‘Hijas del hormigón’: tener que renegar del barrio para poder progresar en la vida

‘Hijas del hormigón’: tener que renegar del barrio para poder progresar en la vida

Aida Dos Santos entrevista a mujeres que han escapado del patrón que se les había asignado como "barriobajeras". Con esto prepara un libro con el que pretende "desmontar mitos" machistas y clasistas. 

Aida Dos SantosAURORA PASCUAL

Aida Dos Santos nació hace 30 años en Portugal pero se crió en Moratalaz (Madrid), es politóloga especializada en técnica cuantitativa y en cuestiones de género, y se considera una “hija del hormigón”. El concepto ‘hijos del hormigón’ no es suyo, lo creó Julio Embid en 2016, con un libro titulado así, pero Dos Santos lo ha llevado a su terreno.

¿Qué es ser una “hija del hormigón”? Para empezar, ser “una chica, una mujer, adulta o jubilada” de barrio, de la periferia de una gran ciudad, que además se ha “enfrentado al patrón que le habían marcado como la choni, la quinqui, la poligonera, la mujer de clase obrera que tiene que acogerse a un modelo previo”, y que “con mayor o menor esfuerzo y suerte” ha logrado deshacerse de esas etiquetas, de ese patrón preestablecido que la sociedad esperaba ver en ella, explica Dos Santos. Muchas veces estas mujeres han tenido que “renegar del barrio para remarcar que quieren progresar”, para poder avanzar “más allá de lo que se esperaba para ellas, aunque desde fuera parezca que no han conseguido nada”.

Hijas del hormigón es también el título del proyecto que Aida Dos Santos elabora desde 2021, a partir de cuestionarios y entrevistas a mujeres que puedan verse reflejadas en esa descripción. Hasta ahora ha recibido más de 700 formularios de mujeres que se sienten ‘hijas del hormigón’, y ha hecho un centenar de entrevistas entre las seleccionadas, que tienen entre 19 y 83 años y están repartidas por toda España. El libro aún no ha salido a la luz porque Dos Santos lo escribe en los pocos ratos libres que le dejan sus dos trabajos. 

“Quería desmontar el mito de que nuestras abuelas no trabajaban”

La idea surgió, en realidad, de una constatación –la historia del trabajo femenino en España no estaba bien contada– y de la intención de “desmontar el mito de que las mujeres no trabajaban”. Siempre se ha dicho, recuerda Dos Santos, “que nuestras abuelas no han trabajado, que las mujeres se incorporaron al mercado laboral solamente a partir de la Transición”.

Ella vio en datos estadísticos que en muchos casos se decía que la madre era “ama de casa”; sin embargo, al indagar más resulta que esas mujeres salían cada día “dos o tres horas a limpiar una oficina”, o cosían hasta las tantas de la noche para clientes sin estar dadas de alta en la seguridad social. “Eran los padres los principales proveedores, así que se negaba la identidad de trabajo a la madre”, afirma Dos Santos.

Eran los padres los principales proveedores, así que se negaba la identidad de trabajo a la madre

En su investigación, Dos Santos quería mostrar, además, qué habían tenido que hacer muchas de esas mujeres para “romper con el determinismo del barrio”, para evitar que el barrio las marcara profesionalmente o en su tipo de relaciones. Porque ser de la periferia, sostiene la politóloga, conlleva un estigma.

El “progreso de la generación anterior a la actual”

Al principio Dos Santos pensó, por ejemplo, en la ministra Pilar Llop, “que es hija de peluquera y de taxista”, o en la actriz María Hervás, “que es hija de un funcionario de Correos y una camionera”. Ellas daban el perfil, eran ‘hijas del hormigón’, pero hay muchísimas más, muchas y muy diversas. Son, normalmente, mujeres cuyos padres no han ido a la universidad, que tienen hermanos, que tienen una formación superior. “Yo quería notar un progreso de la generación anterior a la actual”, apunta Dos Santos.

Lo curioso (o no) es que ese ‘progreso’ iba asociado muchas veces a una ruptura con el barrio o con los rasgos asociados al mismo. El acento, la forma de vestir, incluso el mismo lugar de residencia. “En el momento de empezar a trabajar o a estudiar, muchas hijas deciden independizarse compartiendo piso en el centro”, comenta Dos Santos.

En las series estaba muy marcado el rol de la choni, la barriobajera, la guarra. He visto un esfuerzo por renegar de ese prototipo 

La politóloga recuerda cómo la actual generación de “chicas de 30 años” se ha criado consumiendo series y productos culturales –desde Al salir de clase hasta Física o Química pasando por Aída– en los que “estaba muy marcado el rol de la choni, la barriobajera, la chica a la que se le encuadra como una guarra”, de modo que ¿quién querría entrar a formar parte de ese ‘prototipo’? “He visto ese esfuerzo por renegar de ese prototipo establecido”, recalca Dos Santos. “Es más, puede que nunca hayas tenido esa actitud o nunca hayas representado a las chicas de extrarradio; pero el mapa mental para las personas que no eran de extrarradio era ese, porque lo único que sabían de la gente de la periferia era lo que veían en esos programas”, explica.

“Nadie daba por hecho que yo fuese a sobrevivir”

En su caso, Aida Dos Santos se considera ‘hija del hormigón’ por haber vivido muchos años en la periferia madrileña, pero sobre todo porque su “estampa familiar partía de unos mínimos” muy mínimos. “Mi padre es un cocinero que ha trabajado entre 14 y 16 horas todos los días al lado de un horno de pizzas, en una cocina que debía tener seis metros cuadrados. Así que, a poquísimo que hiciera yo, iba a vivir mejor que mis padres”, explica. “Nadie daba por hecho que yo fuese a sobrevivir, desde que fui concebida por una pareja de jóvenes que no se conocía bien y que lo intentaron, pero que al final me dejaron con mis abuelos porque no se vieron capaces”, cuenta Dos Santos. “Todavía considero para dentro de mí esa idea de progreso”, reconoce.

A poquísimo que hiciera yo, iba a vivir mejor que mis padres. Todavía considero para dentro de mí esa idea de progreso

El ‘periferismo’ en la historia de Aida Dos Santos va más allá. En Madrid se crió “como portuguesa”, con un abuelo que le hablaba en portugués y una abuela madrileña. Enseguida, en el colegio se topó con profesores que le asignaron un logopeda para que perdiera “la ‘r’ portuguesa”, y así dijo adiós a un idioma y a una identidad cultural. “Me arrebataron el poder hablarlo, me despojaron de esa identidad”, lamenta ahora. ¿Cómo no renegar de unos orígenes cuando la sociedad y el sistema te empujan a ello?

Dos Santos se interesó, de hecho, por la teoría política a raíz de la idea de la “identidad nacional”, teniendo en cuenta que ella “no tenía”. Por fin se sintió cómoda en el madrileño barrio de Carabanchel: “En el barrionalismo se acepta esa cultura de que nadie es del barrio y todo el mundo es del barrio”.

“Mi capital, mi materia prima, son sus miserias”

En sus entrevistas, Aida Dos Santos ha encontrado de todo, mucho más de lo que esperaba en un principio. Mujeres que le cuentan historias de abortos adolescentes y malos tratos, entrevistas que se alargan más allá de las dos horas y que abren “muchos pozos de mierda”, tanto para las entrevistadas como para la entrevistadora. “Mi capital, mi materia prima, son sus miserias”, reconoce Dos Santos. “Descanso mal. Además, muchas cosas de las que ellas me cuentan son cosas que me han ocurrido y que no había sido capaz de articular. Eso también me abre muchas heridas”, dice.

La idea de Dos Santos era también entrevistar a chicas menores de edad, pero admite que no sabe “cómo abordarlo”. “Conmigo abren muchos pozos de mierda, y yo no soy terapeuta para cerrarlos luego”, cuenta.

Las entrevistadas abren conmigo muchos pozos de mierda, y yo no soy terapeuta para cerrarlos luego

Entrevistando desde a veinteañeras hasta octogenarias, Aida Dos Santos ha descubierto que a las mujeres “nos han pasado las mismas cosas durante 50 o 60 años”. “Se han hecho las mismas preguntas [machistas] en las entrevistas de trabajo, se han realizado los mismos abusos por parte de hombres en entornos festivos, en las fiestas del pueblo, en el Metro, en los autobuses, en las oficinas… han ido pasando las mismas cosas”, reconoce la politóloga.

Y, sin embargo, Dos Santos observa “progreso” cuando hace estas entrevistas. ¿Por qué se da esa dicotomía? “En una hija del hormigón, por un lado va el progreso económico y social y, por otro lado, va el hecho de que sigues siendo mujer en un patriarcado”, razona Dos Santos. 

MOSTRAR BIOGRAFíA

Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es