La anatomía es el destino

La anatomía es el destino

Sabemos muy poco acerca de todo lo que se avecina en el caso Koldo y, a la vez, todo está teñido de un cierto tono de destino inexorable, de curso de los acontecimientos que no ha sorprendido a nadie.

Koldo García, exasesor del exministro socialista José Luis Ábalos, a la salida de la Audiencia Nacional.EFE/Sergio Pérez

El título de la columna es una frase atribuída a Napoléon que rescató y popularizó Sigmund Freud hace poco más de cien años. Hay ciertos cuerpos sobre los que se cierne irremediablemente una determinada biografía. Quizá en la Biblia, quizá en el código genético, en algún lado está escrito. Nunca creí en psicoanálisis y determinismos de este tipo, pero confieso que el salto a la fama de Bárcenas hace unos años hizo que mi escepticismo se tambalease. No podía ser casual esa sintonía perfecta entre el personaje y la constitución, en este caso, corporal. ¿Cómo no iba Bárcenas a ser Bárcenas? ¿Quién podría culparle? Y esta semana definitivamente me he vuelto un freudiano napoleónico ante el estreno de la nueva serie que promete tomar el relevo de Better Call Saul: ¿cómo no iba Koldo a ser Koldo?

No sé si es una virtud o un defecto, pero hay que reconocer que los responsables del casting de la política española se merecen más Goyas que La Sociedad de la Nieve. “¿A quién cogemos para el papel de Ábalos?”, “mmm, no sé… vete pasando las fotos del book”. Y al llegar a un actor pícnico, cerúleo, flácido, comienzan a señalar enfáticamente la imagen con el dedo. “¡Éste, éste!”, “sí, lo hará perfecto; ahora mismo llamo a su representante”. Llevan los estetas siglos discutiendo si el arte imita a la naturaleza o, por el contrario, es la naturaleza la que imita al arte. Sin entrar en tal polémica, nadie podrá negar que nuestra política imita al cine. Mismamente, esta semana el caso Koldo ha demostrado que imita, en particular, al cine de Charlie Chaplin. A sus primeros cortos. Los de hace cien años.

A finales del siglo XVII, William Molineux planteó un problema fascinante. Supongamos una persona adulta ciega de nacimiento; ha aprendido a distinguir al tacto un cubo de una esfera; de pronto se cura de su ceguera y le ponemos delante ambos objetos: ¿sería capaz de reconocer cuál es cuál sin tocarlos? Actualizando el planteamiento, una persona ciega experta en política española que comenzase a ver, ¿identificaría correctamente a Cayetana Álvarez de Toledo en una rueda de reconocimiento o la confundiría con Marta Lois? Tras haber oído mil veces a Alberto Núñez Feijoo, ¿sabría señalar con el dedo su cara puesta al lado de la de Pedro Sánchez? Expuesto a una imagen de una marioneta de Barrio Sésamo y a otra de Félix Bolaños, ¿sabría cuál de los dos es el ministro de la Presidencia del gobierno de España?

Es paradójico: sabemos muy poco acerca de todo lo que se avecina en el caso Koldo y, a la vez, todo está teñido de un cierto tono de destino inexorable, de curso de los acontecimientos que no ha sorprendido a nadie a sabiendas de cuáles eran los personajes del drama. “Persona” viene de “personaje” como los humanos venimos de los monos, y “personaje” parece provenir de antiguas palabras que aludían a las máscaras que en el teatro griego indicaban cuál sería la fortuna de cada participante. La fortuna de Koldo García empieza a ser conocida y es coherente con el arquetipo, con esa materialidad abrumadora de la anatomía que supieron ver Napoleón y Freud en los campos de batalla que son los Estados y las mentes. Demasiado cliché. Demasiado fácil. Demasiado PSOE. Fatídico, demasiado fatídico.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.