17-M ¿Dónde está la juventud?

17-M ¿Dónde está la juventud?

Puerta del Sol, Madrid, mayo de 2011Getty Images

En enero de 2011, cuando se cumplían ya tres años de crisis económica y los dirigentes políticos seguían negándola, empezamos todos a conocer y sufrir sus consecuencias: llegan los primeros recortes presupuestarios al mismo tiempo que se disparaba el desempleo. En ese momento, el gobierno socialista impulsó la primera reforma de las pensiones, que ampliaba la edad de jubilación hasta los 67 años e introducía una ampliación de la franja de años a tener en cuenta para el cálculo de la pensión, reduciendo la cuantía a las pensiones.

El 15M fue el preludio de lo que vendría después y uno de los lemas que ya empezaron a sonar por aquel entonces fue el "si no me dejan trabajar, cómo voy a cotizar"

Este golpe a las pensiones fue redoblado por la reforma introducida por el PP en 2013, que es la responsable del descuelgue de las pensiones del nivel de precios y que recortará aún más las pensiones a partir de 2019. Entre la reforma del PP y la del PSOE suman, en total, un recorte de entre el 25% y el 30% en las pensiones según coinciden en señalar los estudios de la Comisión Europea, del Banco de España o la OCDE.

En aquel enero de 2011 los sindicatos minoritarios convocaron una huelga general y manifestaciones a la largo de todo el país en rechazo a esta reforma. La cantidad de gente que participó en aquella movilización no puede compararse con lo que después se vio en el 15-M o en las huelgas generales de 2012, pero fue sorprendente la cantidad de jóvenes que se manifestaron para tratarse de una movilización por las pensiones. Esa movilización fue el preludio de lo que vendría después y uno de los lemas que ya empezaron a sonar por aquel entonces fue el "si no me dejan trabajar, cómo voy a cotizar" que perduró durante el ciclo de movilizaciones que llenaría las calles de jóvenes y no tan jóvenes entre 2011 y 2013.

En las manifestaciones de estas semanas se escucha a muchos pensionistas decir que esto no lo hacen por ellos, es por sus hijos y sus nietos y, a la vez, preguntarse dónde está la juventud

5 años después de que terminara ese ciclo de protestas, 2018 ha hecho resurgir las manifestaciones masivas empujadas por el movimiento feminista y los pensionistas. Las manifestaciones del próximo sábado 17 convocadas por las plataformas en defensa de las pensiones en todas las ciudades de España prometen volver a ser enormes, espoleadas por la bochornosa comparecencia de Rajoy del miércoles en el Congreso.

En las manifestaciones de estas semanas se escucha a muchos pensionistas decir que esto no lo hacen por ellos, que lo hacen por sus hijos y sus nietos y, a la vez, preguntarse dónde está la juventud. Bueno, los jóvenes y, especialmente, las jóvenes, están impulsando y llenando las movilizaciones feministas de las últimas semanas y muchos nos sumaremos el próximo sábado. Pero es cierto que a los jóvenes la jubilación nos parece una quimera y es un pensamiento bastante extendido en nuestra generación el de que no vamos a cobrar una pensión en nuestra vida o, al menos, una que nos sirva para vivir dignamente. No nos faltan razones para pensarlo, los empleos para los jóvenes son escasos y precarios, y las dificultades que sufrimos para acceder un trabajo que nos permita cotizar mínimamente no presagia un futuro muy alagüeño para nuestras pensiones. Pero tirar la toalla y creer que no hay alternativa es darle la razón a Rajoy.

Hay ya una mayoría en la calle y en el Congreso que está pidiendo algo tan radical como que se cumpla la Constitución

Como ya demostramos cuando pusimos fin al bipartidismo en la calle y en las urnas, nada es inevitable. Recuperar un sistema de pensiones público, digno y sostenible es solo cuestión de voluntad política. La reclamación básica de revalorizar la pensión con el IPC costaría 2.300 millones euros, lo mismo que cuesta el rescate de las autopistas radiales, poco más de lo que cuestan las desgravaciones anuales de los planes de pensiones privados y la mitad de lo que se cotizaría si se recuperasen los salarios al nivel de 2011. Y es que para garantizar la calidad de las pensiones a futuro es imprescindible mejorar las condiciones laborales de los jóvenes para incrementar las cotizaciones. Solo así, y haciendo pagar impuestos a quienes más tienen -y no pagan- para complementar la financiación se la Seguridad Social, podemos asegurar que tendremos pensiones públicas dignas cuando lleguemos a viejos. Parece difícil, pero más difícil parecía que Ana Rosa Quintana hiciera huelga el 8 de marzo.

Hay ya una mayoría en la calle y en el Congreso que está pidiendo algo tan radical como que se cumpla la Constitución y que "los poderes públicos garanticen, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad" como ocurre en todos los países de nuestro entorno. Solo falta un empujón más para que PP y Ciudadanos, que están vetando las leyes presentadas por la oposición, sientan el miedo en el cuerpo y caigan en la cuenta e que lo único insostenible es mantener la situación actual. Luchar por que nuestros mayores tengan una pensión digna es luchar por nuestro presente y nuestro futuro, por eso este sábado tres generaciones nos volveremos a encontrar en la calle gritando con la misma voz.

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