Los progenitores políticos de Alvise

Los progenitores políticos de Alvise

"El sistema político es, en ocasiones como esta, incapaz de defenderse a sí mismo, y Alvise se ha sumado a una lista de excéntricos parlamentarios como José María Ruiz Mateos o Jesús Gil"

Alvise Pérez, tras conocerse los resultados de las elecciones Europeas.EFE

La degradación de la política española es un hecho, que se manifiesta por ejemplo en el sistemático tono abrupto y maleducado que adquieren últimamente las sesiones parlamentarias. El insulto, que durante décadas fue evitado con cierta sutileza en los escenarios públicos, vuela ahora, impío y desaforado, en prácticamente todos los foros en que han de encontrarse partidos diversos. A este paso, la seguridad del congreso no solo deberá proteger a sus señorías de las agresiones externas sino también de las batallas campales que organicen internamente las distintas facciones en pugna. Como en Italia, aquí al lado.

En definitiva, el nivel de lo público ha decaído, con el consiguiente desprestigio de los designios colectivos que los países maduros emprenden para avanzar hacia la felicidad general. Y el último escalón hacia el deterioro del discurso ha sido la entrada de Alvise Pérez y dos de sus correligionarios en el Parlamento Europeo, al frente de un grupo denominado “Se acabó la fiesta”. Un proyecto sin programa basado en la agresividad, en el bulo como arma política y en lo soez como expresión proselitista, que complementa en la extrema derecha a VOX, formación con la que comparte intereses —la degeneración del régimen— e instintos, que no ideas. Estas brillan por su ausencia en ambos grupos.

Sería incomprensible que los demócratas normalizados no expresáramos nuestra detestación y nuestra alarma ante la aparición de esta tercera fuerza reaccionaria que enrarece todavía más el hemisferio conservador de este país. Vox es una excrecencia del Partido Popular que nació al socaire de la crispación provocada por el 15 M, que a su vez fue consecuencia de la desastrosa gestión mundial de la crisis de 2008. Las gentes de VOX provienen en su mayor parte de una herencia franquista que el PP no supo subsumir en su momento para conducirla a los parajes liberales. Pero, ¿de dónde viene Alvise? ¿Quiénes han sido los progenitores intelectuales de este fenómeno tumultuoso que sin duda enrarecerá todavía más la vida pública de este país?

El sevillano Luis Pérez Fernández —Alvise Pérez— inició su carrera política en UPyD para afiliarse luego a Ciudadanos y convertirse luego —también es mala suerte— en jefe de gabinete del grupo parlamentario de este partido en las Cortes Valencianas, bajo el mando de Toni Cantó. Cuando C’s entró en declive irreversible, se proclamó autónomo y mantuvo una actividad intensa y muy conflictiva en el mundo de las redes sociales, como hacedor de bulos y como crítico mordaz del establishment… Fue expulsado de algunas plataformas, como Twitter, y se ha visto envuelto en infinidad de pleitos judiciales interpuestos por sus víctimas: la exalcaldesa Manuela Carmena, la periodista Ana Pastor, los exministros Óscar Puente, José Luis Ábalos, Salvador Illa… con suerte desigual. Según declaración propia, la idea de ingresar en el Parlamento Europeo responde a la búsqueda de un aforamiento que le proteja de las intervenciones judiciales… El sistema político es en ocasiones como esta incapaz de defenderse a sí mismo, y Alvise se ha sumado a una lista de excéntricos parlamentarios como José María Ruiz Mateos o Jesús Gil que han aprovechado la popularidad para ingresar en busca de cierta impunidad en esta institución que no tiene más remedio que acogerlos.

En cualquier caso, lo grave y lo desconcertante del éxito de Alvise es que, sin recurrir a una campaña electoral convencional, haya conseguido atraer a 800.763 electores, el 4,69% de los votantes, casi la vigésima parte del conjunto. Casi un millón de personas, todas ellas residentes en el mundo virtual de las redes sociales, piensan que el mensaje inextricable, ácrata e inconexo de Alvise es el que este país debe aportar a la Unión Europea.

Quien siembra vientos recoge tempestades, y sería imposible este fenómeno si con anterioridad las fuerzas que han mantenido el debate político en España desde los albores constitucionales del sistema no lo hubieran degradado hasta más allá de lo prudente. Desde que Sánchez ganó la moción de censura contra Rajoy en mayo de 2018, después de que el PP se hubiera desangrado en un mar de corrupciones de las que todavía está rindiendo cuentas en los tribunales, la derecha de este país ha mantenido la tesis de que los sucesivos gobiernos presididos por Sánchez, con varias elecciones generales de por medio, es ilegítimo. Y si la «gente de orden», piensa tal cosa, ¿por qué no han de intentar los jóvenes intervenir en este desaguisado para manifestar su malestar, no tanto por cuestiones abstractas cuanto por el maltrato que recibe de sus mayores una juventud que no puede emanciparse por falta de recursos y de vivienda, que no encuentra trabajo y que, según todos los diagnósticos, vivirá peor que sus progenitores?

El PP de Feijóo lleva más de cinco años incumpliendo ostensiblemente la Constitución que le obliga a contribuir a la renovación del Poder Judicial, despreciando al Gobierno legítimo y a las instituciones en que está en minoría, pactando con VOX en comunidades autonómicas y ayuntamientos a pesar de que este partido ultra es considerado entre los 27 como un cáncer ideológico y social, de tal forma que los partidos democráticos se niegan a normalizarlo. Y, por añadidura, el PP declara la ilegitimidad del Ejecutivo, que sería por tanto una anomalía, una impostura.

Titania
Titania
Santander

¿Cómo es posible, entonces, extrañarse de que 800.000 personas, en su mayoría jóvenes, rompan la baraja y salgan por pies, hacia ninguna parte, de este escenario corrompido?