La irreverente comunicación política de Trump

La irreverente comunicación política de Trump

Trump utiliza la vieja técnica comunicacional de ir contra las expectativas de la gente para generar un flujo noticioso centrado en su persona. En Trump, la técnica de hombre muerde al perro es de una frecuencia tan elevada que el televidente, lector o quien lo sigue por Twitter está esperando siempre la próxima después de la sorpresa del día.

Washington, 17 de agosto: "Que no dura otra semana... que el debate republicano lo hará trizas, que se pelea con todos, que es un elefante en el bazar, que es racista, misógino".... Pero lo cierto es que el magnate Donald Trump lidera las primarias republicanas, y por el momento, nada parece cuestionar dicho liderazgo.

Es el candidato antisistema político establecido por excelencia, aunque al mismo tiempo representa la elite del capitalismo más salvaje estadounidense. Un portavoz de que el mundo no está hecho para los débiles, Trump utiliza la vieja técnica comunicacional de ir contra las expectativas de la gente para generar un flujo noticioso centrado en su persona.

En Trump, la técnica de hombre muerde al perro es de una frecuencia tan elevada que el televidente, lector o quien lo sigue por Twitter está esperando siempre la próxima después de la sorpresa del día.

"Sí, coloque plata en todas las campañas políticas y en la fundación Clinton (de Bill, Hillary y Chelsea) porque cuando los llamo por teléfono y les pido algo, lo hacen", ha dicho con total desparpajo.

Y lo que es un secreto a voces, que las campañas políticas en los Estados Unidos, en gran parte, están secuestradas por los grandes capitalistas. Tras las afirmaciones de Trump, aparece un "lo ves, al menos el tipo es sincero, se los mete en el bolsillo a todos y se los dice en la cara después".

En momentos en que la clase política estadounidense lega a sus niveles más bajos de aprobación, la comunicación estilo Trump conecta estupendamente con un electorado alienado de la política tradicional estadounidense, anti statu quo y anti Washington.

En momentos en que la clase política estadounidense lega a sus niveles más bajos de aprobación, la comunicación estilo Trump conecta estupendamente con un electorado alienado de la política tradicional estadounidense, anti statu quo y anti Washington.

También conecta con los instintos nacionalistas más a flor de piel del electorado estadounidense, con su consigna de que con "Estados Unidos volverá a ser grande", y de que "es hora de construir un muro en la frontera con México para que os narcos y violadores dejen de entrar al país".

Además, corre a su favor el hecho de que las otras campañas políticas primarias, salvo la del anecdótico Bernia Sanders en la izquierda demócrata, son chatas, aburridas y dentro de lo esperado.

Trump, que por su parte tiene algo de comediante de Broadway, de esos que disparan bromas más o menos chabacanas por un rato, se divierte con sus contendientes, a quienes ningunea frecuentemente mientras hace las delicias de sus partidarios, que asisten embelesados a un espectáculo que no saben cuánto ha de durar.

Trump ha operado tradicionalmente en la peligrosa frontera entre dinero y la política, allí donde si hay inversión, tiene que haber retorno, una vez que quien obtuvo ayuda pasa a tener una posición de poder.

Su manejo mediático se aleja también de la ortodoxia estadounidense de los media trainers, que abogan por no pelearse nunca con el periodista o con los medios, sino por mantenerse uno siempre atento al mensaje que quiere emitir y volver siempre a este mensaje clave.

Su manejo mediático se aleja también de la ortodoxia estadounidense de los media trainers, que abogan por no pelearse nunca con el periodista o con los medios.

Pues con Trump nada es así; no en vano, tenía su programa en la cadena NBC, donde el tradicional "estás despedido" se transformó en frase célebre.

Pues no, Trump desafío a la cadena conservadora Fox como nadie más; y después, los de Rupert Murdoch aliviaron la tensión e hicieron las paces con el magnate de New York.

Si hay un periódico que publica algo que no le agrada, Trump sale al ataque: en esto se parece más a algunos líderes latinoamericanos que a los cautos políticos estadounidenses, que se abrazan a todo lo que sea políticamente correcto en las campañas electorales.

Lo cierto es que Trump ha impuesto un modelo irreverente de comunicación que opera desde y hacia una óptica de poder en todo momento. El resto del tinglado político son marionetas, cuando quiso el los manejo como titiritero, ahora viene por ellos y a ocupar su lugar, con la diferencia de que el no esta a la venta, ya que no hay precio viable.

El otoño boreal nos dirá si las primarias seguirán siendo un tema de estilo más que de programa, y si ese fuese el caso y los carriles del debate no cambian hacia temas sustantivos más específicos, todo parece indicar que el techo de Trump podría seguir alto entre los republicanos. Y las mas recientes encuenstas ya lo muestran competitivo con Hillary Clinton en una eventual competencia presidencial.