Las cinco verdades que la industria de la moda rápida no quiere que sepas

Las cinco verdades que la industria de la moda rápida no quiere que sepas

A menudo, los trabajadores requieren la ayuda de sus hijos para coser, adornar y embellecer con más rapidez la ropa que acabará en nuestros armarios. "Su vida es muy precaria, y está presidida por intermediarios tiránicos que ofrecen los sueldos más bajos de la industria textil".

La industria de la moda últimamente está recibiendo muchas críticas. El exceso, la publicidad abiertamente sexual, las cuestiones humanitarias, el derroche, la legislación... Y la lista no acaba ahí.

Los gigantes de la industria han dedicado millones de dólares para las campañas de promoción, llegando a lanzar conscious collections (o colecciones cuidadosas con el medio ambiente) y a donar fondos para causas justas. A pesar de estos esfuerzos, la verdad sigue ahí: la moda es una de las industrias más sucias del mundo. Y esto es todo lo que no quieren que sepas:

1) La industria de la moda está diseñada para hacernos sentir que después de una semana, ya estamos desfasados.

Hubo una época en la que había dos temporadas de la moda: primavera/verano y otoño/invierno. Aterrizamos en 2014 y nos encontramos con 52 microtemporadas al año. Todas las semanas hay nuevas modas, y el objetivo de la moda rápida es que los consumidores compren un máximo de ropa posible en un mínimo de tiempo.

De acuerdo con Elizabeth Cline (autora del libro Moda desechable: El escandaloso costo de la ropa barata), los productos de la moda rápida normalmente tienen unos precios más bajos que sus competidores, actuando según un modelo de empresa de baja calidad y elevado volumen.

Cline señala que Zara es pionera en el concepto de la moda rápida, en el que los productos llegan a las tiendas dos días a la semana. Según la experta, H&M y Forever21 reciben envíos a diario, mientras que Topshop introduce en su web 400 estilos nuevos a la semana.

Con la creación de nuevos looks cada semana, las empresas establecen un calendario de la moda con el que hacen sentir al consumidor desfasado justo después de haber estrenado su nueva ropa.

2) Los descuentos no son descuentos en realidad.

A los modernos más ahorrativos les encanta la idea de ir a un outlet como TJ Maxx o Marshall, y salir con marcas de diseñador por una fracción de su precio. Por desgracia, los excedentes que pensamos que estamos comprando a menudo nunca han visto la etiqueta de un diseñador en su vida.

"A pesar de las creencias habituales, la ropa de outlet nunca pasa por los almacenes normales, y lo más probable es que esté producida en una fábrica totalmente diferente de la de la ropa normal", explica Jay Hallstein en The Myth of the Maxxinista.

La realidad es que el intermediario de un outlet negocia con los diseñadores para poder poner sus etiquetas en la ropa barata manufacturada en sus propias fábricas de baja calidad.

Un artículo publicado en la web Jezebel lo confirma: "Se ha descubierto la trampa. Grandes marcas como J. Crew, Gap y Saks' Off 5th no venden ropa rebajada o fuera de temporada en sus almacenes outlet. Simplemente, compras abrigos y pantalones de menor calidad".

3) Hay plomo y otras sustancias químicas nocivas en tu ropa.

Según el Centro de Salud Ambiental, Charlotte Russe, Wet Seal, Forever21 y otras populares cadenas de moda rápida siguen vendiendo carteras, cinturones y zapatos con un mayor contenido en plomo del permitido por la ley, tras haber firmado hace unos años un acuerdo para limitar el uso de metales pesados en sus productos.

Un artículo del diario The New York Times explica que el Centro de Salud Ambiental está centrado en reducir el contenido en plomo de los productos que venden a las jóvenes, puesto que el plomo se acumula en los huesos y puede liberarse durante el embarazo, llegando a dañar tanto a la madre como al feto.

La exposición al plomo también se ha asociado a una mayor tasa de infertilidad en las mujeres y a un aumento del riesgo de ataques al corazón, derrames cerebrales y una mayor tensión arterial. Muchos científicos coinciden en que no hay ningún nivel seguro en lo que se refiere a la exposición al plomo.

La contaminación por plomo se añade a la de los pesticidas, insecticidas, formaldehído, materiales ignífugos y otras sustancias cancerígenas que residen en la ropa que llevamos puesta.

4) La ropa está diseñada para romperse con facilidad.

Los gigantes de la moda rápida, como H&M, Zara y Forever21, se preocupan solamente por los beneficios. Su modelo de empresa depende del deseo de los consumidores de estrenar ropa, lo cual es instintivo si la ropa se estropea al primer lavado.

"Una franquicia como H&M produce cientos de millones de prendas al año", afirma en NPR la escritora Elizabeth Cline. "Le suben un poco el precio a la ropa y obtienen beneficios al venderla en tropel".

Entonces, ¿por qué deberíamos preocuparnos? Porque la media de los estadounidenses tira alrededor de 30 kilos de ropa al año. Y no hablamos de donaciones a la beneficencia, sino de 30 kilos de ropa que van directamente al vertedero. Porque, en la actualidad, la mayoría de nuestra ropa está hecha con fibras sintéticas, de petróleo, y estas prendas tardarían décadas en descomponerse.

"Hay algunos artículos que son una porquería. Una mierda, básicamente", relata en la emisora NPR Simon Collins, decana de la moda en Parsons The New School for Design. "Y entonces lo doblas como buenamente puedes y piensas, vale, me lo pondré para la fiesta del sábado por la noche, y luego se echará a perder literalmente".

5) Los adornos con cuentas y lentejuelas son un indicador de que hay trabajo infantil de por medio.

Las estimaciones de la industria sugieren que entre el 20 y el 60% de la producción de prendas está cosida en casas de trabajadores, según la escritora Lucy Siegle, que lo explica en su libro: To Die For: Is Fashion Wearing Out the World?

Aunque existen máquinas que pueden incrustar cuentas y lentejuelas como si de un trabajo hecho a mano se tratara, son muy caras y tienen que comprarlas las fábricas. De acuerdo con Siegle, es muy poco probable que una fábrica extranjera invierta en este equipamiento, especialmente si la ropa que se está fabricando busca una etiqueta de la moda rápida que le dé valor.

Siegle, que ha llevado a cabo su propia investigación, ha demostrado que millones de personas que trabajan en casa están ocultos en algunas de las regiones más pobres del mundo, "encorvados, cosiendo y bordando el contenido de los armarios del mundo... en chabolas de una sola habitación en la que viven familias completas".

A menudo, estos trabajadores requieren la ayuda de sus hijos para coser, adornar y embellecer con más rapidez (y durante todo el tiempo que les permita la luz del día) la ropa que acabará en nuestros armarios. Siegle continúa diciendo que "su vida es muy precaria, y está presidida por intermediarios tiránicos que ofrecen unos de los sueldos más bajos de la industria textil".

¿Cómo podrías convertirte en un consumidor más responsable? Comienza informándote, comprando en tiendas locales, comprando menos, comprando productos de segunda mano y de diseñadores independientes. Puedes empezar uniéndote desde aquí al movimiento en auge de los impulsores de un cambio en la moda.

Traducción de Marina Velasco Serrano