Subí con Armstrong en el ascensor

Subí con Armstrong en el ascensor

Fue un viaje corto, sólo unos pisos, en un hotel del sur de Tenerife, pero estar con él en un espacio tan reducido, no más quizás que el 'Apollo 11' con el que aterrizó en la Luna, fue una experiencia inolvidable, el 24 de junio del año pasado. Estaba en Canarias para participar en el Starmus Festival. En su conferencia, el comandante defendió los vuelos tripulados frente al envío de robots, como el 'Curiosity' que se pasea ahora por Marte.

Subí con Neil Armstrong en el ascensor. Fue un viaje corto, sólo unos pisos, en un hotel del sur de Tenerife, pero estar con él en un espacio tan reducido, no más quizás que el Apollo 11 con el que aterrizó en la Luna, fue una experiencia inolvidable, el 24 de junio del año pasado.

Armstrong, fallecido a finales de agosto a los 82 años y cuyo funeral se ha celebrado en la Catedral de Washington con todos los honores, estaba en Canarias para participar en el Starmus Festival, un evento ya irrepetible en el que el astrónomo Garik Israelian logró reunir a astronautas, cosmonautas, astrónomos y otros científicos para hablar de la exploración del Cosmos, con motivo del 50 aniversario del vuelo de Yuri Gagarin.

En su conferencia, el comandante defendió los vuelos tripulados frente al envío de robots, como el Curiosity que se pasea ahora por Marte. "En la Luna estuvimos en seis lugares pero hay siete millones de hectáreas por descubrir, y es un lugar seguro. Ir a la Luna nos ayudará a ir más lejos. Hemos gastado mucho dinero preparando un viaje a Marte y si falla, la capacidad de ir más allá se abandonará. Solo la experiencia en mejores vuelos dará seguridad", aseguraba el exastronauta. Aquello sonaba como una petición al Gobierno de Barak Obama para que no abandonara el proyecto de volver a la Luna.

La llegada de Neil Armstrong a Tenerife estuvo marcada de expectación en la sede del Starmus Festival. Israelian estaba eufórico porque el comandante hubiera confirmado su asistencia y todos esperaban su aterrizaje en el complejo hotelero al que se tuvo que ver constreñido el evento por falta de apoyo oficial.

Bueno. Todos no le esperaban. Poca gracia hizo su presencia a su compañero de aventura en el Apollo XI, Buzz Aldrin, que abandonó la isla un día antes de que Armstrong se presentara. No se hablaban desde hacía décadas. De hecho, Aldrin, había dejado caer un día antes en su conferencia, medio en guasa medio en serio, que si su huella no fue la primera en la Luna se debió sólo a que el comandante "estaba más cerca de la escotilla y salió antes".

En Starmus, fue Aldrin quien explicó los detalles del famoso alunizaje en 1969 y Armstrong quien habló de los inicios de la carrera espacial, del hito "de viajar a 10 veces la velocidad de una bala de rifle" y del futuro, que ya no verá. Reconoció que le habría gustado morir sabiendo si estamos o no solos en el Universo y describió nuestro planeta, desde los 385.000 kilómetros, con estas palabras: "La Tierra es preciosa, está en la situación perfecta; pero yo la he visto de lejos, y he visto meteoritos cayendo bien cerca como una lluvia, he visto tormentas nocturnas iluminadas por rayos y he visto huracanes gigantes y 'tsunamis'. Si viniera de un planeta de la estrella Vega diría que es un lugar muy peligroso".

 

El viejo astronauta señalaba que si el siglo XX fue el del progreso tecnológico, el XXI debía ser el de la mejora del comportamiento de los seres humanos y de la capacidad "para expandirnos más allá de la Tierra, deseosos de compartir lo bueno que tenemos".

Armstrong no se perdió ni una conferencia de los otros participantes y en el hotel, en comidas y desayunos, intentaba camuflarse entre los turistas con su camisa de flores. Muchos no imaginaban con quien estaban tomando las tostadas.

Ya en la cena de gala, hubo ocasión para acercarse a él. Lucía sonriente, amigable, encantado de compartir mesa y mantel con colegas como Jim Lovell, Charles Duke, Alexei Leonov, Victor Gorbatko, el biólogo Richard Dawkins y otros muchos científicos de alto copete. Algunos pretendieron un autógrafo, pero a eso no se prestaba para evitar las inevitables pujas en internet.

Las autoridades canarias, que habían ninguneado el Starmus Festival y sólo dieron unas migajas económicas al evento (el Gobierno central, ni eso), sí que se apuntaron al acto estrella para 'salir en la foto' con tan insignes figuras espaciales.

Los periodistas no tuvimos ocasión para entrevistas personales, pero el destino quiso que de vuelta a la península ambos cogiéramos un vuelo a la misma hora, casi de madrugada. Así, pude verle desaparecer entre la multitud del Aeropuerto de Tenerife Norte, entre hombre, mujeres y niños cargados de maletas y ajenos a que ese hombre mayor y con gafas, algo encorvado y somnoliento, había dado "un gran paso para la Humanidad" que tardará muchos años en repetirse.

Adiós Neil.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Soy periodista de divulgación científica y ambiental, también interesada en temas de índole social. Durante 21 años he trabajado en el diario 'El Mundo', hasta que llegó el último ERE. Ahora, colaboro con 'Reserva Natural', de RNE 5, el periódico 'Escuela', la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente y otros medios como 'freelance', a la espera de tiempos mejores. Autora del blog Laboratorio para Sapiens.