Aprendiendo un nuevo idioma en la era de Trump

Aprendiendo un nuevo idioma en la era de Trump

El primer día de clase del segundo curso hice algo que nunca había hecho antes: me derrumbé ante mis compañeros llorando histéricamente. No fue porque tuviera miedo a la escuela -la verdad es que estaba emocionada por estar estudiando en los Estados Unidos-, sino porque no sabía el idioma.

WISCI

Un blog de Sabah Hussain

El primer día de clase del segundo curso hice algo que nunca había hecho antes: me derrumbé ante mis compañeros llorando histéricamente. No fue porque tuviera miedo a la escuela -la verdad es que estaba emocionada por estar estudiando en los Estados Unidos-, sino porque no sabía el idioma.

Estaba perdida, confundida, y me sentía excluida. No podía expresar mis sentimientos, expectativas y emoción a mis compañeros, y supe que tendía un año difícil frente a mí. Pensar en todas las adversidades que enfrentaría y cómo podría salir adelante era demasiado abrumador para mí.

Habiendo emigrado a Chicago desde Lahore, Pakistán, en 2006, sé de primera mano lo difícil que es aprender un nuevo idioma. Sin embargo, con el clima político durante esta era de Trump y el resurgimiento de una ola de tensiones raciales, supongo que el proceso de adaptación es más difícil para los migrantes hoy en día.

Es por esto que estoy contenta de haber experimentado cómo se siente aprender un nuevo idioma de nuevo. Este campamento ha abierto mi mente y me ha permitido adentrarme en temas no relacionados con la ciencia que no se aprenden en las aulas: empatía, comprensión y coexistencia.

Hace unos días hicimos un ventilador en una de las clases. Con mi limitado español y el inglés limitado de mi compañera, logramos construirlo. No fue solo el producto final el que me produjo orgullo, sino el proceso que nos llevó a él. Cometimos algún error y usamos un montón de expresiones manuales y acciones para interpretar lo que la otra quería decir. Fue un proceso sumamente difícil construir un ventilador con una compañera con quien no me podía comunicar directamente. De hecho, creo que fuimos las últimas en terminar pero creo que, de alguna manera, fuimos las más exitosas. Ambas aprendimos nuevas palabras en inglés y español de la otra y aprendimos que, a pesar de ser muy diferentes, también somos muy similares.

Habiendo emigrado a Chicago desde Lahore, Pakistán, en 2006, sé de primera mano lo difícil que es aprender un nuevo idioma.

Soy muy afortunada de tener la posibilidad de aprender un nuevo idioma en un ambiente positivo donde los errores son bienvenidos y la hospitalidad es una norma. Muchos migrantes, especialmente latinos y árabes, no tienen la misma fortuna. Lamentablemente, en la actualidad, hay demasiadas noticias sobre árabes como estereotipos de la violencia. Y aun con la hospitalidad que he atestiguado, todavía encuentro difícil entender los coloquialismos del español, las conversaciones muy largas o comunicarme de una manera fluida.

Haber estado en un nuevo país, hablando su idioma y sumergiéndome en su cultura, ha sido sumamente satisfactorio en dos aspectos diferentes: siempre he sido empática, pero ahora he renovado mi entendimiento de cómo los migrantes en Estados Unidos se sienten. Más allá, debido a mi español limitado, he adaptado y encontrado diferentes maneras de expresarme. Resulta que una sonrisa es universal y puede romper barreras que se creían inquebrantables.

Biografía

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Me llamo Sabah Hussain y soy una apasionada de los temas relacionados con el feminismo, los derechos humanos, el medio ambiente y la política. He fungido como consejera adolescente para Girl Up, una campaña bajo la Fundación de las Naciones Unidas, y actualmente dirijo la Coalición de Chicago de Girl Up. Estoy involucrada en la organización del Sindicato de Estudiantes de Chicago. Sirvo también como directora regional del Medio Oeste en la campaña por la presidencia del Youth Council.