Así fue la coronación de Isabel II y así será la de Carlos III
El nuevo monarca hará cambios con los que pretende marcar perfil propio en su gran día.
Fue el primer gran evento internacional retransmitido por televisión y una manera de que los británicos entraran de lleno en la familia real. La coronación de Isabel II en junio de 1953 fue seguida por más de 27 millones de espectadores que no perdieron detalle del espectáculo de pompa y tradición que se encargó de supervisar su inseparable Felipe de Edimburgo. El próximo 6 de mayo llega el turno de su hijo, Carlos III.
A pesar de que el nuevo monarca seguirá la estela de sus predecesores, el rey quiere que la ceremonia religiosa sea un "reflejo” de su tiempo, por lo que habrá notables diferencias con respecto a la de su madre, en consonancia con el deseo de Carlos III de abanderar una monarquía modernizada y reducida.
Lo que sí se mantendrá es el lugar, la Abadía de Westminster, donde también se celebró el funeral de Isabel II el pasado septiembre. Carlos y Camilla recorrerán el camino entre el templo y el palacio de Buckingham con otros miembros de la familia real para dejarse ver ante los miles de británicos que se espera salgan a las calles. Además, habrá actividades lúdicas durante todo el fin de semana entre las que destaca el concierto que se celebrará el domingo 7 en el castillo de Windsor.
Menos invitados y con un perfil diferente
La diferencia más sustancial entre las coronaciones de Isabel II y Carlos III es la del número de invitados. Mientras que la anterior soberana reunió a más de 8.200 personas para su entronización, su hijo ha invitado a alrededor de 2.000 personas. Con su lista de invitados el nuevo monarca ha roto otra tradición, ya que tradicionalmente no asistían a las coronaciones miembros de otras casas reales, algo que sí sucederá el 6 de mayo.
Entre los royals que han confirmado su asistencia están Felipe y Letizia, que han sido invitados en calidad de jefe de Estado y consorte, o el rey Carlos Gustavo de Suecia junto con la princesa heredera, Victoria. Según ha publicado en los últimos días The Telegraph, Carlos III también ha reducido la lista de nobles invitados al servicio religioso, que será más corto que el de su madre. Se espera que la coronación dure alrededor de una hora, mientras que la de Isabel II se extendió durante más de tres horas.
La ceremonia fue tan larga que, como rememoró la propia Isabel II en 2018, algunos nobles llevaron sándwiches y los escondieron en sus coronas por si les entraba el hambre en algún momento del servicio. Igual que sucediera en 1953, el arzobispo de Canterbury será el encargado de oficiar la ceremonia.
La primera consorte coronada en casi un siglo
La reina Camilla, que el 6 de mayo dejará de ser conocida como reina consorte para ser reina a secas, será la otra protagonista de la ceremonia ya que será coronada junto a su marido. Será la primera consorte en hacerlo desde 1937, cuando fueron coronados el rey Jorge VI y la reina Isabel, la reina madre, ya que el duque de Edimburgo no fue coronado rey cuando Isabel II subió al trono.
“A menos que se decida lo contrario, una reina consorte es coronada junto al rey, en una ceremonia similar pero más sencilla. Si el nuevo soberano es una reina, su consorte no será coronado o ungido en la ceremonia de coronación”, explica Buckingham sobre el protocolo.
Con la coronación de Camilla se cumple el “sincero deseo” de Isabel II de que la mujer de Carlos III tuviera el título de reina y no de princesa consorte, como se sugirió que sería durante años. La antigua monarca expresó su voluntad en una carta publicada en el 70º aniversario de su reinado en la que también valoró “el servicio leal” de la nueva reina.
Una etiqueta menos extravagante
En ese esfuerzo por ofrecer la imagen de una monarquía moderna, Carlos III ha pedido ‘relajar’ la etiqueta del evento y, según publican los medios británicos, ha pedido a los nobles británicos que no vistan las coronas y capas de armiño y terciopelo rojo que tradicionalmente se lucían en las coronaciones. Estas prendas se heredan de generación en generación durante y son una manera de certificar el estatus y el rango de las familias de la aristocracia británica. Según publica The Telegraph, Buckingham sí permitirá que los nobles que formen parte de la cámara de diputados vistan las capas que se utilizan en la apertura del parlamento, más discretas que las otras.
De esta forma no se repetirán las imágenes del monarca rodeado de decenas de nobles ataviados con las tradicionales capas de armiño que sí se tomaron en la coronación de Isabel II. Para su gran día, la joven reina llevó un vestido de seda blanca con cristales y perlas bordadas diseñado por el Norman Hartnell. La prenda también llevaba bordados en hilo de oro y plata los emblemas del Reino Unido y de la Commonwealth. Por encima, la monarca vistió un manto púrpura elaborado para la ocasión que necesitó 3.500 horas de trabajo y doce costureras para hacerla.
Carlos III lo tendrá más fácil y se espera que lleve su uniforme militar, sin demasiadas extravagancias añadidas. Eso sí, el monarca sí lucirá varios mantos a lo largo de la ceremonia, además de dos coronas. La primera y la más importante, la corona de San Eduardo, considerada la pieza de joyería más valiosa de la monarquía británica y una de las más antiguas, ya que data de 1661. Es la corona que llevará en el momento en el que sea coronado rey en la Abadía de Westminster y la misma que llevó su madre.
Siguiendo la estela de Isabel II, el nuevo rey abandonará el templo luciendo la corona imperial, que será la que portará para saludar a los británicos desde el balcón de Buckingham. Esta corona es más reciente, se creó en 1838 para la coronación de la reina Victoria, y es la que se suele utilizar para la apertura del parlamento.
La reina Camilla también lucirá una corona y finalmente se ha decantado por la corona de la reina María, la bisabuela de Carlos III, evitando elegir otras joyas con diamantes salpicados por el pasado colonial de la monarquía británica. Se trata de una pieza creada en 1911 para la coronación de Jorge V que se modificará para incluir varios diamantes del joyero personal de Isabel II a modo de homenaje.
La carroza dorada pasa a un segundo plano
Al igual que la difunta monarca, Carlos y Camilla se darán un auténtico baño de masas en las procesiones que los llevarán de Buckingham a la Abadía de Westminster y de vuelta al palacio al terminar la ceremonia religiosa. En este recorrido también habrá algunas diferencias respecto a la coronación de Isabel II, que se desplazó en ambas ocasiones en el ostentoso Carruaje de Estado Dorado. La propia soberana rememoró en 2018 que la experiencia había sido “horrible” por la incomodidad de la carroza.
El vehículo, símbolo del lujo monárquico y de poco gusto para algunos sectores de la sociedad, quedará en un segundo plano en la coronación de Carlos III, que solo se subirá a ella tras terminar la ceremonia para volver a Buckingham en un largo recorrido en el que también participarán las fuerzas armadas y otros miembros de la familia real como los príncipes de Gales. Se fabricó en 1760 y la última vez que se utilizó fue en el Jubileo de Platino de Isabel II, donde la monarca fue sustituida por un holograma.
En el recorrido de primera hora de la mañana para llegar al templo, conocido como la Procesión del Rey, los reyes utilizarán la carroza del Jubileo de Diamante, construida en 2014 para conmemorar el 60º aniversario de reinado de Isabel II.
El papel protagonista de Guillermo y la presencia de otros royals
Hace 70 años todos los grandes duques de Reino Unido se arrodillaron y juraron lealtad uno por uno a Isabel II. Esas imágenes no se repetirán en la coronación de Carlos III, en la que solo una persona se arrodillará y rendirá pleitesía al nuevo monarca: el príncipe Guillermo. El nuevo monarca concede así un papel protagonista al heredero y muy diferente al que desempeñó él en la entronización de su madre, cuando solo era un niño y un mero espectador.
El príncipe de Gales será el miembro de la familia real con mayor presencia durante la ceremonia y estará acompañado por Kate Middleton y sus tres hijos, Jorge, Carlota y Luis. Su hijo mayor, el príncipe Jorge, será uno de los pajes reales. Tampoco faltará el príncipe Harry, pero en un segundo plano y en solitario, puesto que Meghan Markle y sus dos hijos se quedan en California.
Los medios británicos han señalado en las últimas semanas que el nuevo monarca quiere que la coronación sea la primera ocasión en la que mostrar su idea de monarquía reducida y que solo los miembros en activo de la familia real participen en la procesión de vuelta a Buckingham y saluden desde el balcón. Por lo tanto, ni el príncipe Harry ni el príncipe Andrés saldrán a saludar a los británicos.
Está por ver qué lugar ocupa el príncipe Andrés, apartado de la monarquía por sus vínculos con el pedófilo Jeffrey Epstein, ya que forma parte de la Orden de la Jarretera. Si se sigue el ejemplo de la coronación de Isabel II, cuatro miembros de la orden — de la que también forma parte Felipe VI—, deberán ayudar al monarca en algunos momentos de la ceremonia, por lo que todavía está la posibilidad de que Carlos III elija a su hermano. Tradicionalmente los miembros de la familia real no han participado de manera activa en las ceremonias de coronación.