Ígor: guía de un pesimista para una buena vida

Ígor: guía de un pesimista para una buena vida

Soy un pesimista en recuperación. Pero, paradójicamente, el pesimismo ha sido un combustible genial para el crecimiento personal. Las patéticas preocupaciones sobre las miserias de la vida me han llevado a luchar por el mejor mundo posible. Y el mayor pesimista de la historia es Ígor.

Soy un pesimista en recuperación; uno eterno. Sé que es una confesión sorprendente, dada la naturaleza de mi página web. Pero, paradójicamente, el pesimismo ha sido un combustible genial para el crecimiento personal. Las patéticas preocupaciones sobre las miserias de la vida me han llevado a luchar por el mejor mundo posible.

Quizá el mayor pesimista de la historia sea Ígor. El burro que comía cardo del cuento de A. A. Milne, Winnie de Pooh.

Hay algo conmovedoramente paradójico sobre Ígor: que tanta risa y alegría puedan venir de un personaje pesimista.

De la misma manera que ser pobres nos enseña a valorar la riqueza, tener el corazón roto nos enseña a amar fielmente, y la lucha y el fracaso magnifican nuestras victorias, la melancolía de Ígor destaca las alegrías de la vida de una manera sutil.

Estas son siete frases clásicas y lecciones de Ígor para tener una vida hermosa:

1. "Gracias por advertir mi presencia".

Es lo que todos queremos. Más allá de nuestras necesidades físicas, el grito existencial por el reconocimiento subyace en todo lo que hacemos.

Ser advertidos, ser amados, ser reconocidos.

Una de las frases favoritas de Ígor destaca el poder del simple reconocimiento de la presencia de alguien. Apreciar la singularidad de su carácter, el descubrimiento inesperado que permite a los amigos compartir el mismo espacio y tiempo. Toda relación se compone de casualidades dignas de asombro.

Y cuando el silencio ya no es incómodo en una relación, "advertir" los unos a los otros es una bonita experiencia que debería ser celebrada.

2.-"Todavía está nevando", dijo Ígor sombríamente.

-"Así es".

-"Y helando".

-"¿Sí?"

-"Sí", dijo Ígor. "Sin embargo", dijo animándose un poco, "no hemos tenido ningún terremoto últimamente".

Todos hemos sacado las cosas de proporción alguna vez. Nuestros problemas se expanden para llenar el espacio que les dejamos, y a menudo les dejamos demasiado espacio.

Los psicólogos lo llaman pensamiento catastrófico, y consiste en ponernos siempre en el peor de los casos: pensamos que ser detenidos significa pasar una noche en la cárcel. El miedo es un mecanismo poderoso y, si no está controlado, no conoce fronteras.

Ígor conoce la clave: la palabra "sin embargo" provoca una revaluación mental, una concienciación que permite una evaluación más racional. Y en realidad, ponerse en el peor de los casos nos permite darnos cuenta de lo injustos y poco realistas que estamos siendo.

3. "Para ellos, una cola no es una cola, solo es un pequeño extra en la espalda".

No todo el mundo te entenderá, y no pasa nada. Celebramos la libertad de expresión, pero a menudo nos molestamos cuando alguien expresa una opinión contraria a la nuestra.

Al igual que tu puedes llevar a un caballo donde está el agua pero no puedes obligarlo a beber, no tiene sentido ponerse como un loco diciéndole a alguien que lo que ve es una cola si todo lo que ve es "un extra en la espalda".

4. "Para los analfabetos, una A son solo tres palos".

La ignorancia da la felicidad, para aquellos que ignoran la felicidad. Ígor debe haber leído a Sócrates, quien dijo que "una vida sin reflexión no merece ser vivida".

El conocimiento tiene el poder de ampliar nuestra experiencia humana. Aprender cualquier idioma es abrirse literalmente a un mundo completamente nuevo. Aprender cualquier destreza aumenta la confianza en uno mismo y la capacidad de añadir valor a la vida de otras personas.

Hazte el regalo de ver algo más que palos; desafíate a aprender una cosa nueva cada día.

5. "Son cosas divertidas, los accidentes. Nunca los tienes hasta que los estás teniendo".

Vivir la vida en un plástico de burbujas puede impedir que jamás nos hagan daño, pero seguro que nos impedirá tener una vida significativa.

Así que, aunque podemos esforzarnos por ser sabios y prudentes, en el fondo dar lo mejor de nosotros es lo mejor que podemos hacer. Los accidentes son indiscriminados, tratar de vivir prediciéndolos es paralizante.

6. "Tener un poco de consideración, tener en cuenta a los demás, marca la diferencia. O eso dicen".

Nuestro mecanismo de supervivencia significa que poseemos un egoísmo inherente. Los bebés aprenden "¡mío!" tan rápido como "mamá" o "papá".

Tan inherente como los actos de egoísmo lo es el deseo por el altruismo; lo hemos dicho mil veces: "Es mejor dar que recibir". Pero la amabilidad requiere un poco más esfuerzo del que nos gustaría admitir; adoptar medidas para reducir la brecha entre el deseo y el acto puede ser una gran batalla interna.

No obstante, la posibilidad de alegrarle el día a alguien, o incluso la vida, a través de lo que podemos dar, debería ser una buena motivación. Incluso si la diferencia pasa desapercibida.

7. -"Todos no podemos y algunos de nosotros no lo hacemos. Es lo que hay."

-"¿El qué no podemos todos?", dijo Pooh, frotándose la nariz.

-"Alegrarnos. Cantar y bailar al corro de la patata."

Es como ser introvertido en una cultura que predica la extroversión. Afortunadamente, hoy en día hay más equilibrio con la introversión, que es considerada menos como un problema que hay que resolver y más como una celebración.

Pero como con cualquier opinión mayoritaria o "norma cultural", siempre existe la tentación de sentir que hay algo malo en ti si no estás cortado por el mismo patrón que los demás.

Simples pero profundas palabras de Ígor: "Todos no podemos, y algunos de nosotros no lo hacemos". Hay belleza en ser diferente. Los patrones están hechos para la ropa, no para la vida.

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Este blog fue publicado originalmente en la sección de Vida Sana de la edición estadounidense de The Huffington Post y ha sido traducida del inglés por María Ulzurrun.