La rocambolesca historia de cómo 'La naranja mecánica' se estrenó en España pese a la censura de Franco

La rocambolesca historia de cómo 'La naranja mecánica' se estrenó en España pese a la censura de Franco

Malcolm McDowell, actor que interpretó a Alex DeLarge, pone voz al documental 'La naranja prohibida' (TCM).

Cartel de 'La naranja prohibida'.TCM

España, 1975. Cuatro años después de haber sido estrenada, La naranja mecánica de Stanley Kubrick seguía prohibida en España por la censura del régimen de Franco, a quien le quedaba poco tiempo de vida. Sin embargo, una sucesión de acontecimientos permitieron que la icónica película fuera proyectada por primera vez en Valladolid, una de las ciudades más conservadoras del momento.

Más chocante resulta saber que además se estrenó en la 20º edición de la Seminci, un festival que nació siendo de cine religioso. Toda la picaresca que hubo detrás, desde una carta a Kubrick del director del certamen comprometiéndose a exhibirla solo en la Universidad —cosa que no cumplió— hasta un aviso de bomba ignorado, se recoge en el documental La naranja prohibida, que TCM estrenará el 17 de diciembre.

Dirigido por Pedro González Bermúdez, conmemora el 50º aniversario de la transgersora película contando esa peculiar y tardía llegada que tuvo a España. La voz que lleva la narración no podría ser mejor que la de Malcolm McDowell, quien interpretó al protagonista de la cinta, Alex DeLarge.

  El actor Malcolm McDowell.TCM

El intérprete, de 78 años, acaba de pasar por España en los únicos actos en los que va a formar parte por el cumpleaños del film: la presentación del documental en la Seminci de este año y ante la prensa en Madrid. “Me quedé sin palabras al ver la reacción del público, me sorprendió el compromiso de la gente que quería ser libre en Valladolid, que dijeron ‘queremos ver esta película y no nos vais a detener’. A mí me emocionó”, cuenta a El HuffPost.

La naranja prohibida muestra el agitado ambiente que se vivía en Valladolid en 1975 por los conflictos sindicales —principalmente de los trabajadores de Fasa— y estudiantiles —en febrero Franco cerró la Universidad y miles de alumnos se quedaron sin clases el resto del curso, que tuvieron que apañárselas para continuar su formación—. Para McDowell, “los estudiantes siempre son los pioneros de cualquier tipo de movimiento de protesta. Hay que quererles porque siempre van a estar ahí, todo empieza con ellos”.

También se retrata la conmoción que causó en la ciudad el estreno, con miles de personas haciendo cola y pasando la noche a la intemperie junto al Teatro Carrión para intentar conseguir una entrada para el único pase para el público general en el marco del festival.

  Una de las imágenes de archivo que se pueden ver en el documental.TCM / SEMINCI

Si en aquellos tiempos el problema era la censura, cabe preguntarse si ahora no es más la autocensura, pero él no lo ve como algo negativo: “No puedes decir lo primero que se te venga a la cabeza constantemente. Pero sí hay un problema cuando los gobiernos te dicen que no puedes hacer cosas o que quieren que vayas siempre pegadito a los límites, que no te pases ni un pelo, eso sí que es malo. Lo vemos por ejemplo con Putin en Rusia”.

“El régimen de Franco no era mejor que lo que está pasando ahora en algunos de estos regímenes autoritarios. Había una censura estricta, él se consideraba el salvador del pueblo español. Vale, muchas gracias, pero si nos fijamos, en retrospectiva podemos ver que no salvaba a nadie”, añade McDowell.

El documental incide también en la idea de que hoy en día una película como La naranja mecánica seguramente no sería posible, aunque el actor “no sabría decir si sí o si no”. “Si consigues un director realmente muy bueno que quiera hacer una película como ésta pues probablemente sí se podría hacer”, reflexiona. También duda de que sea viable un remake de la cinta, aunque de hacerse “no le parecería mal” —ya se ha hecho de Lolita, también de Kubrick, aunque a él le gusta más la original—: “Las cosas están hechas para ser replanteadas e, incluso, regurgitadas si hace falta”.

En un momento del documental se muestra la reacción de varios jóvenes que nunca habían visto La naranja mecánica justo tras visionarla. Particularmente a McDowell le encanta y cree que en la actualidad “se ve de forma diferente”. Para él la película sigue siendo “importante” o “relevante”, pero no del mismo modo que en los 70: “Creo que tiene un guión estupendo gracias a la novela [en la que está basada] de Anthony Burguess que siempre me pareció brillante. Las imágenes las hemos visto un montón de veces y hasta cierto punto quedas anestesiado de esta violencia, pero lo que hoy por hoy realmente es interesante es el mensaje político que queda de fondo”.

  Alex DeLarge, el personaje de McDowell en 'La naranja mecánica'.TCM

El debate sobre la violencia que suscitó la película en su momento ha revivido en estos días con la que muestra la exitosa serie de Netflix El juego del calamar. Para Malcolm Mcdowell, “en el fondo es como los videojuegos; si te lo tomas muy en serio, la conversación cambia”. Reconoce que la serie no le ha gustado, aunque cree que el diseño estético “es impresionante”: “Pero no conecto con ella, no me interesa desde ese punto de vista. He visto un capítulo y creo que no voy a ver más”.

Uno de los motivos por los que La naranja mecánica estuvo a punto de no estrenarse en Valladolid en el 75 —pese al ofrecimiento de Warner a la Seminci con el visto bueno del régimen, que quería probar a pequeña escala qué ocurriría si abría un poco la mano— fue el propio Kubrick. El documental deja entrever el perfeccionismo del director y su obsesión por el control hasta el mínimo detalle, como la calidad de los equipos de proyección donde fueran a exhibirse sus películas.

Sin embargo, su mente no era cerrada y, aunque no siempre sabía lo que quería, sí tenía claro lo que no, recuerda McDowell. Antes de rodar La naranja mecánica compartieron cinco meses de preparaciones en los que el director no le marcó cómo tenía que interpretar a Alex, pero compartieron muchas horas y conversaciones. Por ejemplo, a McDowell le preocupaba no tener ropa con un aire futurista para el personaje pero lo solucionaron cuando Kubrick le pidió que abriera su maletero del coche. Ahí apareció la equipación de cricket del actor, y el director se fijó en la coquilla. El intérprete se explicó que se llevaba por debajo pero Kubrick le dijo que en la película esa protección —tan característica después del film— iría por fuera.

“Aprendí que Stanley no paraba, era un hombre con enorme paciencia, podía esperar hasta que tenía las escenas tal y como él las tenía en su cabeza”, recuerda McDowell sobre ese tiempo, en el que nunca escuchó a Kubrick levantar la voz.

“También aprendí que su sentido del humor era negrísimo, cosa que a mí me encantaba. Me lo pasaba muy bien con él, disfrutaba estando con él. Era un tío divertido, conocí a mucha gente interesante en su casa. Me caía muy bien”, apostilla.

La naranja prohibida llega a TCM el 17 de diciembre y cuenta con entrevistas, entre otros, a Vicente Molina Foix (tradujo al español la cinta y pudo entrevistar a Kubrick), Carmelo Romero (director de la Seminci en 1975), Gustavo Martín Garzo (escritor vallisoletano que asistió al pase en el Carrión), María Calleja (colaboradora del festival en aquel entonces) o José Miguel Ortega (periodista que publicó la crónica sobre el pase), así como a varios espectadores.