El síndrome de la rana hervida

El síndrome de la rana hervida

Si ponemos una rana en una cazuela con agua hirviendo instintivamente saltará fuera pero, en cambio, si encendemos el fuego con una pequeña llama para que vaya aumentando la temperatura de manera gradual... ¿Sabes qué ocurre? La rana no salta y muere sin darse cuenta. Las personas solemos actuar de modo parecido a la rana del experimento.

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Imagen: ISTOCK

Si ponemos una rana en una cazuela con agua hirviendo instintivamente saltará fuera pero, en cambio, si encendemos el fuego con una pequeña llama para que vaya aumentando la temperatura de manera gradual... ¿Sabes qué ocurre?

La rana no salta y muere sin darse cuenta.

Las personas solemos actuar de modo parecido a la rana del experimento. Somos muy capaces de discriminar qué cosas nos gustan y cuáles no, y normalmente tomamos nuestras decisiones en consecuencia.

¿Por qué entonces algunas personas aguantan situaciones que les son claramente desfavorables?

Puede ser por dos motivos:

  1. Lo que habías escogido parecía bueno a priori y, por eso, esperas y esperas con el deseo de que aquello por lo que decidiste apostar termine por cumplir con tus expectativas.
  2. Porque al igual que les sucedía a nuestra amiga la rana, te cambian el "escenario" tan despacio que no te das cuenta hasta que es demasiado tarde.

No son pocas las personas que se encuentran sumergidas en relaciones muy destructivas sin ser capaces de recordar en qué momento cambio todo.

Debes ir con mucho cuidado porque, por desgracia, existen auténticos expertos en cambiar muy despacio aquello que no hubiéramos aceptado de saberlo en un primer momento.

El que te habla, o sea yo, también ha sido una rana hervida...

Hace algunos años cambié de empleo. Las condiciones eran buenas, el trabajo muy motivador y existía la posibilidad de desarrollar una importante carrera profesional en la organización. Eso, según las palabras del responsable de Recursos Humanos, -y posiblemente tú has pasado por alguna situación de este tipo-.

Poco a poco, como le sucedía a la rana, me fui dando cuenta que las personas que tomaban las decisiones en la empresa no compartían esos valores de los que tanto se alardeaba durante las entrevistas y que los intereses eran más particulares de lo que cabría esperar en una empresa de esa envergadura.

Afortunadamente, mis ancas no terminaron en el plato de un elegante restaurante, pero salir de la organización me supuso tomar importantes decisiones en cuanto a mi carrera profesional.

Una manera de asegurarte que no te suceda esto es tener muy claros unos límites coherentes con tus valores.

Puedes hacer una lista con lo que sí se puede y lo que no se puede aceptar en el trabajo, con los amigos o con la pareja y, de vez en cuando, revisa para asegurarte que no estás dentro de una cazuela a fuego lento.

¿Qué tipo de rana eres tú? ¿Eres de los que saltó inmediatamente o de los que te achicharraste?