La bola de pelo con huesos que las aves vomitan es oro para los científicos

La bola de pelo con huesos que las aves vomitan es oro para los científicos

Además, pueden tener un papel fundamental en la educación sobre ecología. 

Águila imperial ibérica.Europa Press

Si nos adentramos en la naturaleza podremos encontrar una bola difícil de definir, ya que se compone de una amalgama de pelos, plumas y huesos compactados en forma de esfera, más o menos macizo. Es una egagrópila.

La producen las aves, ya que estos animales carecen de sistemas de masticación, tragan a sus presas enteras. En el estómago las digieren, pero las partes más duras las vomitan en esta forma redonda. 

Los suelen hacer los búhos, lechuzas, halcones y otras rapaces, aunque también pueden producirla aves acuáticas, como las gaviotas, o granívoras, como muchos pájaros, según Muy Interesante.

Estos restos los suelen expulsar a las primeras seis a diez horas después de una comida. Este proceso, impulsado por la contracción muscular de las paredes del sistema digestivo, permite a las aves eliminar material indigerible que de otra manera obstruiría su estómago. 

Además, en las aves que son cazadoras este tipo de regurgitación de egagrópilas les ayuda en la higiene de su tracto digestivo.  

Esta bola con los restos que no pueden digerir suelen contener huesos, piel, pelaje, exoesqueletos de insectos, materia vegetal indigerible, plumas, uñas y dientes. 

A los científicos estas esferas compuestas de restos les ayuda a desentrañar las preferencias alimenticias de estas aves; y en ecología, para entender las formas de predación de un lugar. 

Estos restos también ayudan a averiguar si hay contaminantes ambientales. La acumulación de toxinas, como plaguicidas o metales pesados, en los huesos de las presas se manifiesta en las egagrópilas.

La egagrópila sirve también como un gran refuerzo académico. Los estudiantes pueden aprender sobre la ecología y la biología de las aves. Desmenuzar una egagrópila y clasificar los restos que se obtienen de ella es una muy buena herramienta pedagógica para el desarrollo de talleres y cursos.

Una gran medida para sensibilizar a los estudiantes sobre el impacto negativo de ciertas actividades humanas sobre la fauna local y reforzar la necesidad de preservar los ecosistemas para las generaciones futuras.