¿Impulsa la ciencia su propia banalización?

¿Impulsa la ciencia su propia banalización?

En demasiadas ocasiones también tenemos la evidencia de que muchos artículos científicos que se publican no tienen auténtica relevancia científica y buscan sobre todo un impacto social. Al mismo tiempo, en los medios se cae a veces en la banalización, al presentarse noticias científicas sin solución de continuidad y de forma anecdótica, sin perspectiva y sin contextualización.

5c8b0ce9200000430470094a

Independientemente de la crisis de modelo -tecnológico, económico e informativo -de los medios de comunicación tradicionales, la información científica, médica y ambiental está hoy más presente que nunca en el espacio informativo gracias sobre todo a la eclosión del modelo digital. Sin duda, el crecimiento de esta temática ha ido en paralelo al interés que demuestra el público por todos los aspectos que tienen que ver con la innovación tecnológica, el descubrimiento científico, las nuevas formas de diagnosticar o curar enfermedades o, simplemente, por la innata curiosidad humana que busca respuestas a sus continuas preguntas vinculadas al interés por conocer y comprender el mundo que nos rodea. Toda esta información procede en su mayor parte de las principales revistas científicas de referencia que hace años inundan casi a diario las redacciones de los medios de comunicación con sus press releases (notas de prensa), en buena parte en búsqueda de la propia notoriedad mediante la transmisión mediática pública.

Esta conjunción de la omnipresencia de los medios de comunicación, del interés subjetivo de la opinión pública y de la gran difusión que han conseguido las investigaciones científicas induce una gran generación de expectativas en la sociedad. Expectativas que pueden llegar a configurar un elemento distorsionador en la formación de la opinión pública y de la cultura científica, médica y ambiental de la población, ya que en muchos casos cantidad y calidad no van de la mano y con cierta frecuencia se cae en la banalización al presentarse las noticias sin solución de continuidad y de forma anecdótica, sin perspectiva y sin una correcta e indispensable contextualización. En demasiadas ocasiones también tenemos la evidencia de que muchos artículos científicos que se publican no tienen auténtica relevancia científica y buscan sobre todo un impacto social. Hay muchos y elocuentes ejemplos.

La discriminación entre la simplificación y la contextualización, por una parte, y entre la trivialización o banalización y la divulgación o socialización de la ciencia, por otra, no ha sido nunca una frontera sencilla. Pero hoy, en que la circulación de la información es continua, rápida y ubicua, se hace mucho más complicada. No hace falta imaginar las consecuencias mistificadoras que ello puede tener en la cultura y opinión públicas.

El problema se complica aún más cuando aprendemos que esto no ocurre sólo en el circuito estricto de la divulgación de las ciencias, como hemos citado, sino que ya se produce en origen, en las revistas científicas fuentes informativas esenciales del periodismo y de la divulgación. Attention decay in science, un estudio publicado en arXiv.org, ha llegado a la conclusión de que hay demasiada publicación científica y que ello no sólo implica una rápida obsolescencia del conocimiento sino que la calidad y singularidad disminuyan en beneficio de la cantidad y de la redundancia.

The advantage of short paper titles, otro reciente análisis publicado en Royal Society Open Science, también hace hincapié en el gran número de artículos científicos que se publican, algunos atraen una atención considerable, pero muchos de los cuales pasan sin pena ni gloria. Los autores se preguntan si esta variación se explica por una sencilla métrica de la presentación del paper: la longitud de su título. La conclusión a la que llegan determina que las revistas que publican artículos con títulos cortos reciben más citas por artículo. Estos resultados son consistentes con la intrigante hipótesis de si los artículos con títulos más cortos pueden ser más fáciles de entender, y por lo tanto, atraer la atención y por ende más citas.

En suma, estamos sometidos a la paradoja de que la ciencia impulsa en determinados casos su propia banalización, con técnicas más o menos similares a las que emplean los medios de comunicación.