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Barcelona da la espalda por fin a los turistas y Portugal asegura que se ha metido en un gran problema
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Barcelona da la espalda por fin a los turistas y Portugal asegura que se ha metido en un gran problema

"Nos sentimos bastante invadidos. Hay un límite".

Calles abarrotadas del Barrio Gótico en un soleado día de verano, Barcelona, España.Getty Images

Barcelona está ante una encrucijada: cómo acoger a millones de visitantes sin alienar a sus propios ciudadanos. La tensión latente explotó en el verano de 2024, cuando un grupo de vecinos, hartos del turismo masivo, lanzó chorros de agua con pistolas de juguete contra turistas desprevenidos en terrazas del centro. La escena, casi cómica a primera vista, recorrió el mundo y se convirtió en un símbolo del creciente rechazo al visitante.

"Nos sentimos bastante invadidos. Hay un límite", critica en declaraciones a CNN Portugal Joan Albert Riu Fortuny, residente de toda la vida. Ese límite parece haberse alcanzado. Barcelona, como Ámsterdam o Bali, depende económicamente del turismo, que representa el 14% de su economía y da empleo a 150.000 personas, pero al mismo tiempo lo sufre.

"La percepción de que Barcelona no quiere turistas nos preocupa", reconoce Mateu Hernández, director del Consorcio de Turismo de la ciudad, durante un encuentro con periodistas extranjeros en Madrid. "Nos preocupa la imagen de Barcelona con exceso de turismo", matiza.

Y no es para menos. En 2024, llegaron 15,5 millones de turistas que pernoctaron en la ciudad, 100.000 menos que el año anterior, una cifra que podría ser indicio de un cambio, o simplemente una pausa temporal. El puerto registró 1,6 millones de cruceristas en tránsito, que invaden la ciudad por unas horas, provocando aglomeraciones en puntos como La Rambla o el Barrio Gótico.

El concejal Jordi Valls admite que hay zonas desbordadas: "El barrio de la Sagrada Familia tiene 50.000 residentes, pero cada día llegan otros 50.000 turistas. Creemos que la demanda turística es imparable. Todos son bienvenidos. Pero hay un límite".

Medidas insuficientes

Para tratar de frenarla, el Gobierno catalán ha propuesto duplicar la tasa turística, que podría superar los 15 euros por noche, y destinar parte de esa recaudación a combatir el sinhogarismo. Sin embargo, las voces críticas consideran que estas medidas no son suficientes. "No hace más que legitimar la propia actividad turística", señala Daniel Pardo, de la Asamblea Vecinal para el Desmantelamiento del Turismo.

Uno de los mayores problemas es la vivienda. Con 60.000 camas disponibles en apartamentos turísticos, los precios de los alquileres residenciales se han disparado un 68% en una década. "Con los apartamentos turísticos, el propietario gana mucho más dinero", lamenta Riu Fortuny.

La ciudad ha anunciado la revocación de las licencias de 10.000 apartamentos turísticos para 2028, pero la medida ha desatado una batalla legal con los propietarios. Al mismo tiempo, Barcelona sigue ampliando infraestructuras. Una nueva terminal de cruceros se inauguró este año, y se discute la ampliación del aeropuerto, que en 2024 batió récords con 55 millones de pasajeros.

Mientras tanto, las autoridades instalan sensores para medir flujos de peatones en zonas saturadas, como La Rambla,y suben los precios de entrada a lugares emblemáticos como el Park Güell para disuadir a las masas. "Estamos haciendo un esfuerzo para gestionar. Pero la temporada alta es temporada alta. Así que habrá más turistas", concluye Valls.

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