De momento, Europa está resistiendo esta impetuosa presión, que ya domina en Italia y en Hungría y que ha alcanzado considerable presencia en otros muchos parlamentos.
Esa polarización extrema se ha trasladado a una plétora de acusaciones penales y causas judicializadas tan carentes de fundamento como de base probatoria.
Que el PP y Vox quieran influir en la Justicia es humanamente comprensible (aunque no por ello deje de ser inmoral y desde luego ilegal), ya que la política no la hacen espíritus puros, pero hay que reconocer que no lo intentarían si no vieran una predisposición favorable en una parte de la judicatura.
La impresión que se trasmite es la de que está nervioso y se siente inseguro en su liderazgo -la sombra de Casado es alargada-, necesita ganar lo que sea como sea para mantener la esperanza.
Pierde clientela por el centro, que huye despavorido de las nuevas inclinaciones ultraderechistas, y pierde por la extrema derecha ya que los ultras prefieren el producto genuino al sucedáneo sobrevenido.
"España adopta esta decisión junto a otros dos países: Irlanda y Noruega. Y parece que otros, como Malta, Eslovenia y Bélgica, se inclinan por lo mismo".
El antisionismo es un despojo antiguo, y conviene vigilar que no tenga reminiscencias; el antiislamismo y la arabofobia están en cambio muy presentes en nuestro ámbito cultural, elitista y xenófobo.
En esta Legislatura que enfila su desenlace, la UE ha acometido retos tan inaplazables como ejemplificativos de la necesidad de acelerar la integración supranacional europea, porque de esa escala son las respuestas requeridas, escapando del perímetro individual de sus estados miembros.
Es imposible ignorar hasta qué punto la sensibilidad española hacia un vecino confiable —Andorra, en el Pirineo— y hacia la proximidad de San Marino en la UE ha resultado crucial.
Hemos conseguido avanzar tanto en la legislación europea como en el acervo europeo de compromisos vinculantes en un ámbito tan exigente como es el de la violencia contra las mujeres.
En realidad, ideología de género es negar a las asesinadas (1.238 desde 2003). Ideología de género es negar que en nuestro país se produce un asesinato por violencia de género cada seis días, mientras se sigue hablando de ETA.
Se esgrimen unas razones claramente desvinculadas del propósito político que se tiene que es hacer desaparecer un órgano de control que, al parecer, “molesta”.