Sanidad zombi

Sanidad zombi

En mi entorno cercano contemplo cómo organizaciones centenarias como el Colegio de Médicos, algunas sociedades profesionales, sindicatos y otros ateneos languidecen sin apenas moverse. Y lo peor, la propia sanidad publica, sometida a dieta rigurosa y encorsetada en estructuras que no permiten el menor movimiento también se está convirtiendo en un zombi de un tamaño descomunal.

STEVE BAKER

Los zombis son un fenómeno social. Las series de televisión, películas de cine, novelas y artículos sobre el tema son un éxito. Incluso se organizan fiestas, quedadas o directamente tomas de ciudades enteras.

El interés por este fenómeno de nuestro tiempo tal vez radique en que es un mero reflejo de la sociedad en la que vivimos, donde lo muerto viviente ocupa un rol privilegiado. Hay muchísimas cosas que están en ese estado y, lo peor, muchísima gente. Muchos dirán que exagero pero si se dan una vuelta por algunos barrios, pueblos o residencias de ancianos de su entorno. Verán que no exagero.

También asistimos al baile infinito de instituciones zombis como las del ámbito de la política y cada vez más los servicios públicos. La vida de una institución estriba en el servicio que ésta preste, en su capacidad de cambio y adaptación, en la vitalidad de sus propuestas e innovaciones, en el dinamismo de sus miembros. En mi entorno cercano contemplo cómo organizaciones centenarias como el Colegio de Médicos, algunas sociedades profesionales, sindicatos y otros ateneos languidecen sin apenas moverse. Y lo peor, la propia sanidad publica, sometida a dieta rigurosa y encorsetada en estructuras que no permiten el menor movimiento también se está convirtiendo en un zombi de un tamaño descomunal.

Pese a que muchos llevamos alertando sobre esta situación durante años, no parece que se haya generado el necesario debate social para responder a la pregunta ¿qué sanidad queremos? Veo necesaria una movilización a todos los niveles, pero no únicamente de protesta -como la marea blanca de Madrid-, sino de propuesta y toma de conciencia. Porque tengo el convencimiento de que si no proponemos como sociedad civil y como profesionales sanitarios implicados en servir lo mejor posible a la sociedad, serán los mercados quienes lo hagan. A ellos les encantan los zombis, sobre todo si bailan a su son.