Siete días en medio de la tragedia de Turquía: "Parece que ha pasado una bomba atómica"

Siete días en medio de la tragedia de Turquía: "Parece que ha pasado una bomba atómica"

Antonio Alcolea ha sido uno de los 40 integrantes del ERICAM desplazado a ese país para ayudar en labores de rescate. 

El integrante de la ERICAM Antonio Alcolea.Antonio Alcolea

Antonio Alcolea y otros 39 integrantes españoles del equipo de Emergencia y Respuesta Inmediata de la Comunidad de Madrid (ERICAM) solo necesitaban una llamada para hacer las maletas y viajar hasta la frontera entre Turquía y Siria para buscar supervivientes ante la crisis humanitaria producida por el terremoto, que ha dejado ya 40.0000 muertos, 100.000 heridos y 50.500 edificios derrumbados. 

Tras aterrizar el pasado miércoles en el país otomano, este técnico de Emergencias Sanitarias del SUMMA instaló, junto al resto de sus compañeros, el campamento en la ciudad turca de Alejandreta. Durante estos siete días, que define como "tensos largos y muy fríos con temperaturas de hasta menos 5 grados por la noche", se han movido por los lugares en los que los que los reclamaban para buscar supervivientes.

La situación, como la describe, es casi apocalíptica. Solo ha podido viajar una vez a Antioquia, uno de los epicentros del terremoto y una ciudad situada a 60 kilómetros de su campamento, pero le ha servido para ver una película de terror en vivo y en directo. 

"Parece que ha pasado una bomba atómica, no queda una infraestructura en pie. Es una población de unos 360.000 habitantes y está todo reventado. Es una ciudad para derrumbarla al 100%. Una catástrofe", asevera. De hecho, señala que les llevó dos horas recorrer esos 60 kilómetros para ir y más de 5 horas volver. "Había kilómetros y kilómetros de gente intentando salir de su ciudad, es que ya te digo que es como si fuera una película". 

Las 40 personas que componen el grupo del ERICAM se dividieron en dos equipos, en los que había en cada uno bomberos de la Comunidad de Madrid, sanitarios del SUMMA 112 e integrantes de la unidad canina K9 de Protección Civil de Las Rozas. Se iban dando relevos para que siempre estuviera un equipo en activo y disponible para ayudar. 

La misión del ERICAM en estas catástrofes es la de valorar in situ posibles víctimas y su rescate, aunque indica que siempre están apoyados por las autoridades locales, que son los que conocen y tienen vehículos y logística para desplazarlos. "Nos tienen en segunda línea, como equipos de élite, y si se les complica nos llaman a nosotros porque saben que venimos de fuera más preparados", narra este técnico de 43 años, con experiencia en los seísmos de Ecuador y Argelia de 2016 y 2003 respectivamente.

En toda la semana, han podido salvar la vida a dos personas que estaban sepultadas debajo de los escombros de unos edificios: "Ha sido lo más bonito. La primera nos llevó más de 13 horas de trabajo y la segunda casi seis, aunque ya estaban trabajando las autoridades locales, que nos avisaron cuando oyeron a una persona mientras sacaban cuerpos". 

"La primera estaba bastante bien porque nos ayudó incluso a salir, la segunda sí que tenía lesiones en el hombro, pero no tenía lesiones incompatibles con la vida... Quisiéramos haber hecho más, pero es que muchas veces no depende de nosotros y sí de terceros", se resigna, antes de explicar que las personas atrapadas pueden estarlo pero sin tener impedida su movilidad.

En un día, comenta, pueden ir a tres o cuatro edificios por turno. Los desplazamientos y el tiempo que se tarda en llegar a algunas zonas, así como el hecho de meter los perros y los equipos para analizarlos hace que se pierdan dos horas en un abrir y cerrar de ojos. "Parece que da tiempo a más, pero no", afirma.  

"Lo más duro es ver trozos de carne y confirmar que son de alguien"

Alcolea y su equipo lo que no han parado de ver son muertos. Las autoridades ya informan de que van más de 40.000 personas fallecidas directamente por el terremoto, aunque este técnico madrileño es escéptico a creerse estas cifras.

"Por cada vivo rescatado es fácil que haya cuatro o cinco muertos a su alrededor. Las cifras reales no se van a conocer jamás, pero viendo las infraestructuras yo he estimado que 200.000 personas hayan podido fallecer, aunque luego las cifras oficiales acabarán hablando de 50.000", se moja.

No solo los muertos se les van a grabar a fuego. "Lo más duro es ver trozos de carne y confirmar que son de alguien y tener que buscar ese cadáver. O rescatar un familiar, que nos diga que iba con dos hijos y estos aparezcan muertos a las 10 horas muertos". 

El olor también es otro aspecto que no se le van a olvidar fácilmente. Alcolea, que informa que no hay luz, detalla que todo funciona a base de quemar plásticos, maderas o cosas que vayan encontrando desprendiendo un hedor que no se olvida. 

"Eso más el polvo en suspensión provocado por la cantidad de arena que hay con escombros por todos los lados te marca una imagen de una película de terror en la que en vez de una escena tienes una ciudad entera. Ves todo con neblina, huele mal, hay maquinaria pesada moviendo escombros para sacar muertos, la gente va perdida y, en definitiva, se masca la tensión en cualquier rincón", sentencia. 

Además, califica como muy duro ver a personas andando sin rumbo después de haber perdido la casa, el trabajo, a familiares. "No tienen nada", subraya. Pero incluso casi no tener ni para comer, muestran su agradecimientos con estos voluntarios que han viajado miles de kilómetros para ayudarles.

Alcolea cuenta una situación que ha vivido en más de una ocasión. Cuando van a comer, muchas personas turcas les ofrecen alimentos y platos para que puedan repetir, a pesar de que ellos puedan quedarse sin nada. "El otro día iba a repetir pero me dije que cómo iba a repetir si esta gente no tiene nada para comer y que coman ellos, aunque al final te insisten tanto que acabas aceptando", confiesa.

"Tenemos respeto a las réplicas, no miedo"

En esta semana, han tenido que convivir también con réplicas del terremoto. A diario han sentido como el suelo se movía bajo sus pies. De hecho este miércoles se ha conocido que se han producido casi 3.900 réplicas desde que se produjera el pasado 6 de febrero.

"Tenemos respeto a estas réplicas, no miedo. El miedo es una parte que contamos con ella, pero respeto sí porque sabemos que si una réplica nos pilla trabajando en una estructura tenemos muchos miles de kilos en la cabeza y un paso en falso puede ser terrible", describe.

Además, también las notan en sus carnes cuando, por ejemplo, están durmiendo o acostados en la tienda de campaña: "El primer día sentí como se rajaba el suelo. Dormimos en el suelo en la tienda y cada movimiento lo notábamos. Luego hemos tenido dolores de cabeza, que es sinónimo de otra réplica que aunque no la oyes sí que la sientes".

Sus familiares, que viven inquietos estos días, tienen comunicación permanente con estos voluntarios, aunque como revela Alcolea no les cuentan todo lo que ven y viven: "Somos más suaves porque vimos cosas que casi ni salen en los medios. Mientras sepan que estamos viendo ya saben que no hacemos tonterías". 

Ahora y tras aterrizar en España este miércoles, esperan no tener que volver a vivir tragedias de esta magnitud. 

  Trabajadores del ERICAM en un rescate.Antonio Alcolea
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Alfredo Pascual es redactor de Virales en El HuffPost en Madrid. Escribe sobre noticias de televisión, política, redes sociales, deporte, etc. Estudió periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y un máster en Periodismo de investigación, datos y visualización en la UNIR. Antes de entrar en El HuffPost estuvo en la Cadena Ser y en el Heraldo de Aragón. Puedes contactar con él en alfredo.pascual@huffpost.es