¿Puedo merendar bocadillo de chorizo y comer chuleta de cerdo?

¿Puedo merendar bocadillo de chorizo y comer chuleta de cerdo?

GTRESONLINE

¿Puedo merendar o no puedo merendar bocadillo de chorizo? ¿Tengo que dejar de comer chuletones de ternera? ¿Ya no voy a poder comprar perritos calientes cuando me vaya de festival?

Todo son dudas. Desde que este lunes la Organización Mundial de la Salud (OMS) relacionase el riesgo de sufrir cáncer de colon con el consumo de carne procesada o charcutería y clasificase la carne roja (de vaca, cordero, buey y cerdo) de carcinógeno "probable", son muchas las preguntas que nos acechan. La alarma social se ha extendido y el día después las conversaciones de bar, oficina o mercado giran en torno a este tema.

¿Cómo debemos valorar esta información? ¿Y qué tenemos que hacer a partir de ahora cuando vayamos a la compra o preparemos la comida?

RIESGO MUY MODERADO

"El informe de la OMS recoge otras investigaciones que conocemos desde hace muchos años. Ya desde finales de los 90 sabemos que hay un riesgo menor de sufrir cáncer colorrectal por el consumo de carne roja o procesada", explica Antonio Llombart, portavoz de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), a El Huffington Post. "Pero éste es un riesgo menor", insiste.

El concepto riesgo menor significa que "hay una evidencia científica de que la relación de consumo de carne y la aparición de cáncer colorrectal existe y no se puede negar, pero es baja". De este modo, y de acuerdo con el informe de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), si consumimos más de 350 gramos de carne procesada a la semana, el riesgo de padecer esta enfermedad aumentaría en un 18% [en la carne roja no hay tales evidencias]. "Si una persona que no consume habitualmente este tipo de productos tiene un riesgo 100, alguien que supera la cantidad semanal de 350 gramos —50 al día— tendría un riesgo 118", continúa el especialista.

Para tomar conciencia de lo que esto significa, Llombart compara los efectos de la carne procesada con los del tabaco, ambos productos considerados como cancerígenos para el hombre (del grupo 1), según la clasificación de la IARC. Si bien el consumo excesivo de carne hace que el riesgo de cáncer colorrectal pase de 100 a 118, el consumo de tabaco haría que el riesgo de cáncer de pulmón pasase de 100 a 3000, señala el oncólogo. "Es más, en el cáncer de colon, el tabaco es un factor de riesgo más potente que la carne".

EN LA CIMA DE LA PIRÁMIDE

Basándonos en estos datos parece que podríamos comer carne sin problemas, y tampoco es así. "Lo que comemos y el tipo de vida que hacemos influye mucho en nuestra salud y en el riesgo de desarrollar enfermedades, entre ellas las tumorales", apunta la doctora Irene Bretón, del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). Tanto el estilo de vida como la alimentación son factores modificables y por eso organismos como la OMS insisten en la necesidad de prestarles atención para evitar el desarrollo de un cáncer o de una enfermedad cardiovascular.

"El mensaje es que el exceso de consumo de carne predispone un riesgo y como cualquier exceso es malo", señala Llombart, quien insiste en la moderación y rechaza la elimnación. No hay que olvidar que la carne roja tiene también importantes beneficios nutricionales. Como apunta el comunicado distribuido por la SEEN, "no debemos demonizar un alimento en concreto, y más si tenemos en cuenta que la carne roja también tiene beneficios nutricionales, por su contenido en proteínas de alto valor biológico, hierro, zinc y vitaminas del complejo B".

De lo que se trata es de que "el consumo sea ocasional como recomienda la Dieta Mediterránea", continúa Bretón. "Ni las carnes rojas ni las procesadas están fuera de la pirámide. Están en el vértice, pero no fuera", añade.

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Pulsa para ver más grande

De este modo, deberíamos consumir dos raciones de carne roja a la semana y una, o menos de una, de carne procesada. Una ración de carne serían alrededor de 100 gramos, de acuerdo a la Guía de la alimentación saludable de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). "El consumo excesivo de grasas animales no es bueno para la salud. Por lo tanto, se recomienda el consumo en cantidades pequeñas, preferentemente carnes magras, y formando parte de platos a base de verduras y cereales", señala la web de la Fundación Dieta Mediterránea dependiente del Ministerio de Sanidad y Consumo.

Los beneficios de este tipo de patrón alimentario —patrimonio inmaterial de la UNESCO desde 2013— son ampliamente conocidos . "El estudio PREDIMED ya puso en evidencia que hay un menor riesgo de mortalidad y menor riesgo de enfermedades cardiovasculares en individuos que siguen esta dieta", continúa Bretón.

"Con la carne roja o la procesada pasa como con el Sol, sabemos que el exceso es malo porque puede favorecer la aparición de cáncer de piel pero también aporta vitamina D por lo que no debemos eliminarlo", continúa Llombart. "Pasa también con el alcohol, un vaso de vino a las comidas es cardiosaludable pero el abuso está relacionado con la aparición de cáncer de esófago o de hígado". "De todas formas, si una persona come hamburguesa todos los días (600 gramos a la semana) tiene más riesgo de sufrir un infarto a sufrir un cáncer de colon", asegura el oncólogo.

Para el oncólogo, la alarma social tiene mucho que ver en la forma en que la OMS ha hecho el comunicado, "les faltó inteligencia emocional". Además, como apuntaba el Ministerio de Sanidad y Consumo en el comunicado del lunes, "para evaluar el riesgo real será necesario esperar al informe de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria como órgano evaluador del riesgo de la Unión Europea" y así poder "analizar la relación entre riesgos y beneficios derivados del consumo de estos alimentos".

¿BOCADILLO DE CHORIZO, SÍ O NO?

Entre tanta información y tantos titulares, las preguntas son muchas y una de las más repetidas gira alrededor de la hora de la merienda. ¿De qué será ahora el bocadillo de los niños si no puede incluir jamón serrano, jamón york, chorizo, etc?

Aquí, como en los otros casos no debe cundir el pánico. La variedad será la clave y en esa variedad se deben incluir todos estos productos. "Hay que usarlos de forma ocasional porque no deja de ser una fuente de proteínas", asegura la doctora Bretón, quien recomienda alternar el chorizo con otros productos como queso, chocolate, pan con aceite, etc.

"En la variedad está el gusto. Si le das a un niño todos los días la misma merienda, se va a cansar. Hay que ir alternando", añade Llombart. De esta forma se puede utilizar cualquier tipo de alimentos, incluidos chorizo, salchichón o jamón. "El riesgo de padecer cáncer de colon aumenta cuando pasamos los 50 años y en los niños si se suprime es más bien por una cuestión de educación", apunta. Nutricionalmente hablando está comprobado que es muy difícil reconducir a un adulto, lo fácil es educar a un niño.

Entonces, ¿qué es mejor: dar a nuestros hijos bocadillo de chorizo o un bollo industrial? "Claramente lo primero, ya que el consumo de bollos industriales aumentan el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares", dice Llombart sin dudar. Y recuerda: la moderación es clave, aunque tampoco pasaría nada si una semana nos excedemos y comemos más carne de la recomendada.

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