Lo que el escote de Carmen Calvo deja al descubierto

Lo que el escote de Carmen Calvo deja al descubierto

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Nada como un buen escote para dejar en evidencia, destapar, airear. Su efecto es inmediato. Los hay pronunciados, tipo halter, de encaje, con efecto push-up... Lo mismo da: si te colocas uno enseguida lo notarás. Al principio todo el mundo disimulará con normalidad. A los pocos segundos ciertas personas te mirarán fijamente a los ojos y dejarán de parpadear. Las gargantas tragarán saliva. Se tocarán el cuello por detrás. Y tras varios carraspeos nerviosos y alguna que otra luxación de columna aquello que permanecía oculto en lo más recóndito del ser humano empezará a asomar... Ya se habrán dado cuenta de que no nos referimos a las tetas.

Esta semana nuestra flamante vicepresidenta, Carmen Calvo, visitó El Vaticano provista con uno de estos artilugios y los resultados fueron instantáneos: los Mauricio Colmenero españoles se manifestaron ipso facto. Mientras un columnisto hacía referencia a lo inapropiado de su vestimenta, varios locutoros se reían y burlaban de ella. "El Valle de las Caídas" lo apodaron, se debían estar mirando todos abajo.

Fijaos si tiene alcance el cachivache este que no hace falta ni que estén físicamente presentes, con sólo ver la foto en el diario ellos mismos se delataron.

Fijaos si tiene alcance el cachivache este que no hace falta ni que estén físicamente presentes, con sólo ver la foto en el diario ellos mismos se delataron. Este aparato desenmascarador de personajes vetustos atrapados en el tiempo es realmente eficaz. Se adquiere en cualquier tienda y es muy fácil de usar. Los hay de varios tamaños y funcionan como los detectores de metales que encuentran tesoros enterrados, pero lo que éstos detectan es aquello que hay que mantener lejos, lo que hay que desechar de verdad: los rastrojos, los viejunos, los caducos, los dinosaurios, los Torrentes, los rancios, los anticuados, los reaccionarios, los trasnochados, los prehistóricos, los acomplejados, los seres rastreros, los sapos.

No es la primera vez que una mujer política deja en evidencia las carencias del sistema. Hace unos años varios representantes canadienses se quejaron de la voluptuosidad de una de sus diputadas en la foto oficial. ¡Resulta que Rathika Sitsabaiesan había osado posar con un molesto pliegue de piel bajo su cara! Decidieron borrárselo con Photoshop para no provocar una catástrofe nacional.

Los canalillos son al machirulo lo que el sol al vampiro, no los pueden soportar. Se les cae la piel a trozos, les salen sarpullidos, los ojos les saltan de las cuencas...

Los canalillos son al machirulo lo que el sol al vampiro, no los pueden soportar. Se les cae la piel a trozos, les salen sarpullidos, los ojos les saltan de las cuencas... La escena es difícil de presenciar. Algunas alumnas los llevan a veces a clase y vienen fenomenal para identificar a profesores machistas y ventilar el centro renovando al personal. Ellos mismos se alteran, se desconcentran, entran en bucle y revientan. Mucho más rápido que el Cucal. Los efectos son mucho más virulentos si el escote lo llevan mujeres poderosas y mayores de 50, como le ocurrió a nuestra vicepresidenta o a la canciller alemana Angela Merkel hace unos años al acudir a la ópera con uno de estos artefactos. Al día siguiente los diarios se llenaron de periodistos declarados.

Desde aquí quiero dar las gracias a Carmen Calvo, no sólo por el gran trabajo que está haciendo día tras día, sino por dejar al aire las vergüenzas de este país. Su escote ha sido otra estrategia feminista más, que ha puesto el foco y la mirada de toda España no sobre el cuerpo de las mujeres sino sobre la calaña que aún sigue campando a sus anchas. Los escotes pueden ser inventos antipatriarcado si sabemos interpretarlos. En la época del destape declaraban "este es mi cuerpo, aquí estoy yo". Ahora significan "ahí están ellos, míralos".