Nuevo Ford Fiesta: papá me deja el coche

Nuevo Ford Fiesta: papá me deja el coche

El comprador de un nuevo Fiesta recibirá dos llaves de contacto. Una de ellas puede programarse para que el coche funcione con algunos parámetros modificados: no superar los 140 kilómetros por hora, no desconectar los sistemas de ayuda a la conducción y sólo se pondrá en marcha si todos los cinturones de seguridad están conectados.

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Fue en 1976 cuando Henry Ford II inauguraba en Almusafes la que por entonces era la mayor fábrica de Ford en el Mundo. La crisis energética del 73 había obligado a la compañía americana a prestar atención a los pequeños coches compactos, de los que no disponía en Europa. El éxito del Golf, Renault 5 o Fiat 127 decidió a la marca a fabricar por vez primera un coche de tracción delantera y dimensiones reducidas. Y para ello, tras no pocos estudios y polémicas, se decidió por las cercanías de Valencia, sobre lo que años antes eran unos naranjales. Desde entonces hasta hoy, el Fiesta ha sido el coche más vendido de Ford, superando las 12 millones de unidades.

Aquel primer Fiesta constituyó un hito en el mercado Español. Por primera vez en nuestro país se construía un coche con los estándares de calidad y fiabilidad que se exigían en Alemania e imprescindibles para su exportación a todos los rincones del mundo. Aquel primer Fiesta, en estos aspectos, superaba muy ampliamente al Renault 5 y Seat 127, destinados mayoritariamente al mercado doméstico.

Con aquel Fiesta los españoles empezaron a ser conscientes de que había automóviles fabricados en nuestro país que podían competir en los mercados internacionales por algo más que por precio. La industria auxiliar también entendió muy pronto que había que fabricar con otros parámetros si queríamos ser una potencia mundial en la fabricación de automóviles, aunque fueran de formato pequeño. Así ocurrió una década después, cuando General Motors en Zaragoza y Volkswagen en Pamplona y Barcelona, colocaron a la industria nacional de automoción entre las cinco primeras del Mundo y en segundo lugar de Europa, por delante de Italia, Francia y Gran Bretaña. Aquel primer Fiesta del 76 fue la primera piedra.

Luego vinieron hasta seis generaciones del Fiesta, que se convierte en uno de los coches que más tiempo ha mantenido su denominación y desde luego, el que más en la marca Ford. Ya estos Fiesta no tuvieron una significación tan especial como el primero. Siempre han sido coches muy bien elaborados y de una fiabilidad mecánica por encima de la norma, pero sin sobresalir sobre la enorme oferta de los competidores en ese segmento llamado B: Opel Corsa, Volkswagen Polo, Seat Ibiza, Renault Clio, Citroën C3 o Peugeot 208. Cada uno de ellos tiene argumentos mejores y peores que el Fiesta.

La última generación aparece en el mercado en el año 2008 y es el primer Fiesta que no se fabrica en Almusafes, lo que tiene algo de nostálgico. Tampoco aporta nada en especial que le haga sobresalir sobre la competencia. Pero 4 años después del lanzamiento, es decir, ahora, se toma una decisión que sí que aporta al Fiesta de argumentos diferenciadores; o para ser más exactos, dos decisiones fundamentales.

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El nuevo Ford Fiesta. Foto: Web oficial de Ford.

La primera de ellas es de orden técnico: la incorporación al Fiesta de la nueva generación de motores Eco Boost que habían aparecido ya en los modelos de la gama superior, el Focus. Son motores nacidos para demostrar que la explosión (gasolina) es tanto o más válida que la combustión (diesel), algo que parecía imposible en estos últimos años en que los motores turbodiésel de inyección directa y common-rail han alcanzado niveles de eficiencia asombrosos. Pues bien, estos pequeños motores de 1.000 centímetros cúbicos de gasolina, de 3 cilindros y turbo, obtienen potencias (100 y 125 caballos) similares a los motores 1.600 de la generación anterior, pero con valores de consumo mucho más bajos: 4,3 litros/100 kilómetros y emisiones de 99 gr de CO2 por km. Y todo ello, naturalmente con el agrado de conducción de los motores de gasolina y turbo. Baste añadir que este motor ha sido galardonado con el título International Engine of the year 2012, que es algo así como el Nobel de los motores. Las características mecánicas y las prestaciones las pueden ver pormenorizadas en la página web de Ford en España.

El segundo elemento diferenciador es un puro ejercicio de marketing. Para ello, han comenzado por lavarle la cara al Fiesta de 2008, con un frontal más espectacular y algunos detalles interiores muy cuidados. Pero esto no es lo más importante del Fiesta 2013, sino su equipamiento tecnológico. Aquí los responsables de Ford han echado el resto al incluir en este coche del segmento B elementos de seguridad y de confort más habituales en el segmento superior. Tres ejemplos:

El Active City Stop detiene el coche sin que actúe el conductor, ante el riesgo de colisión y a velocidades por debajo de 30 kilómetros por hora. Ha demostrado en vehículos de otras marcas y otras categorías, que este sistema es muy eficaz para evitar las colisiones debidas al despiste en conducción urbana o en caravana. No funciona para peatones, como otros sistemas más sofisticados, pero también es cierto que tiene un precio muy asequible para todos los compradores del Fiesta: 300 euros.

Otro elemento tecnológico es el Ford Sync. Se trata de un avisador de incidencias, especialmente de accidentes. Mediante la localización por GPS, cuando el sistema detecta que los airbags se han disparado, automáticamente avisa al centro de asistencia de la marca a través de línea telefónica y este centro, si no recibe más información, inmediatamente da aviso a las organizaciones de emergencia. También es un sistema ya en servicio en otras marcas, pero hasta ahora reservado a modelos de gama alta.

Y finalmente el que a mí me parece más curioso, denominado MyKey. Es el anticipo de lo que en un futuro más o menos próximo será el coche "a la carta". El comprador de un nuevo Fiesta recibirá dos llaves de contacto. Una de ellas puede programarse para que el coche funcione con algunos parámetros modificados: por ejemplo, no podrá superar los 140 kilómetros por hora, no se podrán desconectar los sistemas de ayuda a la conducción y sólo se pondrá en marcha si todos los cinturones de seguridad están conectados; también se anticipa el aviso de reserva de combustible. Este sistema está pensado para padres que dejan el coche a sus hijos y quieren limitar su uso, o para empresas que quieren que los conductores de su coche de flota no sobrepasen determinada velocidad...

Es cierto que es un elemento puramente de marketing, de utilidad práctica bastante discutible. Pero no deja de ser una prueba de ingenio que puede marcar tendencias. El tiempo nos dirá si tiene éxito o si va a convertirse en otro gadget que quede en el baúl de los recuerdos, como los avisadores con voz o las cuatro ruedas directrices hoy prácticamente olvidados. Pero me da a mí que esto es algo más prometedor.

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Foto: Web oficial de Ford.