Seguro que conoces bien los cuentos clásicos europeos, aunque sólo sea por la versión Disney: Caperucita, Blancanieves, El príncipe rana, Alicia en el País de las Maravillas... Forman parte de nuestra cultura y han definido Europa a los ojos del mundo. Pero ¿qué pasa cuando el Lejano Oriente los adapta a su cultura?
Eso es exactamente lo que ha hecho Nayoung Wooh, una ilustradora surcoreana de 36 años que ha captado la mirada internacional con su serie sobre cuentos de hadas orientalizados. La estética y las protagonistas han sido trasladados a Asia, aunque retienen el espíritu ingenuo de los originales.
Todo empezó con su interés por el hanbok, la vestimenta tradicional coreana. "En el instituto no me interesaba. No veía su intrínseca belleza. Pensaba que sólo era un traje arcaico que los mayores llevaban en ocasiones especiales. Creo que la mayoría de los coreanos tienen esa visión", explica.
El interés por esta prenda creció tras la emisión de varias series históricas sobre la dinastía Joseon, como Hwangjiyi o Sungkyunkwan Scandal. "Mi curiosidad se despertó gradualmente y entonces vi los dibujos de Sumeragi Natsuki. Su trabajo me llegó y quise hacer ilustraciones sobre la belleza del hanbok", recuerda.
De ahí, llegó a los cuentos. "Me parecieron el medio natural para el hanbok. Siempre me habían interesado mucho los cuentos clásicos y el folklore, tanto europeo como asiático", afirma. Sin embargo, la experiencia comenzó como algo más que un proyecto artístico. Fue una terapia.
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EL ARTE LA SALVÓ
"Tras graduarme en Arte Oriental, trabajé como diseñadora gráfica durante tres años para un desarrollador de videojuegos llamado Nexon. Pero hace unos 10 años sufrí una depresión terrible. Dejé mi trabajo. Sentía que era la única persona que no sabía qué hacer con su vida. Estaba harta de todo y necesitaba algo desesperadamente a lo que agarrarme. Me encerré en casa y jugaba a la consola todo el día", recuerda la artista.
Finalmente, el dibujo es a lo que se agarró. "Nunca había dedicado tiempo a pensar en mí, lo que me deprimía, lo que me hacía feliz, lo que el dibujo significaba para mí. La depresión me forzó a hacerlo. Me hizo plantearme quién era, qué me interesaba. Tuvo un gran efecto terapéutico. Concentrarme en producir arte me permitió reconciliarme conmigo misma. Me acepté tal como era", asegura.
De todas las ilustraciones, su favorita es la de Alicia en el país de las maravillas. "Es muy especial para mí. Se basa en una de las escenas más famosas del libro. Me encantó trabajar en ella, y mucha gente piensa que es la mejor. Quería visualizar un pasadizo en el que Alicia cae de un mundo a otro llevando un hanbok", explica.
¿Continuará? "He terminado unos bocetos previos de Pulgarcita, El mago de Oz y El gato con botas. Pero tengo muchos proyectos. El de Oz será mi prioridad cuando tenga un tiempo. También quiero recopilar todas las ilustraciones en un libro, y plantear dudas sobre la estructura del hanbok y cómo dibujarlo", ennumera.
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