Por qué las ciudades europeas pueden ser las más saludables del mundo

Por qué las ciudades europeas pueden ser las más saludables del mundo

La OMS apunta a esta oportunidad en un informe donde proporciona las herramientas para lograrlo.

Un grupo de personas camina por Lisboa.GETTY

El urbanismo de las ciudades afecta directamente a la salud de sus habitantes, y las urbes europeas tienen la oportunidad de ser las más saludables del mundo. Es la conclusión a la que ha llegado la OMS, que ha elaborado un informe que analiza cómo se puede utilizar el urbanismo para promover la actividad física y las dietas equilibradas.

Ambas contribuyen a la mejora de la salud física y mental, además de al bienestar general de los ciudadanos, y el tamaño de las ciudades europeas hace que lo tengan más sencillo para facilitarlo. “Más del 70% de las personas que viven en nuestra región lo hacen en ciudades pequeñas de menos de medio millón de habitantes”, apunta la OMS.

Actualmente, según la organización, el diseño de la mayoría de entornos limita la capacidad de las personas de permanecer activas y de tener opciones de comida sana disponibles.

Pero para mejorar la ciudades y la vida de las personas que viven en ellas, según la OMS, primero hay que saber cómo funcionan. “Recoger datos y construir conexiones con las comunidades locales es esencial para planificar un urbanismo más saludable”, reza el informe.

La organización propone utilizar la tecnología a través de una serie de herramientas que permitan conocer las necesidades de las urbes. En concreto, proponen las siguientes acciones:

  • Recoger datos sobre movilidad en la ciudad.
  • Identificar las infraestructuras de alimentación local para mejorar la seguridad alimentaria.
  • Calcular los beneficios económicos de las políticas de salud.
  • Herramientas para conectar con agentes relevantes y los propios ciudadanos.
  • Analizar datos para un urbanismo más saludable. 

Además de sugerir herramientas para ayudar a implementar los las mejoras, en el informe de la OMS también se ponen algunos ejemplos prácticos de políticas que han puesto en marcha algunas urbes europeas y que están dando buenos resultados.

Una de las capitales que destaca el informe es Lisboa, que trabaja para promover una dieta equilibrada entre sus habitantes, “colocando el producto local en el corazón de los espacios públicos”. Además, la organización también valora que la capital portuguesa está implicando a los más pequeños, explicándoles cómo cultivar vegetales e inculcándole los beneficios de comer sano.

Por su parte, en la ciudad irlandesa de Cork han introducido parklets en varias calles para construir entornos más amables y que sus habitantes tengan más espacio público donde sentarse.

En Tbilisi, la capital de Georgia, también se han puesto manos a la obra para mejorar la salud de las personas que viven en la ciudad. El informe de la OMS señala que los principales retos para la urbe son “la calidad del aire, el sedentarismo y la salud mental”. Por eso, la capital está en plena transformación y su principal línea de acción es hacer que las calles sean para las personas, y no para los coches.

Estos son algunos de los ejemplos que destaca la Organización Mundial de la Salud, y que pueden consultarse con detalle en el informe, pero la gran conclusión de la institución invita a actuar ya. Las pequeñas y medidas ciudades europeas son más manejables y con más facilidades para implementar este tipo de políticas. 

La tarea es urgente por el avance de la emergencia climática. Los fenómenos que se están viviendo este año o datos como que el 99% de la población mundial respira aire contaminado deberían ser suficientes para trabajar en que las ciudades sean buenos lugares para vivir.

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Soy redactora de LIFE en El HuffPost España, esa sección en la que intentamos contar el lado hedonista de la vida sin dejar de lado otras realidades.

  

Sobre qué temas escribo

Como redactora de LIFE, escribo sobre temas de cultura, moda, belleza o estilo de vida. También he abordado temas de medioambiente, feminismo o sociales, pero donde más cómoda me encuentro es explorando la relación de la moda con otras disciplinas culturales o su impacto social, y sobre todo lo que tenga que ver con el cuidado de la piel.

 

Siempre desde una perspectiva cercana, he tratado cuestiones como la estrategia del Museo del Prado para triunfar a través de sus redes sociales, explicado cómo Melania Trump utilizó su armario como arma política o desmentido bulos relacionados con la protección solar. Es probable que el 80% de los temas que he publicado se hayan escrito mientras sonaban Beyoncé, Oasis y Arctic Monkeys. Además, también me encargo de preparar el boletín de LIFE que enviamos cada sábado intentando resumir la actualidad de la semana.

 

Mi trayectoria

Nací en Vigo en 1992 y desde que tengo uso de razón siempre quise ser periodista. La única excepción fue la época en la que tuve fantasías con ser pintora, pero descarté rápido la idea cuando mis padres me anotaron a clases y me di cuenta de que no era lo mío. Estudié Periodismo en la Universidad de Santiago de Compostela (USC), donde me gradué en 2014 después de pasar un año en Roma que me hizo apreciar todavía más la cultura italiana. Dejé Galicia para mudarme a Madrid en 2015 y cursar el Máster de Periodismo Cultural en la Universidad San Pablo Ceu. Aprendí en Radio Galega y en Pentación Espectáculos, donde descubrí lo que hay detrás de producciones de teatro y de grandes eventos como el Festival de Mérida. Colaboré puntualmente con Guía Repsol o la revista L'Officiel y llegué a El HuffPost en 2016, donde empecé compaginando mi trabajo como redactora de Branded Content con temas para la sección de tendencias, que terminó convirtiéndose en LIFE, donde actualmente soy una de las redactoras. Fui finalista en los Premios Ecovidrio de 2017.

 


 

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