Europa afronta las elecciones con cifras récord de ataques contra políticos

Europa afronta las elecciones con cifras récord de ataques contra políticos

Alemania, Francia, Suecia, España, Bélgica o Eslovaquia. Los discursos de la extrema derecha alimentan un ambiente que genera cada vez más violencia política.

Manifestantes queman fotografías de Pedro Sánchez.Paco Freire/SOPA Images/LightRocket via Getty Images

En Alemania están preocupados. 75 años después de fundarse la República Federal, en el país sajón asisten a unos datos de violencia contra los representantes políticos que recuerda ecos de un pasado que todavía cuesta olvidar. Este mes, la conocida revista Der Spiegel no se andaba con rodeos y llevaba a su portada una esvástica cubierta con la tricolor alemana y una pregunta clave: “¿No hemos aprendido nada?” En su interior, el afamado periodista Dirk Kurbjuweit no titubeaba y comparaba la violencia actual con lo ocurrido durante la República de Weimar.

Los delitos por motivos políticos en Alemania están en cifras récord, según los últimos números presentados este martes por el Ministerio del Interior. En 2023 se cometieron más de 60.000 delitos por este motivo, siendo especialmente preocupante el incremento en los crímenes cometidos por personas de extrema derecha. En comparación con el año anterior, aumentaron un 23%, hasta los 28.945.

Uno de estos crímenes es el que motiva el reportaje del Der Spiegel. Se trata de la paliza que varios jóvenes vinculados a la ultraderecha propinaron al eurodiputado del SPD Matthias Ecke el 3 de mayo. Mientras pegaba carteles electorales en Dresde, cuatro personas de entre 17 y 18 años le rompieron el pómulo y la cuenca de un ojo. En Sajonia, el estado federal cuya capital es Dresde, los ultraderechistas de Alternativa por Alemania (AFD) fueron los más votados en las elecciones alemanas de 2017.

Matthias Ecke, una semana después de haber sufrido una paliza.dpa/picture alliance via Getty I

Según el medio alemán Tagesspiegel, solo en Berlín la Policía contabilizó a mediados de mayo 99 casos en los que representantes políticos fueron insultados, coaccionados o agredidos físicamente. Una de ellas fue la senadora de Asuntos Económicos, Franziska Giffey, a quien un hombre hirió en el cuello y la cabeza cuando visitaba una biblioteca. La situación es de tal gravedad que el Gobierno alemán prepara ya un proyecto de ley sobre acoso político. Ahora mismo el Código Penal tipifica como delito la coerción y las amenazas a políticos, pero solo a nivel estatal y federal, no a los representantes locales ni a los miembros del Parlamento Europeo.

El investigador alemán Andreas Zick lleva mucho tiempo tratando de adivinar el porqué de este crecimiento violento. Su observación, comenta en una entrevista en Der Spiegel, “se remonta a 2011”. “Ya entonces”, cuenta, “los resultados mostraban que nuestra sociedad se está brutalizando, especialmente en la clase media”. “Cada vez más personas están dispuestas a utilizar la violencia para imponer sus opiniones políticas”, sobre todo después de “la pandemia, la guerra de agresión rusa y el conflicto en Oriente Medio”. “Hay que tomarse en serio el hecho de que el odio y la violencia contra los políticos está aumentando y no son casos aislados, sino un desarrollo histórico”, advierte Zick.

Pero la violencia política no se circunscribe a Alemania. En Francia, Interior alerta del incremento de ataques a representantes políticos, unas agresiones que también se producen en Suecia, Bélgica o España. Hace unos días, la líder de los socialistas europeos, la española Iratxe García, denunció que, después de que le rajaran las ruedas de su coche, se encontró unas pintadas frente a su casa con insultos como “puta” o “golfa”. Semanas antes, el exalcalde de Ponferrada Olegario Ramón fue agredido por unos ultras cuando salía de la sede del PSOE en su ciudad. A nivel europeo, sin embargo, el caso más extremo fue el intento de asesinato del primer ministro eslovaco, Robert Fico.

El investigador y profesor asociado de la Universidad Carlos III Guillermo Fernández-Vázquez, autor del libro ‘Qué hacer con la extrema derecha en Europa’ (Lengua de Trapo) pone énfasis en “el discurso” de los partidos ultras, que “con su práctica política generan un ambiente que indirectamente puede generar actos de violencia”. Lo hacen, explica, “cuando llaman ilegítimos a los Gobiernos, cuando insultan gravemente a los presidentes o cuando les consideran la peor tragedia para su país”. “Esa escalada verbal contra los opositores políticos, en general de izquierdas, anima a que personas o grupos más radicalizados puedan cometer actos violentos de todo tipo, hasta intentos de asesinato”, advierte Fernández-Vázquez.

Protestas en Alemania contra la extrema derecha.Leonhard Simon/Getty Images

Este lenguaje del que habla el experto en extrema derecha pudo escucharse hace unos días en la convención ultra de Vox celebrada en Madrid. Su líder, Santiago Abascal, lo hizo durante su discurso: “¿Cómo es posible que no les hayamos echado a patadas, que no les hayamos corrido a gorrazos?”, espetó en relación con el Gobierno. Guillermo Fernández-Vázquez recuerda también unas palabras de Mercedes Schlapp, organizadora del CPAC de Donald Trump y quien también participó en el evento de Vox. “Hay que acabar con los izquierdistas, hay que acabar con los comunistas”, dijo. Muchos de los participantes en el acto también hablaron en buenos términos del productor ultra Eduardo Verástegui, que hace unos días tuiteó “que muera el mal gobierno del peor presidente de la historia de España y que viva Franco”.

“Todos estos discursos”, prosigue Fernández-Vázquez, “mandan unas señales que algunas personas interpretan como que pueden y deben tomarse la justicia por su mano”. Lo más “descorazonador”, para el autor, no es solo la violencia política sino que el hecho de que se produzca “no afecta de manera sustancial a las posibilidades electorales de la extrema derecha”. “Los ultraderechistas han desarrollado técnicas discursivas muy eficaces para quitarse la culpa de encima, como insistir en que si esto sucede es porque el Gobierno de turno ha alimentado y promovido la polarización”, señala: “Han demonizado tanto al rival político que, cuando sucede un acto de violencia, culpan a las víctimas por llevar al país a una situación insostenible”.

En este sentido, el profesor de la UC3M responsabiliza también a la derecha más tradicional, que “tiende a repartir culpas” y se abre a pactar con los extremistas. Poco después del ataque a Matthias Ecke, de hecho, los grupos parlamentarios europeos S&D, Renew Europe, The Greens y The Left firmaron un manifiesto conjunto bajo el nombre de ‘En defensa de la democracia’ condenando el incremento de la violencia. En el texto, los partidos firmantes hacían un llamamiento a la Presidencia de la Comisión Europea y a “todas las formaciones democráticas europeas” a rechazar “cualquier normalización, cooperación o alianza con la extrema derecha y los partidos radicales”. El Partido Popular Europeo decidió no sumarse al manifiesto. Poco después, su candidata, Ursula von der Leyen, tendía la mano a la ultraderechista Giorgia Meloni para tratar de mantenerse al frente de la Comisión Europea.

  Portada de Der Spiegel.

Y no solo son representantes políticos quienes alimentan la polarización, sino también algunos medios de comunicación. En Bélgica, por ejemplo, después del atentado contra Robert Fico, un presentador de una radio local de Flandes animó “a todos aquellos que consideran disparar a Alexander de Croo [primer ministro belga], pero no se atreven a hacerlo debido a la seguridad que rodea a ese tipo, ven que es posible disparar a un primer ministro”. “Así que yo diría, adelante”, manifestó.

La violencia que genera y alimenta la extrema derecha provocó que hace un año la ministra de Finanzas holandesa, Sigrid Kaag, decidiera abandonar la política. Sus hijas temían que su madre, que recibía amenazas constantes dirigidas a ella y a su familia, pudiera sufrir un atentado. En una entrevista con El País antes de anunciar su decisión, Kaag denunció “un clima político muy polarizado, secuestrado por grupos extremistas de derecha radical”. “Es una amenaza a la democracia que debemos tomarnos muy en serio”, demandó al tiempo que también alertó de los discursos que pueden desembocar en violencia: “Hay un político que me llama constantemente bruja. Puedes pensar que se trata simplemente de misoginia y falta de respeto. Pero se trata de deshumanizar al oponente político y volver así toda la atmósfera irrespirable”.

En este contexto, 400 millones de europeos están llamado a votar en las próximas elecciones del día 9 de junio y, por ahora, las encuestas confirman lo que señala Guillermo Fernández-Vázquez: la violencia política y la polarización no afecta al votante de extrema derecha. Según el pronóstico del Consejo Europeo sobre Relaciones Exteriores (EFCR en sus siglas en inglés), los comicios “serán testigo de un importante viraje a la derecha en muchos países”. “Los partidos populistas de la derecha radical obtendrán votos y escaños en toda la Unión Europea”, aseguran.

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En Alemania, donde más casos de violencia política se están produciendo, el partido ultraderechista Alternativa por Alemania sería, según las encuestas, la segunda fuerza política más votada.