Me llamo Xavi, soy psicólogo, y creo en el amor

Me llamo Xavi, soy psicólogo, y creo en el amor

¡Pero si el amor no existe! Tan sólo se trata de un conjunto de sensaciones, consecuencia del aumento de los niveles de dopamina y la bajada de los niveles de serotonina. Y es verdad razón. Pero... ¿me enamoro como consecuencia de una reacción química, o se activa esta reacción porque se cumplen los requisitos para que me enamore?

Habrá quien diga... ¡pero si el amor no existe! Tan sólo se trata de un conjunto de sensaciones, consecuencia del aumento de los niveles de dopamina y la bajada de los niveles de serotonina.

Y tienen razón. Por lo menos en parte, pero... ¿qué es antes? ¿El huevo o la gallina? ¿Me enamoro como consecuencia de una reacción química, o se activa esta reacción porque se cumplen los requisitos necesarios para que me enamore?

Cómo psicólogo, mi trabajo consiste en identificar creencias disfuncionales y, mediante el uso de técnicas psicológicas, sustituirlas por pensamientos racionales mucho más adaptativos. Se trata de cambiar la química de mi cerebro mediante el uso del razonamiento, y no al revés.

Pero...¿qué es el amor?

Hay algunas "cosas" sobre las que todos pensamos igual. Por ejemplo, una mesa es un mueble formado por un tablero sobre una o más patas que permite comer, estudiar o sujetar objetos de manera más o menos cómoda. Pero, cuando hablamos de emociones, ya no está tan claro que todos nos podamos poner de acuerdo.

¿Cuál es la definición de "amor"? Las dos primeras acepciones de la RAE son las siguientes:

1. m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.

2. m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.

No sé tú, pero yo no creo en el amor como la manera de "corregir" mi propia insuficiencia, ni de "asegurarme" la reciprocidad en el deseo de unión. Vamos, que ni pienso que soy media naranja, ni creo que sea necesario procurarme la reciprocidad.

Para mí, el amor, y aquí cada uno tenemos nuestra propia respuesta, es estar seguro de que esa persona que me parece tan y tan guapa, quiere esforzarse en alcanzar unos objetivos que compartimos y entiende, de manera parecida a como yo lo hago, el significado de la familia, del trabajo y los amigos.

Ni la necesito, ni me completa, pero cuando por la mañana abro los ojos y la veo junto a mí, siempre pienso: "Este día promete".

Sé que junto a ella soy mucho más feliz de lo que nunca hubiera imaginado. Sé que me preocupa más su bienestar que el de cualquier otro, sé que puedo ser yo mismo, sé que está cuando la necesito, y sé que ve en mí virtudes que parecen invisibles a los demás, incluso a mí mismo.

Ni es eterno, ni mueve montañas, y por eso me esfuerzo cada día en cuidarlo.

Existen una serie de falsas creencias sobre el amor que, en mi opinión, nos hacen un flaco favor. La mayoría de ellas las podemos encontrar reflejadas en un mito oriental que dice en lo siguiente:

El Hilo rojo del destino es un cordón que los dioses nos atan en el dedo y al otro extremo atan a la persona que está destinada a ser nuestro amante. No se trata de un cordón normal, es un cordón mágico, por más que parezca que no encuentras a la persona (según el relato, a la única persona), al final terminarás por conocerla, porque este hilo no se puede romper nunca.

No es necesario hacer nada, se supone que estás predestinado a conocer a quien tiene anudado el otro extremo... Por lo que, si te encuentras sin pareja, relájate, es cosa de magia. Y si compartes tu vida con alguien que no te ayuda a ser feliz, tampoco pasa nada. Es porque el  hilo se ha enredado, pero ya si eso, cualquier día se desenreda y te das cuenta de que al otro lado tenías atado a tu príncipe o a tu princesa.

¿Qué te parece? No tiene mucho sentido, ¿verdad? Pero, no son pocas las personas que se sienten solas o están interesadas en compartir su vida con alguien y actúan como si realmente tuvieran un hilo atado. "No hay prisa", dicen, "el amor puede llegar en cualquier momento, lo importante es estar bien con uno mismo. Seguro que lo conoceré cuando menos me lo espere". Y es cierto, o por lo menos en parte.

Estoy de acuerdo en que lo importante es estar bien con uno mismo, pero eso no significa que no me pueda apetecer compartir lo bien que estoy con otra persona. De hecho, muchas de estas personas que hablan con desprecio de quienes se esfuerzan por conocer gente, cuando finalmente encuentran a la que se supone que es su media naranja, empiezan a defender a ultranza las ventajas de tener pareja y lo infelices que son los que no la tienen. Son como esos exfumadores que se pasan media vida defendiendo su derecho a fumar en cualquier sitio y la otra media martirizando al pobre incauto que fume a menos de 100 metros.

Olvídate de lo que se supone que te tiene que apetecer. Si quieres tener pareja, o una familia, o ser padre o madre, ponte a ello. Lo siento... no hay hilo ni cordón, ni medias naranjas. Si quieres conocer a una persona de quien te puedas enamorar, vas a tener que esforzarte.

No va a ser fácil, es más, ya te adelanto que te va a doler. Te van a rechazar, mentir, utilizar, engañar, pasarás noches en vela y te preguntaras un millón de veces si realmente merece la pena... Pero, si no te rindes, un día conocerás a esa persona que te resultará muy, muy atractiva, con la que compartirás un mismo proyecto de vida y que entenderá de manera parecida a como tú lo haces la importancia de la familia, los amigos y el trabajo.

Y entonces, de repente, una mañana al abrir los ojos y verlos junto a tí, pensarás. "Este día promete".

Por fin te darás cuenta de que sí que ha merecido la pena. El resto ya sólo depende de la dopamina.