¿Racista se nace o se hace?

¿Racista se nace o se hace?

Un informe de SOS Racismo analiza cómo los libros de texto en España contribuyen a perpetuar el discurso racista.

Manifestación contra el fascismo y el racismo en Barcelona, en marzo de 2022.Ricard Novella/SOPA Images/LightRocket via Getty Images

A estas alturas no es discutible que el racismo existe, en España y en el mundo, y que sus tentáculos tocan (casi) todas las esferas de la sociedad, de formas superficiales y profundas. Los activistas antirracistas llevan tiempo insistiendo en que, más allá de los comentarios racistas y las agresiones, hay un trasfondo que duele y limita mucho más, y que cuesta mucho más cambiar, desde la Ley de Extranjería y el ‘control de fronteras’ hasta la invisibilización y los estereotipos de personas racializadas en la cultura, los medios y la educación. Es lo que se conoce como racismo estructural, ese que es de raíz, ese que es (también) institucional, omnipresente y transversal.

Este martes, la organización SOS Racismo Madrid ha presentado un informe titulado ‘Aprendiendo racismo: racismo estructural en libros de texto’, en el que el grupo de investigación de la asociación analiza los textos y las imágenes de varios libros de texto de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) desde una perspectiva antirracista. La principal conclusión es que, si hubiera que puntuar los contenidos, la nota sería un suspenso.

El grupo se ha centrado en analizar los libros de la asignatura de Historia y Geografía de los cuatro cursos de ESO que comercializan las “dos principales editoriales españolas”, Santillana y Anaya. En total, son 2.710 páginas con las que se “contribuye al relato racista” de diversas formas, según concluye el informe.

El análisis se centra en nueve epígrafes que van desde la representación de personas racializadas hasta el imperialismo, la esclavitud, la imagen de África, América y el mundo indígena, o la migración. Sostienen los autores del informe que la perpetuación del discurso racista se observa en los libros por su visión “simple y unidimensional de los pueblos no europeos”, por “la exclusión -de manera deliberada o inconsciente- del rol de España en la historia del racismo, la esclavitud y el colonialismo” y por “la invisibilización de la influencia cultural árabe, gitana y judía” en la península.

Ricardo Zúñiga, coordinador y coautor del informe, señala que en los libros de texto españoles se da una “generalización” de aquellos pueblos que son considerados como “los otros” -así, el continente africano, con 54 Estados y más de 1.300 millones de habitantes, se trata como un todo-, y en la gran mayoría de las imágenes donde aparecen personas racializadas se las presenta como pobres, vulnerables o sin agencia, ayudadas en todo caso por “cooperantes”, o por la popular figura del ‘salvador blanco’.

El pueblo gitano, ‘inexistente’

Los investigadores han observado también una omisión “flagrante” en los libros de texto con los que se enseña en España: no se menciona al pueblo gitano, a pesar de que su presencia en la península se registra desde hace más de 500 años. “No se dice nada sobre su llegada, su historia, su influencia en la construcción histórica de España ni sus aportaciones lingüísticas, musicales y culturales”, apunta el informe.

De hecho, al realizar una búsqueda por las palabras pueblo gitano, gitanos, caló, romaní o pueblo Rrom, sólo se ha encontrado una mención en el libro de 4º de Santillana, que curiosamente no tiene nada que ver con España, sino con el Holocausto. En esa cita se menciona que el exterminio nazi persiguió, además de a las comunidades judías, a colectivos como “los gitanos y los homosexuales”. Y ya.

Uno cree que la perspectiva ha avanzado, pero en estos libros parece que seguimos en los años 70

Con todo, lo que más le ha llamado la atención a Zúñiga es la visión que dan los libros de texto sobre la esclavitud. “Uno cree que la perspectiva ha avanzado, pero en estos libros parece que seguimos en los años 70”, comenta el investigador. “Se utilizan eufemismos como ‘mano de obra’ indígena para hablar de la esclavitud a la que se sometió a cientos de miles de personas”, recoge el informe, citando un caso de un libro de Anaya.

La esclavitud “se trata sólo como cuestión comercial”, lamenta Zúñiga, como si una práctica hoy considerada un crimen contra la humanidad sólo pudiera analizarse en “términos económicos”. “Ninguno de los libros hace un cuestionamiento ético, moral o crítico respecto a esta situación”, denuncia Zúñiga, que observa una “desensibilización” y “deshumanización” en los libros de texto.

Ninguno de los libros hace un cuestionamiento ético, moral o crítico sobre la esclavitud

Los autores del informe también remarcan la “exclusión de hitos de la historia colonial y esclavista de España” en los libros. Así, mientras que “España fue uno de los primeros países en legalizar la esclavitud de personas africanas y el último en derogarla” -cita el informe- “en los libros de texto analizados llama la atención la invisibilización, ya sea por omisión o trivialización, del rol que tuvo España en el inicio, legalización y mantenimiento de la esclavitud en el triángulo atlántico”.

Se sigue hablando también de “descubrimiento” de América desde una visión eurocéntrica, como si fuera algo “positivo” para los pueblos conquistados y diezmados, a quienes se les cedió un “legado”, según los libros de texto analizados. Se hace hincapié en la “glorificación de la guerra y la colonización”, en los “logros -las riquezas que España ganó-, pero no en los métodos, con los muertos y la explotación de los pueblos indígenas”, recalca Amanda Hawthorne, investigadora y coautora del informe. A los pueblos indígenas, por cierto, se les llama “indios” en los libros.

“El racismo se fomenta en estos libros”

El grupo de investigación de SOS Racismo no pide una visión “revisionista para dar otro sentido” a la Historia, pero sí unos libros de texto “que no invisibilicen”, que puedan diferir del “discurso único” y acrítico, sobre todo cuando la actual Ley de Educación, la LOMLOE, insta a fomentar “el espíritu crítico”, recuerdan.

“El racismo se refleja, se fomenta, crece en estos libros”, lamenta por su parte Amanda Hawthorne. La investigadora propone que las editoriales inviten a “académicos y académicas diversos para tener más perspectivas” a la hora de elaborar los contenidos de sus manuales.

Hawthorne se ha centrado en analizar las imágenes presentes en estos libros. Si bien se ha ‘sorprendido’ al descubrir que alrededor del 12% de las fotografías e ilustraciones que muestran a seres humanos representan a personas racializadas, los estereotipos siguen pesando: la imagen de mujeres racializadas “oprimidas” por “su cultura”, frente a las mujeres blancas elegantes y empoderadas; la representación de niños racializados pobres, sólo “felices” si van de la mano de una persona blanca.

La educación es lo que curará el racismo

La imagen de las sociedades musulmanas, añade Ricardo Zúñiga, es también “bastante peyorativa”en los manuales. Mientras se dice que los vikingos hicieron “expediciones” y “se establecieron” en los territorios europeos que atacaron, de los sarracenos se habla como “piratas musulmanes” -mencionando en este caso su religión- que “asolaban las costas europeas con sus pillajes” y sometían a las mujeres. El lenguaje tiene connotaciones, e importa.

“La educación es lo que curará el racismo”, sostenía la activista afroespañola Shandra Molins en una entrevista con El HuffPost. La periodista Lucía Mbomío apuntaba en ese mismo reportaje que una de las patas en las que se sostiene el racismo sistémico son los currículos escolares, y el hecho de que no se estudie la historia de España como un lugar que lleva intrínsecas la migración y la población no blanca prácticamente desde sus orígenes. “Para mucha gente, somos perpetuamente ‘recién llegados’, por mucho que seas castellana vieja y tu pasaporte diga lo contrario”, decía Mbomíó. Le pasa a ella, que nació “con el DNI español debajo del brazo” hija de madre española y padre de Guinea Ecuatorial, un territorio que, por cierto, fue colonia española hasta 1968. Aunque los libros de texto también omitan esta historia. 

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Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es