Los alimentos que provocan una mala digestión en el planeta
Millones de toneladas de fertilizantes, hormonas y antibióticos, y un ingente consumo de agua y energía, provocan daños al planeta y a nuestra salud.
Curiosamente, el alimento que peor le sienta al planeta es aquel que no se consume, el que se desperdicia. Pero cuidado con viejos conocidos, como el aceite de palma, la carne de vacuno y la soja; o, ahora que se acercan fechas tan festivas, con los langostinos y las uvas.
Ningún alimento tiene por qué ser malo per se. Son los métodos de cultivo y crianza, amparados en un mercado donde resulta más barato importar alimentos desde miles de kilómetros que producirlos aquí, los que convierten en "villanos ambientales" a algunos ingredientes de nuestra dieta.
Millones de toneladas de fertilizantes, pesticidas, hormonas y antibióticos, además del consumo de ingentes cantidades de agua, energía y suelo fértil, provocan no solo daños a la salud del planeta, sino también a la nuestra.
Greenpeace organiza los próximos días 2 y 3 de diciembre en veinte ciudades españolas las jornadas HAZ, donde se conocerán y cocinarán alimentos ecológicamente sostenibles y se darán claves para preparar un menú navideño diferente y respetuoso con el medio ambiente.
Dentro de esta campaña de la ONG recuerdan que la unión de agricultura, ganadería, silvicultura (cultivo de montes/bosques) y pesca es el cuarto emisor de gases de efecto invernadero en nuestro país y que solo las dos primeras emplean el 84,3% del agua dulce en España. Por todo esto, conviene conocer de cerca cuáles son los alimentos que peor le sientan al planeta.
1. LOS QUE SE DESECHAN
Ya hemos hablado por aquí en más de una ocasión del tercio de alimentos (datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) que se desechan anualmente en todo el mundo y de cómo recuperarlos. El último libro del divulgador ambiental y ecologista Paul Hawken (Drawdown: The most comprehensive plan ever proposed to reverse global warming) pone en la cúspide de la lucha cotidiana contra el cambio climático la reducción de ese desperdicio. Atención al dato: si el desecho de alimentos fuera un país, sería la tercera potencia en emisiones de gases de efecto invernadero, solo superado por China y Estados Unidos.
2. LOS SOBREENVASADOS
Siempre es mejor la opción de compra a granel que cualquier alimento recubierto con varias capas de plástico, papel o envases complejos. Para ello se puede echar mano de nuestro artículo sobre la reducción de nuestra dieta de plástico o bien apostar por el pequeño comercio de barrio donde aún es posible comprar sueltas las magdalenas, las lentejas, los tomates, las aceitunas y ahora que vienen las navidades, los mazapanes, polvorones y bombones.
3. LOS QUE TIENEN MUCHA CARNE
La carne, en especial la de vacuno y cordero, aparece en primer lugar en todas las listas de mayores consumos de agua y suelo, y emisiones de gases de efecto invernadero. El libro de Paul Hawken recuerda que acapara incluso el 70% de la tierra agrícola mundial, destinada a la alimentación del ganado.
Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud acaba de pedir a las industrias agropecuaria, piscicultora y alimentaria que "dejen de utilizar sistemáticamente antibióticos para estimular el crecimiento y prevenir enfermedades en animales" para "preservar la eficacia de los antibióticos importantes para la medicina humana". España debería apuntarse bien esta "receta", ya que según la Agencia Europea de los Medicamentos es el país de la Unión Europea que más antibióticos usa en la cría de ganado.
4. LOS QUE VIENEN DE MUY LEJOS
Aquí entrarían algunos que comenzarán a ser las estrellas de expositores y cocinas durante los próximos días: langostinos de Ecuador, que además esquilman bosques de manglares; uvas de Chile, Perú y la India; piñas del trópico americano; y hasta frutas desecadas envasadas en España pero procedentes de Filipinas y Tailandia.
ONG ecologistas, pero también de ayuda al desarrollo, critican no solo los efectos ambientales de este kilométrico viaje alimentario, sino también las condiciones de explotación de tierras y campesinos en las que se dan.
5. LOS QUE DESTRUYEN SELVAS
Entre estos están también algunos que recorren miles de kilómetros, como el aceite de palma (desde Malasia e Indonesia), que acaba en infinidad de alimentos procesados, especialmente de bollería industrial; y la soja (desde Sudamérica y en gran medida transgénica), utilizada principalmente para la fabricación de piensos animales pero también para surtir la creciente demanda en alimentación humana.
En ambos casos, las selvas del sudeste asiático y de la Amazonia sufren la expansión de la frontera agrícola, pero también otras,como las del Congo y las de México por el boom del aguacate. Hay estudios científicos que corroboran que en el sudeste asiático, el 45% de las plantaciones de palma aceitera muestreadas están en áreas que eran bosques en 1989. Para América del Sur, el porcentaje es del 31% y para Mesoamérica y África, se quedan en el 2% y el 7%, respectivamente.
6. LOS QUE ESQUILMAN MARES
Para este epígrafe, nada como las conclusiones del último informe de la FAO El estado mundial de la pesca y la acuicultura para hacer una aproximación: el 31% de las poblaciones de peces marinos de todo el mundo de importancia comercial están sobreexplotadas; el 58,1 se consideran plenamente explotadas y solo el 10,5 aparecen como poco explotadas.
A partir de aquí la FAO da nombres propios: en el Mediterráneo y el Mar Negro todas las poblaciones de merluza (Merluccius merluccius) y la mayoría de las de salmonete de roca (Mullus barbatus) están sobreexplotadas. También da la voz de alarma sobre el bacalao (Gadus morhua) del Atlántico noroccidental y nororiental y un toque de atención sobre la demanda de mercado del atún, que "sigue siendo elevada y su flota pesquera continúa teniendo un exceso de capacidad considerable".
Los nombres científicos y las zonas de pesca vienen bien para hacer un seguimiento de las especies en las etiquetas que deben lucir todos los pescados, en productos con sello MSC o en las listas rojas que elaboran Greenpeace y WWF.
7. LOS MÁS EMISORES
Como ya se hablado de la carne y los productos que viajan miles de kilómetros hasta llegar a la mesa como los que mayores huellas de carbono dejan, recurrimos al "recetario comprometido con el clima" que editó el pasado año la Fundación Ecología y Desarrollo (Ecodes), para tomar apuntes.
Recomendaciones para una dieta baja en carbono: "Consumir alimentos de temporada, comprar y comer lo que tenemos cerca, disminuir los alimentos de largo recorrido, preferir la producción ecológica, comer más vegetales y menos carne, apostar por los alimentos más saludables, sacar el máximo rendimiento al microondas, utilizar más la olla exprés, aprovechar las sobras y restos, incluir alimentos crudos en la dieta..."
8. LOS MAYORES DEVORADORES DE AGUA
Recurrimos de nuevo a la FAO para sacar los colores a la carne, sobre todo a la roja, en cuestión de consumo de agua. Según este organismo se precisan 7.000 litros de este recurso cada vez más escaso para producir un filete. Una hamburguesa consume 2.500 litros. En el polo opuesto se encontrarían los trece litros destinados a producir un tomate.
Sin embargo, la FAO deja claro que "la cantidad de agua que necesitamos en estos procesos dependerá del lugar en el que nos encontremos, ya que el clima y las prácticas agrícolas juegan un papel central". De ahí que volvamos al principio: no hay que criminalizar tanto al alimento en sí, sino a la forma de producirlo.