Ruy Sánchez: “La gente identifica una buena experiencia con la satisfacción, pero si estás satisfecho estás muerto”

Ruy Sánchez: “La gente identifica una buena experiencia con la satisfacción, pero si estás satisfecho estás muerto”

El escritor mexicano Alberto Ruy Sánchez.NINA SUBIN

Por Winston Manrique Sabogal

Puede un universo literario nacer, expandirse y difuminar fronteras para luego condensarse y volver nacer?

Todo comenzó hace treinta y un años. 1987. Cuando Alberto Ruy Sánchez publicó Los demonios de la lengua y empezó a explorar las paradojas del bien que metamorfosean en mal; yLos nombres del aire, la novela con la cual empezó su expedición por predios del deseo femenino que se convertiría en el Quinteto de Mogador y que lo llevarían a ser un autor de culto. El mismo año en que empezó a dirigir la prestigiosa revista Artes de México.

Tres décadas después de aquel Big bang literario de un universo en expansión en narrativa, poesía y ensayo que lleva en su ADN el mestizaje de los géneros en un territorio nuevo, Ruy Sánchez (Ciudad de México, 1951) condensa buena parte de su mundo en Los sueños de la serpiente (Alfaguara). ¿Treinta libros en treinta años en solo 300 páginas?

Todo apunta a una nueva expansión y renovación.

Memoria-historia, bien-mal, verdad-mentira, arte-belleza y el deseo que se desliza en una digresión del lenguaje que otea el siglo XX para mostrar, en fondo y forma, la metamorfosis de las ideas, ilusiones y utopías convertidas en desdichas y pesadillas y su onda expansiva. Intenta vislumbrar ese quiebre cuando el bien muta en mal.

El sueño de la serpiente empieza con un hombre centenario en un psiquiátrico que intenta armar el rompecabezas de su vida con palabras y dibujos venidos de recuerdos reales y soñados. Un mexicano que termina en la antigua Unión Soviética en pleno periodo comunista de Stalin y un hombre enamorado de la mujer que habría de ser seducida por el asesino de Trotsky. De su novela y de su interés por estudiar y saber el momento en que se forja en la mentalidad de los intelectuales la obligación de apoyar a una dictadura en nombre de una utopía habla Ruy Sánchez en la embajada de México en Madrid, del primer soplo de inspiración, como se ve en este vídeo:

Winston Manrique Sabogal. Laberinto y rompecabezas; narrativa, ensayo, poesía, dibujos, verdad, sueño, un libro que reúne muchos géneros literarios más allá de etiquetas.

Alberto Ruy Sánchez. Muchas veces utilizamos conceptos y maneras de acercarnos a los fenómenos de nuestra vida cotidiana desde un punto de vista que nos impide comprenderlos mejor. Por ejemplo, pensar la literatura a través de los géneros es equivocado. Pienso que el pensamiento sicológico nos impide darnos cuenta de que no estamos hechos de una biografía coherente. La gente no tiene una sicología, somos, en realidad, caos vivos que tienden a la composición y a la descomposición y que el concepto del deseo, como la fuerza motriz de los humanos, nos ayuda a pensar mejor qué hacemos, quiénes somos y qué queremos, y no me refiero solo al deseo sexual. El deseo es un término más amplio...

Ruy Sánchez rompió las etiquetas hace muchos años. Entre 1984 y 1987 trabajó con Octavio Paz como jefe de redacción y luego editor de libros en la revista Vuelta, que dirigía el Nobel mexicano. Pero es ante todo lector. Apasionado lector. Y su biblioteca de unos 50.000 libros son de obras que cada vez que las coge son como la primera vez. Las siente y las vive como el amor y el deseo, todo promesas.

A. Ruy Sánchez. Para mí la literatura es mi vida. Para mí la literatura no estuvo vinculada al deseo de ver mi nombre en un libro, sino al deseo de contar historias y de comprender mi entorno a través de estas historias... La necesidad de decir algo y de explorar realidades. Al mismo tiempo es la expresión de una forma, porque en el arte la forma es contenido. La prisión de tu exploración y de tu manera de estar en el mundo está vinculada a la forma que encuentras para decir algo.

W. Manrique. Pero el lenguaje se va simplificando.

A. Ruy Sánchez. Eso lleva a que malentendamos. O, por ejemplo, la industria editorial ha implantado un anglicismo en España que se ha trasladado a Latinoamérica, la literatura como ficción y no ficción. Estoy en contra, pero no de los anglicismos, las lenguas tienen que ser mezcladas. Pero cuando un concepto empobrece nuestra manera de comprender la realidad, entonces desatendemos nuestro deber de inteligencia. ¿El concepto de No ficción para que nos sirve si tenemos el concepto de Ensayo? Nos sirve para simplificar. Y no nos ayuda a pensar que lo que yo hago y vivo no se divide entre lo que es verdadero y falso. Es una forma del lenguaje del protestantismo y de una forma de creer en la verdad y de que hay escritores que son fieles a la palabra. La diferencia entre el barroco y el protestantismo es que al protestante le interesa el contenido de la palabra y al barroco le interesa la experiencia. Nuestra realidad está hecha de la pluralidad de accesos sensoriales. Restringirlo ayuda a avanzar en un camino y facilitar la comercialización y la clasificación. Pero es una clasificación equivocada porque la verdadera creación está fuera de lo que la gente puede clasificar fácilmente.

Así es que todo el tiempo estamos a riesgo de empobrecer la realidad. Es ahí donde el trabajo de un escritor, como un artesano, tiene una responsabilidad con ese deber de lucidez que debemos tener. Creo en esta obligación artística, que al mismo tiempo es una obligación conceptual y ante el mundo que va del arte a la política o al sexo o a lo que sea... Todo es política y todo es arte, si lo cuidas.

W. Manrique. Desde la era industrial se ha mostrado que somos un barril sin fondo lleno de deseos.

A. Ruy Sánchez. Otro de los prejuicios que no nos ayudan a comprender la vida cotidiana, y que está vinculada con el deseo, es el concepto de satisfacción. Pensándolo en términos sexuales o amorosos, si tuviste una buena experiencia siempre quieres más. La gente identifica una buena experiencia con la satisfacción y eso nunca lo he entendido porque si estás satisfecho estás muerto...

W. Manrique. La maldad es otro tema crucial en el libro.

A. Ruy Sánchez. El mal es uno de los ejes del libro junto con el deseo. Hice un trabajo previo y experimental a lo largo de la historia para saber de que concepto de mal estoy hablando. Y como estoy hablando de las paradojas del bien que se convierte en mal se trata de un concepto muy cercano al de Hannah Arendt, en el momento en el que ella define al mal como el abandono o la claudicación de la capacidad humana de reflexionar y de tomar una decisión...

W. Manrique. La pasividad, la irresponsabilidad.

A. Ruy Sánchez. Sí, y la inercia... Para mí está muy presente una exploración que hice antes sobre el bien y el mal, a partir de los místicos del siglo XVII que estudió Leszek Kolawkowski que se llama Cristianos sin iglesia, que tiene pensamiento marxista, pero él estudia a estos hombres que por querer hacer el bien hacen el mal. Y mi libro Los demonios de la lengua explora a este personaje de la novela Madre Juana de los ángeles. Las historias de jesuitas me gustan.

W. Manrique. Usted estudió en un colegio jesuita.

A. Ruy Sánchez. Más que jesuita soy jesuitólogo (risas). Ahora el norte de México es una zona muy difícil... Las paradojas del bien yo las vinculo al pensamiento marxista que marcó mi adolescencia y mi juventud. Yo en algún momento quise hacer la revolución en Mozambique, y en un buen momento tuve un contrato para ir a hacer cine nacional, hasta que me puse a aprender y hablar portugués y a enterarme de lo que estaba sucediendo y me di cuenta de que estaban forjando una dictadura militar. Las ilusiones del siglo XX, por lo menos a mi generación, nos marcaron y siguen haciéndolo. Yo viví en Europa en la época de las Brigadas Rojas.

W. Manrique. Estudió en París en los años setenta y comprobó las paradojas de movimientos que creyeron positivos.

A. Ruy Sánchez. Es un momento vital haber vivido las ilusiones del siglo en los setenta, pero también examinando más hacia atrás... La gente cuando ve el Quinteto de Mogadorpiensa que yo no me ocupo de política, pero como tú dijiste muy bien eso tambíén es política. En Quinteto de Mogadorllevo una política de escuchar a las mujeres sin suponer o simular que soy feminista, yo entendí, desde el principio, que hay que callar la boca y escuchar y dar cuenta de lo que escuchaba de una manera que nunca usurpara esa voz. Eso es lo que le ha dado vida a ese experimento del deseo que es el Quinteto de Mogador.

De la misma manera esta historia de Los sueños de la serpiente la cuenta un enamorado de Sylvia Ageloff porque quiere darle un lugar a ella, y está en un desconcierto y reconstruyéndose... Como no sabe nada empieza a recordar de cero. También se ve obligado a olvidar lo que sabía o los prejuicios que había sobre Lenin y Stalin y va reconstruyendo y descubriendo el filo del mal. En esta novela no hay hombres buenos... todos pueden ser malos...

W. Manrique. Un ejemplo es Ramón Mercader que, según Álvaro Mutis, que coincidió con él en la cárcel de Lecumberri, era un tipo apreciado que para algunos hizo el mal y para otros no. El hecho es que mató, pero luego en prisión...

A. Ruy Sánchez. Ayudó a muchísima gente... Yo le pregunté a Álvaro Mutis qué había aprendido de esa experiencia en la cárcel, y me dijo: "A no juzgar a la gente".

W. Manrique. ¿Para cuándo la segunda parte?

A. Ruy Sánchez. Quisiera que fuera un ciclo... no lo sé. Estoy trabajando sobre algo que sigue recordando a este hombre, es una encomienda de su jefe que es el director de la KGB que por orden de Stalin le dice que averigüe cómo hizo Ana Ajmatova para sacar el poema Réquiem. Es una historia de la relación de Stalin con el arte, una especie de Salieri, de la seducción de la belleza. Es también una historia de la envidia.

Es la mirada del lector Alberto Ruy Sánchez para quien el libro es algo muy importante en la formación del individuo y la sociedad. "El problema de un gobernante que no lea, por ejemplo, no es que no tenga cultura acumulada sino que le será más difícil leer su realidad y tomar mejores decisiones. Los libros conducen a la realidad por caminos que la enriquecen, no nos alejan de ella", aseguró en noviembre pasado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México), al recibir el premio al Bibliófilo. (Puedes leer aquí su discurso)

Es la voz de pausada pasión de un explorador de laberintos y rompecabezas del alma humana para quien los libros son una multiplicación de su cuerpo, "una experiencia erótica". Todo piel. Todo sentidos.

  5c8a967920000045046f552cAOL

Este artículo se publicó originalmente en la web de WMagazín, la revista literaria online dirigida por el periodista Winston Manrique Sabogal, un espacio para conversar con sosiego sobre literatura, donde él es cronista de encuentros, reportajes y entrevistas a ambos lados del Atlántico, y los lectores son los coautores, con sus lecturas y comentarios.