Pedro Sánchez, el perro de siete vidas
Se convirtió en secretario general del PSOE siendo un desconocido, lo echaron del partido y regresó, fue presidente a través de una moción de censura y lideró el primer gobierno de coalición en democracia. En este 23-J volvió a demostrar su capacidad de supervivencia en la política. "Tiene una flor en el culo", dicen en el PP.
Este perro también tiene siete vidas. Frente a las encuestas que le auguraban su salida de Moncloa, una oposición en tromba coreando lemas como 'Que te vote Txapote', e históricos de su partido como Felipe González abandonándolo a su suerte, Pedro Sánchez ha conseguido en el 23-J dar una nueva lección magistral de resistencia. O, probablemente, de pura supervivencia.
El líder socialista logró este domingo dinamitar la mayoría absoluta que los sondeos le auguraban a PP y Vox en las elecciones generales y guardar en su bolsillo la llave de la Moncloa si reedita el pacto 'progresista' de la anterior legislatura junto el apoyo de Junts. Un escenario inimaginable segundos antes de abrir las urnas, cuando los populares daban por hecho el triunfo electoral y su preocupación era meramente si dependerían de Abascal o no para poder formar gobierno.
La fiesta preparada en Génova, con el balcón de las grandes ocasiones a punto y mucho confeti, se trasladó súbitamente a Ferraz, donde un Sánchez contenido celebraba con los suyos una nueva gesta. "Hemos sacado más votos, más escaños y más porcentaje de apoyos que hace cuatro años", señaló ante los seguidores socialistas concentrados en la sede nacional del PSOE. Y añadió: "Aquellos que planteaban el machismo, el retroceso en derechos y libertades, han fracasado en el día de hoy, y el bloque involucionista de PP con Vox ha salido derrotado. Somos muchos más los que queremos que España siga avanzando a que siga el retroceso de PP y Vox".
Cuando se bajó de la improvisada plataforma, Sánchez era consciente de que acababa de escribir un nuevo y heroico capítulo en su biografía política. Un éxito más en la historia de un hombre acostumbrado a las remontadas, a caminar sobre el alambre sin caerse y a doblegar a propios y extraños mientras él se mantiene en pie con muchas dosis de fortaleza y también una pizca de suerte. Ya lo dijo el PP en su día después de que Sánchez lograra aprobar en el Congreso la reforma laboral con el voto equivocado del diputado Alberto Casero: "Tiene una flor en el culo".
De desconocido a secretario general del PSOE
Sánchez lleva abonado a la supervivencia desde su irrupción en la primera línea política. En julio de 2014, siendo un desconocido, logró ganar las primarias del PSOE para ser el nuevo secretario general de la formación. Sumó el 49% de los votos, doce puntos más que Eduardo Madina y 24 por encima de Pérez Tapias. Ocho meses antes, en solitario, Pedro Sánchez comenzó a recorrerse todas las agrupaciones socialistas hasta convencerse de que podría intentar ser el candidato a las primarias. El candidato contó entonces con el apoyo del aparato del PSOE, encarnado en una Susana Díaz que trazó una jugada de pizarra orgánica trenzada, sin apenas disimulo, para frenar a Madina. Sánchez era sólo el títere de la estrategia, la pieza de recambio que garantizaría a la guardia imperante mantener el control del partido a través de su liderazgo.
Pero Sánchez comenzó a cobrar autonomía propia y a tomar decisiones. Se desmarcó de la reforma exprés del artículo 135 de la Constitución que Zapatero pactó con el PP y empezó a virar hacia la izquierda en sus propuestas para intentar frenar el avance de Podemos. De hecho, el fulgurante ascenso de Iglesias fue una enorme piedra en su camino. En los comicios de 2015, Sánchez se enfrentó a sus primeras elecciones generales y el PSOE cayó hasta los 90 diputados. Era el peor resultado de la historia del partido. El socialista intentó hacer bueno su resultado pactando con Albert Rivera para alcanzar la Moncloa, pero Podemos no le respaldó en la investidura.
Esta situación de bloqueo llevó a España a unas nuevas generales en junio de 2016, en las que Sánchez bajó su suelo a los 85 escaños. La situación era insostenible: los barones socialistas creían que la figura del líder había quedado devaluada tras ambos varapalos electorales y urgía un recambio. Pero primero había que garantizar la gobernabilidad del país haciendo que el PSOE se abstuviera en la investidura de Rajoy. Una dolorosa decisión que Sánchez no compartió y que llevó al partido a reventarse por dentro en el fatídico Comité Federal del 1 de octubre de 2016, que acaba con la dimisión del secretario general. "Yo quería votar no a Rajoy y formar un gobierno alternativo. Pero dije que si no prosperaba mi propuesta no podría administrar una decisión que no compartía. Desgraciadamente no ha salido vencedora mi propuesta y dimito”, señaló a los medios en aquella intervención que parecía ser el final del 'sanchismo'. Su legado era demasiado oscuro: había conseguido los dos peores resultados para el PSOE, había desangrado internamente al partido y el divorcio entre las élites y la militancia era más que evidente.
El motor del Peugeot 407 no estaba gripado
Pero Sánchez no tiró la toalla. "Anuncio que a partir del lunes cojo mi coche para recorrer de nuevo todos los rincones de España y escuchar a los que no han sido escuchados: los afiliados del PSOE, los votantes de izquierdas de este país", dijo una vez que el grueso de diputados socialistas favoreció con su abstención la investidura de Rajoy. Y, efectivamente, a bordo de su Peugeot 407 de más de una década de antigüedad, el 'militante' Sánchez comenzó a recabar apoyos para hacerse de nuevo con las riendas del partido en las primarias de mayo de 2017.
No lo tendría fácil. Sánchez se enfrentaba esta vez de forma directa a la todopoderosa Susana Díaz, que ahora sí había decidido dar un paso al frente. La campaña estuvo plagada de ataques frontales entre ambos, mientras el aparato del partido maniobraba para favorecer a la andaluza. Los debates fueron ásperos y muy tensos, pero la militancia del PSOE fue rotunda en su veredicto: Sánchez ganó las primarias con el 50,21% de los votos y volvió a ser el líder del partido.
Fuera del Congreso al haber renunciado a su escaño de diputado, el secretario general comenzó a hacer oposición a Rajoy. La sentencia de la Gürtel en 2018 fue una oportunidad que nadie, menos él, supo ver para desbancar al PP del poder a través de una moción de censura que acabó fructificando gracias a las intensas negociaciones que Podemos mantuvo con los grupos independentistas. El 1 de junio, Sánchez se convertía en el primer presidente del gobierno de España elegido a través de una moción de censura.
Su primer gobierno echó a andar de la mano de ministros 'estrella' como Marlaska, Pedro Duque o el 'breve' Màxim Huerta. El PP, escocido por su salida del gobierno, comenzó a llamarlo 'presidente fake' y a considerar que su poder no era legítimo. Meses después, Sánchez convocó elecciones y el PSOE las ganó. Pasó de 85 escaños a 123, pero el líder socialista no quiso pactar ni con Ciudadanos ni con Unidas Podemos. “Hoy podría ser presidente del Gobierno, con plenas competencias, pero de un Gobierno de coalición en el que tendría que haber aceptado perfiles [de Podemos y sus confluencias] sin experiencia. Un Gobierno de coalición hubiera fracasado”, dijo Sánchez.
Sólo faltó la invasión zombie
El bloqueo electoral llevó de nuevo a España a una repetición de elecciones donde el panorama fue muy similar. En apenas unas horas, el pacto imposible entre Sánchez e Iglesias se hizo realidad y quedó forjado el primer gobierno de coalición en España.
A partir de ahí, comenzó la peor legislatura posible. Días después de formarse el nuevo Consejo de Ministros, se desató en el mundo la peor pandemia del último siglo. Sánchez tuvo que decretar diferentes estados de alarma para confinar al país y paralizar la economía mientras novecientas personas morían cada día a causa del coronavirus. La oposición, que no ayudó mucho, arengó a la gente a salir a calle con cacerolas para pedir libertad mientras el gobierno peleaba por hacerse con mascarillas, respiradores y, tiempo después, vacunas.
Mientras España se recuperaba de la desaceleración económica y decenas de miles de personas en ERTE por la pandemia, el volcán de La Palma entró en erupción y en 2022 se desató a las puertas de Europa, en Ucrania, una guerra que disparó la inflación y volvió a golpear a la economía. “Salvo a una invasión zombie, este Gobierno ha tenido que enfrentarse a situaciones inéditas”, llegó a decir Sánchez con cierta ironía.
Pese a este panorama, el gobierno de coalición consiguió entre enormes diferencias subir las pensiones un 8,5% en el último año, aumentar el salario mínimo hasta los 1080 euros, instaurar el Ingreso Minimo Vital, aprobar in extremis una reforma laboral y avanzar en derechos sociales con la ley de eutanasia o la ley trans. Por eso, para el PSOE fue un shock el resultado de las elecciones autonómicas y municipales del pasado 28 de mayo. Aunque la pérdida de votos fue escasa para los socialistas, el retroceso en cuanto a poder territorial de la izquierda fue significativo. Territorios como la Comunidad Valenciana, Extremadura, Baleares, Aragón o La Rioja pasaban a las manos del PP.
"El animal político más infravalorado"
Lejos de aferrarse a la silla de la Moncloa, Sánchez sorprendió de nuevo a todos adelantando las elecciones al 23 de julio. "Los analistas estaban divididos sobre si era un suicidio político o un golpe de brillantez táctica (...) Pero Sánchez ha demostrado ser un estratega brillante capaz de maniobrar políticas audaces", señalaba esta semana el diario británico The Guardian tras los resultados de las generales. Para el medio extranjero, Sánchez es "el político de centro-izquierda más exitoso de Europa en la última década".
El experto en comunicación política, Pedro Portas, también sostiene que Sánchez "es el animal político más infravalorado en España". "Es todo un estratega. Adelantando las elecciones ha fortalecido su liderazgo y ha evitado esa lluvia fina de desgaste tras los resultados del 28-M que hubiera soportado hasta las elecciones en diciembre", señala a El HuffPost.
Los cercanos a Sánchez tampoco se sorprenden de la capacidad de resistencia del presidente. "Ha sido una campaña complicada, de mucho trabajo, pero siempre hemos tenido claro, que había que estar con la gente, explicarles y hablarles. Sánchez estaba muy feliz la noche electoral al ver los resultados", cuenta por su parte una persona que siguió junto a Sánchez el escrutinio del 23-J.
Ahora, queda por saber si el presidente será capaz de convencer a JxCat para revalidar el gobierno de coalición o si, por el contrario, España se verá abocada a una repetición electoral. "Si alguien puede encontrar una salida a tal callejón sin salida, es probable que sea el gran superviviente de la política española: Pedro Sánchez", auguraba The Guardian. Está claro: más sabe el perro sanxe por perro que por sanxe.