Hay medios y mujeres altruistas, solo falta una regulación
Algunas corrientes en contra de la gestación por sustitución (GS) se aferran a la máxima 'tener hijos no es un derecho, es un deseo'. Pero esto es una obviedad cuyo único objetivo es menospreciar el problema de la infertilidad. Ya desde pequeños en la escuela nos enseñan que 'los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren'. A eso se le llama el 'ciclo de la vida'. Reproducirnos, es decir, tener hijos, es una parte esencial del ciclo de la vida. Desear tener hijos está, por lo tanto, muy lejos de un deseo cualquiera y de algo frívolo, como nos quiere hacer creer el sector del feminismo que más radicalmente se opone a la GS.
Los problemas reproductivos conllevan mucho sufrimiento. Casi todos estos problemas encuentran solución, o por lo menos ayuda, al amparo de la Ley de Técnicas de Reproducción Humana Asistida de 2006 (LTRHA). La incapacidad para gestar, sin embargo, no recibe ayuda bajo esta Ley, que dice que cualquier contrato de GS es nulo de pleno derecho. Las corrientes que defienden que la Ley siga así, o que incluso quieren que la GS se prohíba explícitamente, argumentan que están en contra de la explotación de las mujeres, particularmente de las mujeres pobres, y proponen que se fomente la adopción.
En primer lugar, hay que centrar el debate en aquello que merece ser debatido. Nunca se ha propuesto importar un modelo de GS que explote a ninguna mujer. Por lo tanto, si se mira a países en los que esto pasa debe ser solo para tomar nota de cómo no hacerlo. Por otro lado, el tema de la adopción como solución es tan recurrente como desinformado. La adopción es una solución a un problema distinto, el de un menor que necesita una familia. A primera vista puede parecer que los dos problemas se pueden complementar y solucionarse, pero actualmente no es así.
Los expertos en protección a la infancia han llegado a la conclusión de que es mejor mantener a los menores tan cerca de sus orígenes como sea posible. Además, en el plano político, un país que no puede cuidar de sus menores da muy mala imagen. Por estas dos razones, la adopción internacional va a ir desapareciendo. La adopción nacional, por otro lado, ya casi ha desaparecido dado que la educación sexual, la amplia disponibilidad de medidas anticonceptivas y la introducción de la ley del aborto hacen que se haya reducido el nacimiento de bebés no deseados a un número casi insignificante. En conclusión, las familias que desean hijos pero no los pueden gestar tienen un problema al que hoy en día solo le encuentran solución en el extranjero. El problema no va a desaparecer y, con el retraso de la edad en la que las familias deciden tener hijos debido a la gran inestabilidad laboral, es posible que empeore. El debate está en cómo solucionar el problema aquí.
La gestación por sustitución es una solución. El reto está en regularla de tal manera que el proceso sea ético y no se explote de ninguna manera a la mujer que voluntariamente dona su capacidad de gestar. Personalmente, me gustaría que se regulara dentro de la Ley de Técnicas de Reproducción Humana Asistida de 2006 (LTRHA) de forma parecida a los transplantes de órganos. Es decir, que el proceso estuviera controlado por un organismo público de principio a fin sin injerencias de intereses comerciales y que se llevara a cabo dentro de la sanidad pública.
La mujer gestante, por supuesto, mantendrá su autonomía y la capacidad de decisión sobre su cuerpo en todo momento. La filiación será a favor de la familia de intención desde el comienzo, ya que esta es la esencia misma del proceso. La LTRHA asigna compensaciones a las donaciones de gametos por los riegos y las molestias sufridas. Si la donación de la capacidad de gestar no se compensara sería un agravio comparativo grave dado que los riesgos y las molestias son significativamente mayores en este caso.
Deberá ser el comité de expertos de la LTRHA que estimó las cantidades de las compensaciones en las donaciones de gametos el que ahora decida cuál es la cantidad justa y ética en el caso de la donación de la capacidad de gestar. Este ingreso, en todo caso, no sería de subsistencia para la mujer gestante, que debería tener medios económicos suficientes para participar en un proceso de GS. La experiencia de Reino Unido y Canadá demuestra que sí hay mujeres que están dispuestas a donar su capacidad de gestar altruistamente. En España también las hay, solo falta una regulación que les permita hacerlo con garantías y seguridad.