Una sociedad sin abuelas

Una sociedad sin abuelas

Nos hemos quedado sin abuelas.Y sin confesores. Las abuelas simbolizan esa parte femenina y sabia que había en todas las familias. Los confesores, la posibilidad que siempre ha habido de poder contarle a alguien aquello que nos pesa por dentro.

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Foto: ISTOCK

Nos hemos quedado sin abuelas.Y sin confesores. Las abuelas simbolizan esa parte femenina y sabia que había en todas las familias. Los confesores, la posibilidad que siempre ha habido de poder contarle a alguien aquello que nos pesa por dentro.

En nuestra sociedad nos hemos quedado sin ambos, otra de las muchas cosas que hemos perdido en el camino. Ahora todos tenemos móvil y conexión a internet, consultamos el whatsapp y las redes sociales. Nos relajamos con nuestras teleseries y hacemos deporte viendo partidos y torneos en nuestra sala de estar.

Cuando el niño se pone malo, vamos al centro de salud o a Urgencias del hospital. Cuando nos sentimos mal por que no aguantamos más en el trabajo, con nuestra pareja o con los mil problemas que tenemos, también vamos.

Las abuelas se perdieron. Unas siguen estando en el pueblo, otras en su pisito, del que salen poco. Muchas, en la residencia. Y de los confesores, no les digo nada. Ahora es más moderno: al psicólogo. Pero como sale caro, terminamos en el médico de cabecera que, como no tiene tiempo escuchar nuestras cuitas, nos acaba dando algún medicamento.

Yo echo de menos a las abuelas. Sus manos, sus historias, los guisos suculentos. Sin ellas, esta soledad se hace más difícil de llevar, por mucho prozac que se empeñen en recetarnos.