De cambio climático a emergencia climática. ¿Cómo seguimos?
Es el momento de que la ‘emergencia climática’ nos ayude a despertar para conservar y regenerar nuestro planeta.
El concepto de emergencia climática ha pasado a formar parte de nuestro vocabulario y se ha popularizado a nivel global a un ritmo vertiginoso. Y con razón. Antes, la lucha contra el cambio climático era la denominación que se empleaba, y que todavía sigue vigente.
El Acuerdo de París de 2015, en el que 195 países firmaron el primer acuerdo vinculante mundial sobre el clima para evitar que la temperatura global subiera como mucho 1,5º nos alertó y sensibilizó a muchos. Pero ya no es suficiente. A tan sólo 5 años de ese acuerdo, vemos que los esfuerzos para frenar el cambio climático no alcanzan. La lista de los trágicos eventos climáticos durante el último año es obvia: el récord de temperatura más cálido en Europa, los incendios australianos, las tormentas de granizo en México, las inundaciones en Nebraska, la nieve caída en Hawái por primera vez en la historia…
Necesitamos una transformación sin precedentes para transitar hacia una economía que ya no sea baja en carbono, sino que esté totalmente descarbonizada, además de estrategias de “adaptación” a una realidad que ya tenemos aquí. Desde la COP21 de París la temperatura subió un grado en tan sólo tres años. ¿Qué más necesitamos para despertar?
En junio de 2019, el periódico inglés The Guardian fue el primero que dejó de emplear el término cambio climático para sustituirlo por el de crisis climática o emergencia climática, decisión que también han tomado varios medios de nuestro país. Reino Unido e Irlanda se convirtieron en los primeros países en dar ese paso en mayo de 2019. Después se han sumado Francia o Canadá, y el pasado 23 de enero España se ha convertido en el último país en declarar la emergencia climática, que vendrá acompañada de 30 líneas de acción, de las cuáles cinco de ellas se desarrollarán durante los primeros 100 días.
En la Cumbre Mundial del Clima de Nueva York (septiembre 2019), António Guterres no dudó en emplear el término para reclamar la movilización mundial, al igual que en la pasada COP25 celebrada en Madrid, antes de la cual el Parlamento Europeo declaró la emergencia climática y se comprometió a que la UE redujera sus emisiones el 55% en 2030 para lograr la neutralidad en 2050.
Oxford Dictionaries eligió al final de 2019 ‘emergencia climática’ como la palabra del año y la define desde entonces como “una situación en la que se requieren medidas urgentes para reducir o detener el cambio climático y evitar el daño ambiental potencialmente irreversible resultante de este proceso”.
No podemos ignorar que la ‘emergencia climática’ es el gran problema en la mesa. Pero… ¿cómo seguimos?
Estamos ante una gran oportunidad: la oportunidad de no “gastar” el término de tanto usarlo y darle significado y ACCIÓN.
Necesitamos COMPROMISOS: el de descarbonizar la economía cuanto antes sin dejar a nadie atrás, con empresas y agentes que se comprometan a lograr objetivos con base científica y fomentar la transición energética abandonando el carbón y los combustibles fósiles… Afortunadamente, la obsolescencia de activos que generan riesgos ambientales importantes y la caída del precio de las energías renovables ayuda.
Como ciudadanos deberemos comprometernos para demandar cambios, participar en ellos y, en definitiva, estar a la altura de esos Gen Z y millenials que nos exigen a los más mayores una calidad de vida digna para su futuro, al mismo tiempo que todos nos veremos obligados a repensar nuestro modelo de vida y qué significa la felicidad para cada uno de nosotros. Por cierto, recientemente 8.700 asociados a Amazon firmaron una carta demandando a su CEO J. Brezos un plan de acción climático agresivo.
Desde las empresas corren tiempos interesantes. Además del cuestionamiento de su rol en la sociedad y la demanda de un propósito que vaya más allá del beneficio económico, la empresa no sólo deberá innovar en modelos de negocio y transformar modelos productivos, sino que también deberá explorar nuevos modelos de liderazgo empresarial donde los altos representantes de las compañías se “mojen” públicamente y aprovechen su influencia para ejercer presión en torno a los cambio que necesitamos como sociedad (y no sólo para empujar sus intereses más individuales).
Es el momento de que la ‘emergencia climática’ nos ayude a despertar para conservar y regenerar nuestro planeta. Es hora de que nos “mueva” a todos.