Lo que el Diccionario Biográfico calla sobre Mariano Rajoy

Lo que el Diccionario Biográfico calla sobre Mariano Rajoy

No cabe en la cabeza que alguien con su formación académica redujera el concepto de desigualdad social a una especie de meritocracia genética y que no fuera capaz de distinguir entre el ADN y una ley para que todos tuvieran, por ejemplo, las mismas facilidades para acceder a la universidad. Se entiende ahora que los recortes siempre apunten a los que más necesitan; es porque genéticamente son los que menos lo merecen.

En 1999, siendo Mariano Rajoy ministro de Educación y Cultura del Gobierno de Aznar, se aprobó la elaboración del Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia, una ingente obra de 50 volúmenes de los que ya han sido publicados 43.

La historia, frente a lo que en un principio pudiera parecer, es maleable según los intereses del historiador y de para quién trabaje, así, quien en un momento es un terrorista, al siguiente se convierte en defensor de la patria si es que finalmente termina victorioso en el conflicto; y quien es un político con tropiezos, se convierte en un dechado de virtudes. Por eso la realización de un diccionario de este tipo está en el filo de la navaja entre el trabajo serio y riguroso y el panfleto con aires institucionales, y depende de cómo se realice, la obra puede caer de un lado o del otro.

Hace pocos días se conocía la biografía de Mariano Rajoy según dicho Diccionario. En ella, el presidente del Gobierno se define a sí mismo como introvertido y discreto; también se relatan todos sus éxitos a lo largo de cinco columnas y media, así como su papel relevante en las diferentes crisis que ha vivido España en los últimos años: Perejil, Iraq, Prestige. En resumen, es una biografía de santoral. Mariano Rajoy es un político incólume y todo lo que hace lo hace bien.

Como única publicación de Mariano Rajoy se cita el libro En confianza, publicado por Editorial Planeta en 2011. Pero nuestro presidente ha escrito mucho más. Hubo una época en la que no se comunicaba exclusivamente vía plasma o haciendo comentarios sobre la lluvia sino que escribía artículos de opinión en diferentes periódicos y exponía claramente su línea de pensamiento. De ellos no se habla en su biografía, quizá porque vistos a través del paso del tiempo pueden resultar incómodos y pueden afectar a la imagen de perfección que se quiere dar de él en el Diccionario Biográfico. Pero un buen diccionario biográfico debe aportar todos los datos de los que se dispone para recrear una imagen lo más completa posible del biografiado y su trayectoria vital. Por eso creo oportuno recordar un par de esos artículos.

Corría el año 83. Rajoy no era por entonces un niño ni un adolescente cuyas ideas se estaban formando, sino un diputado de Alianza Popular en el Parlamento gallego, además de registrador de la Propiedad y presidente de la Diputación Provincial de Pontevedra. En marzo de ese año publicó un artículo en el Faro de Vigo en el que defendía la teoría racista del determinismo biológico. Cito:

"Uno de los tópicos más en boga en el momento actual en que el modelo socialista ha sido votado mayoritariamente en nuestra patria es el que predica la igualdad humana. (...)(Pero) La desigualdad natural del hombre viene escrita en el código genético, en donde se halla la raíz de todas las desigualdades humanas: en él se nos han transmitido todas nuestras condiciones, desde las físicas: salud, color de ojos, pelo, corpulencia... hasta las llamadas psíquicas, como la inteligencia, predisposición para el arte, el estudio o los negocios. (...) Por eso, todos los modelos, desde el comunismo radical hasta el socialismo atenuado, que predican la igualdad de riquezas y establecen para ello normas cuya filosofía última, aunque se les quiera dar otro revestimiento, es la de la imposición de la igualdad, son radicalmente contrarias a la esencia misma del hombre".

Meses después, ya en 1984, publica otro artículo continuación del anterior. En él se reitera en su idea de que la desigualdad genética provoca la desigualdad física, intelectual, política, de oportunidades, etc. Añade, además, que las políticas que pretenden implantar cualquier tipo de igualdad responden exclusivamente a una causa: la envidia. Los pobres quieren vivir mejor sólo por envidia, porque, genéticamente, no se lo merecen.

Ambos artículos completos los puedes encontrar aquí.

Resulta sonrojante que un diputado fuera capaz de justificar las desigualdades sociales mediante la genética. No cabe en la cabeza que alguien con su formación académica redujera el concepto de desigualdad social a una especie de meritocracia genética y que no fuera capaz de distinguir entre el ADN y una ley para que todos tuvieran, por ejemplo, las mismas facilidades para acceder a la universidad. De ahí que sea fácilmente imaginable que pudiera haber sido el mismo Rajoy y no la diputada Fabra quien gritara eso de "¡Que se jodan!" En la esencia Rajoy está de acuerdo. También se entiende ahora que los recortes siempre apunten a los que más necesitan; es porque genéticamente son los que menos lo merecen. Todo siempre según el inmaculado Rajoy.