El triunfo de las mujeres y los valores en los Goya
Hay dos palabras que definen la gala de los Goya 2019: sororidad y diversidad. Anoche actrices y actores nos emocionaron hasta hacernos llorar. La cultura es el reflejo de las inquietudes y los conflictos de una sociedad y ayer el cine español dejó claro cuál es el reto que tenemos por delante: incluir a todas personas discriminadas por su género, cultura, identidad sexual o capacidad.
Este año ¡por fin! los protagonistas no fueron los vestidos de alta costura de las mujeres sino sus mensajes. Fuerza, apoyo, compañerismo y compromiso se combinaron a la perfección tanto en la alfombra roja como en el auditorio. "No somos competidoras" declaraban las nominadas antes de entrar. El primer momento brillante de la noche lo puso Carolina Yuste, Mejor Actriz de Reparto "Cuando se nos da la voz a las mujeres salen cosas como Carmen y Lola que hacen de este mundo un sitio más sanito". Tras esta primera declaración de intenciones fue todo un no parar. Eva Llorach, Mejor Actriz Revelación (y Mejor Persona) no necesitó tacones de 10 centímetros para levantar a todas mujeres nominadas de la sala: "Somos pocas, pero el cine puede cambiar las cosas y hacer un mundo más igualitario". Arantxa Echevarría, mejor Dirección Novel nos regaló la joya de la noche: "La madurez de una sociedad se mide por el lugar que ocupa la mujer en ella". Verdaderamente especial y simbólico fue el Goya a Laura Pedro en Efectos Especiales, sector en el que sólo hay un 1% de mujeres.
Pero el fulgor femenino no sólo iluminó en sus discursos. La propia gala lucía el lema #NiUnaMenos en los abanicos rojos repartidos por CIMA y que fueron el complemento ideal tanto para mujeres como para hombres. Hasta el presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, Mariano Barroso, nos dedicó unas palabras: "Ha llegado el momento de que cuando una hija diga que quiere dedicarse al sector audiovisual sus padres no tengan miedo". Entre los hombres premiados también escuchamos emotivos discursos sobre la conciliación y la paternidad (qué necesario Roberto Fernández) y numerosos cantos la inclusión y la diversidad. Maravilloso e inolvidable Jesús Vidal. Pero no sólo las actrices y los actores sino las propias películas premiadas, Carmen y Lola, Campeones, Gaza, Roma... fueron una oda a los valores.
Fue tanto y tan fuerte el fulgor del compromiso social, que el papel de los presentadores se quedó aislado y perdido. Al lado del enorme ejercicio de autocrítica y compromiso que demostró el sector de cine, el gremio de "humoristos" se quedó muy pequeñito. Silvia Abril y Andreu Buenafuente empezaron la gala lamentando que se hablara tanto de los límites del humor para luego no dejar de hacer referencia a ello. El guión no fue en absoluto creíble, mucho menos sincero. Metieron con calzador reivindicaciones para visibilizar el talento femenino, puro postureo. Excepto Silvia Abril, ni rastro de mujeres cómicas españolas en el escenario. A quienes sí vimos, qué casualidad, es a todos los colegas varones del anuncio de Campofrío. El momento más lamentable de la noche fue precisamente cuando Andreu Buenafuente pidió "dejar tranquilo al humor". Una lástima que ni él ni sus compañeros de profesión estuvieran a la altura del resto de la gala, que no era por encima ni en las alturas como David Broncano y Berto Romero, sino a nuestro lado, con la audiencia, al pie del cañón, escuchando.
Ayer tanto actrices como actores nos demostraron que el arte sí puede, y debe, estar al lado de la gente. La cultura es el motor que mueve las emociones y transforma las creencias de la sociedad y en eso el cine (y el humor) tienen mucho que aportar. Ayer el mundo del cine nos emocionó y nos dio una verdadera lección de compromiso y de humanidad.