que ahora se añade el presunto problema de las grietas. Pero esta patata caliente sí está en manos del Consejo de Seguridad Nuclear tanto si Nuclenor pide la ampliación, como si no lo hace.