Soy padre primerizo y no duermo nada. Necesito ayuda. ¡Urgente!

Soy padre primerizo y no duermo nada. Necesito ayuda. ¡Urgente!

Si estás de madrugada saltando por la habitación con un bebé en brazos, mientras en el móvil atruena el sonido de un secador de pelo y cantas canciones de 091 mientras te planteas un viaje fugaz a Toledo de madrugada al grito de ¡Oompa Loompa! ... sólo puedes reír o llorar

Llevo todo el otoño pensando en la primavera. Y no porque eche de menos las flores y el buen tiempo, sino porque no dejo de recordar una conversación que tuve en mayo. En esa época mi mujer ya estaba embarazada y yo, inexperto en aquellas fechas, le hice una pregunta muy ingenua a una prima mía. Ella es madre de dos criaturas y una de ellas carga con el sambenito de haber sido un bebé de armas tomar, de los que lloran como condenados y no se duermen ni a tiros. "Pero, ¿no dormía ni dos horas seguidas?", pregunté tan feliz aquel día. Recuerdo que mi prima me miró con el gesto descompuesto, tratando de no reírse en mi cara. "Estás muy verde todavía", fue su lacónica respuesta.

Después de eso se limitó a comentar que, en sus noches más duras, cuando el niño no le dejaba dormir ni una hora, acababa dándose literalmente cabezazos contra la pared de la desesperación. "No puede ser para tanto", supongo que se me pasó por la cabeza. Ahora recuerdo esa conversación como una maldición cuando a las tres, las cuatro, las cinco y las seis de la mañana mi hija, que tiene dos meses, berrea como una condenada y no nos deja pegar ojo. O cuando, sin llorar, me mira con unos ojos que parecen decir: 'Yo no me voy a dormir, pero tú tampoco". Entonces me acuerdo de mi inocente pregunta: "¿De verdad no duerme ni dos horas seguidas?" ¡Dos horas seguidas! ¡Quien las pillase!

Hemos ideado otras estrategias para intentar dormir a la niña. O, al menos, para que se calme

Mi hija rara vez llega a eso, así que nosotros tampoco. Muchas veces se despierta antes, unas veces llorando como si le estuviesen clavando agujas. Otras tranquilamente, primero con un gemido leve que va aumentando en intensidad hasta que se convierte en un grito. En ocasiones quiere comer. En ocasiones, simplemente, que la cojamos. Algo que sería muy tierno a las cinco de la tarde, pero que desespera mucho cuando son las cinco de la mañana y darías lo que fuera por seguir durmiendo.

EL CASO DE LOS MALOS CUÑADOS

En estos dos meses de paternidad ya me ha quedado clara una cosa. En estos temas todo el mundo tiene opinión y, como los malos cuñados, todos creen tener razón y no consienten matices. Cuando cuentas estas cosas hay quien te dice que la culpa es tuya porque haces mucho caso al bebé. Que tienes que aplicar no sé qué método que básicamente consiste en dejarle llorar hasta que vea que tu corazón es de piedra y no vas a hacerle caso. Así que, cuando se dé cuenta de que no le prestas atención, se callará y se dormirá.

Otros te dicen que si haces eso estás loco porque lo que sufre en los primeros meses de vida marcará todo su futuro. Y, si le dejas llorar, sentirá un vacío existencial que le generará un trauma para siempre. Pero luego hay otros que te dicen que como le cojas en brazos estás perdido y las mil plagas caerán sobre ti y nunca más te dejará dormir bien. Debe de ser que todo el mundo sabe mucho de niños y todos los hijos de todo el mundo duermen estupendamente gracias a la sabiduría de sus padres. Qué mala suerte tenemos.

En estos dos meses de paternidad ya me ha quedado clara una cosa. En estos temas todo el mundo tiene opinión y, como los malos cuñados, todos creen tener razón y no consienten matices

A unos y otros os digo: da igual. Ya hemos probado todo y sólo se duerme cuando le da la gana. Y no suele ser muy a menudo. Así que hemos ideado otras estrategias para intentar dormir a la niña. O, al menos, para que se calme. A decir verdad, ninguna de ellas es mágica ni funciona siempre. Dan resultados a veces y, normalmente, la tranquilidad dura poco.

El más eficaz de ellos lo encontramos en YouTube y, hasta que fui padre, jamás pensé que existiría algo así. Consiste en poner vídeos que duran 10 horas y en los que sólo se escucha el sonido de un secador de pelo. He leído que ese ruido le recuerda al que escuchaba en la barriga de la madre y se calma. Pero no echemos las campanas al vuelo tan deprisa. Con eso lo único que conseguimos es que deje de llorar un rato y, si hay suerte, se duerma unos minutos. El problema es que a nosotros ese sonido nos seca el cerebro. Así que la felicidad nunca es completa. Al menos nos queda el consuelo de ver las cifras de reproducción de este tipo de vídeos, que en algunas ocasiones se cuentan por millones. Todas esas visualizaciones proceden a la fuerza de otros miles de padres y madres desesperados. Ya se sabe lo que dicen: mal de muchos...

Otra opción que manejamos frecuentemente es poner música. Si suena Cantajuegos o Rosa León, la niña sigue llorando como una condenada. Sólo se calma con la música del grupo 091, cuyas letras en muchas ocasiones no son precisamente la alegría de la huerta. Por ejemplo, una de sus preferidas dice: "Puñales en la espalda tú traerás de vuelta si lo que vas buscando es amor. Porque nadie encuentra lo que busca". Todo muy animoso.

¿Qué tiene esa música que, de vez en cuando, calma a la niña? Eso mismo me pregunto yo. Hemos llegado a la conclusión de que la voz del cantante actúa como narcótico. Pero esto rara vez sirve para que se duerma. Sólo para que no llore. Y no durante mucho tiempo.

En alguna ocasión hemos probado un método que también encontramos en YouTube llamado Oompa Loompa -este también lleva más de seis millones de reproducciones- que unos padres desesperados subieron a esa plataforma. Consiste en menear al bebé hacia arriba y hacia abajo muchas veces mientras dices: "Oompa Loompa, Oompa Loompa, Oompa Loompa". ¿Extraño? Sí. Pero en la vida ya nada tiene sentido. He de reconocer que la primera vez que lo hicimos funcionó y mi mujer y yo casi nos abrazamos al borde de las lágrimas, pensando que habíamos encontrado la cura a nuestros males. Pero en la vida nada es tan bonito como parece en un primer momento, y aquello no volvió a tener efecto.

Hemos intentando más cosas, ojo: taparla muy fuerte con una manta, darle masajes en la barriga, pasear por la habitación con ella en brazos, pasear con ella en la mochila de viaje, intentar que duerma en la cama y no en la cuna, intentar que duerma en la cuna y no en la cama.... En el coche también se calma, así que mucha gente nos dice que por qué no bajamos de madrugada y nos ponemos a dar vueltas a la manzana. La respuesta, una vez más, es que no es tan fácil: el coche sirve, pero sólo si se alcanza una cierta velocidad. Así que para que se durmiera tendríamos que ir a una autopista. Y no es plan de irse de Madrid a Burgos de madrugada y volver para que la niña duerma. O sí. A estas alturas de la vida ya no voy a decir que de este agua no beberé.

"Esta niña tiene el sueño cambiado. La tenéis que tener entretenida por el día y así dormirá de noche", nos dicen también algunos. Si eso fuera tan fácil, creedme que ya lo habríamos hecho.

En fin: nada funciona. Se duerme cuando quiere, que suele ser de día, y se queda despierta cuando le da la real gana, que suele ser de noche.

Lo bueno de pasar las noches en vela es que, a veces, el sueño nos hace delirar y la situación es tan surrealista que mi mujer y yo nos miramos y nos tronchamos de risa

Lo bueno de pasar las noches en vela es que, a veces, el sueño nos hace delirar y la situación es tan surrealista que mi mujer y yo nos miramos y nos tronchamos de risa. No es para menos. Si estás a las cuatro de la mañana saltando por la habitación con un bebé en brazos, mientras en el móvil atruena el sonido de un secador de pelo y cantas canciones de 091 mientras te planteas un viaje fugaz a Toledo de madrugada al grito de ¡Oompa Loompa! ... sólo puedes reír o llorar. Y, para lo segundo, ya tenemos a la enana.

Otras veces no estamos tan risueños. Yo he llegado a exclamar en mitad de la madrugada a mi mujer: ¡Vamos a morir! Y acto seguido he buscando cuántos días puede aguantar una persona sin pegar ojo antes de abandonar este mundo.

Dicho todo esto, te lo ruego: ¿podrías compartir con nosotros un método infalible para dormir a un bebé? Dinos cuál y, si funciona, te estaremos eternamente agradecidos. Y descansados. Por fin.

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Rodrigo Carretero es Traffic Editor Manager en 'El HuffPost' y trabaja desde Madrid. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Valladolid y Máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid, ha trabajado en 'El Día de Valladolid', en 'El País' y en las radios musicales del grupo Prisa. Puedes contactar con él en rodrigo.carretero@elhuffpost.es