"Compórtate como una señorita" y otras 12 frases que tu hija debería dejar de oír

"Compórtate como una señorita" y otras 12 frases que tu hija debería dejar de oír

Las niñas están bombardeadas por clichés desde pequeñas.

.Getty Images

“Sé una señorita, dijeron”. Esa frase es el leit motiv de un poema de la activista Camille Rainville publicado en 2017 y que la actriz de Sexo en Nueva York Cynthia Nixon ha recitado en el vídeo presentación de la revista Girls Girls Girls. Magazine. El vídeo, que recopila otras frases que las mujeres han oído en más de una ocasión a lo largo de su vida, acumuló cinco millones de reproducciones en dos días.

‘Consejos’ sobre su comportamiento, su físico o su forma de vestir, que están a la orden del día en la sociedad patriarcal y que llevan oyendo —y casi siendo bombardeadas— desde que son pequeñas. Aunque se piense que esto ya está superado y que las niñas ya no tienen que vestir de rosa y jugar a las muñecas y los niños de azul y jugar al fútbol, todavía se dicen este tipo de frases, la mayoría de veces de forma inconsciente, y afecta en la educación de las mujeres y los hombres del futuro.

Lo importante para deconstruir estas afirmaciones es “incorporar de manera directa y consciente una perspectiva de género”, asegura Irene Martínez, doctora en Educación de la Universidad Complutense de Madrid y especialista en Pedagogías Feministas.

Todo empieza por acabar con las algunas de las frases que padres y madres dicen constantemente a sus hijas. Estas son 13 que habría que erradicar y que seguro que has escuchado más de una vez.

1. ”¿Por qué no te arreglas? Estás mucho más guapa cuando te maquillas”

“El principal problema viene cuando este mensaje lo dirigimos únicamente a las niñas porque entra en juego un fuerte estereotipo de género”, señala Martínez. Pronunciando esta frase se pone en relieve que “las mujeres tienen que estar siempre guapas y dispuestas para los hombres”, apunta Martínez. Por lo que algunos de los puntos principales de la educación feminista, según la experta, son desmontar los estereotipos, trabajar el “empoderamiento colectivo”, la autoconfianza, la autoestima y la sororidad. “Cualquier chico o chica debe sentirse libre para maquillarse o no”, indica Martínez.

Alternativas: “Estás guapa siempre” o, mejor aún, no juzgar su físico con otros calificativos como “qué lista eres” o “qué fuerte eres”. También se le puede decir a los chicos y, de este modo, se rompen los estereotipos de género.

2. “Siéntate como una señorita”

Mientras que a los niños siempre se les ha permitido sentarse como querían, las niñas han aguantado esta frase dicha por madres, padres, tías, abuelas y toda la familia. “Es importante atender al control de los cuerpos de las mujeres y al uso de los espacios públicos. Son dos de las reivindicaciones feministas más tradicionales”, indica Martínez, para la que la cosificación de la mujer va más allá de la belleza. “No nos enseñan como mujeres a sentirnos libres y cómodas en público ni a ser líderes ni a expresar nuestras opiniones o defenderlas. Al contrario, nos enseñan a callar o a no hacernos notarr”, enfatiza la especialista.

Alternativas: déjala que se siente como quiera o, si tiene que mantener ciertas normas de educación en un espacio público, que sean iguales para ellos y para ellas. 

3. “Así nunca te vas a echar un novio”

Asociar a una niña con un niño a temprana edad es una de las formas más evidentes de mantener los estereotipos tradicionales. “Damos a entender que la meta en la vida es encontrar novio que nos cuide. Que estemos en una relación heterosexual, donde la mujer debe ser cuidada y dedicada a la reproducción”, indica Martínez. “El problema viene decimos en la infancia frases como ‘quién es tu novio’, ‘a ese nene le gustas’. Si repetimos estos mensajes desde los 3 años les estamos normalizando tener novio pronto, que lo necesitas y que sin él estás incompleta”, enfatiza la pedagoga.

Alternativas: directamente déjala ser una niña sin asociarla a nadie. Fomenta su libertad, sus decisiones y empodérala.

4. “Sonríe, no sé por qué siempre tienes esa cara de enfado”

“No se nos permite el enfado, no estar de acuerdo y mucho menos expresarlo en público”, indica Martínez, quien señala que en la educación feminista es importante priorizar la educación emocional, tanto en chicos como en chicas. “Primero desde el autoconocimiento, qué me gusta, qué no me gusta o cómo me hacen sentir ciertas cosas. Y después desde el conocimiento de los demás como respetar emociones diferentes, entender o ayudar”, añade.

Alternativas: intenta empatizar con ella, permítele estar triste, enfadada y ayúdala a conocerse sin juzgar su aspecto. Mejor un ”¿pasa algo? ¿hay alguna cosa que no te gusta?”.

5. “No seas tan marimandona”

Que las mujeres no lideren los espacios es algo que se extiende desde la infancia hasta los altos cargos de las empresas. “Si das órdenes eres una ‘marimacho’ o una ‘mala mujer’. Somos educadas para acatar órdenes, no para darlas”, apunta Martínez. El liderazgo feminista, según la experta, se debe cuestionar. “Si como mujer lidero una empresa para reproducir los mismos mecanismos de opresión y de sanción, entonces no estoy cambiando nada. Seré una mujer reproduciendo los valores y estrategias machistas”, detalla.

Alternativas: no cuestiones que quiera liderar un equipo o no pasar desapercibida, pero sí que no repita roles autoritarios. Por ejemplo, “vamos a organizarnos entre todos y tú nos guías”.

6. “Si algo no te gusta, lo mejor es callar y asentir”

“Debemos tener mucho cuidado con este tipo de frases, por lo que esconden detrás”, advierte Martínez, quien señala que esto puede tener consecuencias a la larga en planos sentimentales o sexuales. Véanse los casos de abuso y la nueva Ley de Libertad Sexual. “Hay que educar primero en la seguridad de saber qué nos gusta y cuándo nos gusta, con quién y cómo. En segundo lugar en estar empoderada para decir sí o no, o hasta ahí. Pero sobre todo, nunca callar. Y por último educar a los hombres en escuchar, preguntar y aceptar cualquier respuesta”, detalla.

Alternativas: “Si algo no te gusta, dilo”, “deja claro que no quieres algo”.

7. “Estás más gordita”

Esta frase no solo hace referencia a que se cuestione el físico de las niñas sino también a la gordofobia. “No sabemos si la niña se cuida o no, si le gusta su físico o no. Lo que sí sabemos es lo fácil que se cae en trastornos alimentarios. O sin ir tan lejos, en cómo se aprovecha la industria de la cosmética y de las dietas de mujeres inseguras e insatisfechas con sus cuerpos”, enfatiza la experta. Cada uno tiene un cuerpo distinto, hay diversidad y no hay una norma marcada.

Alternativas: obviar comentarios sobre el físico, para bien o para mal, y potenciar otros aspectos de la personalidad.

8. “Las niñas no dicen palabrotas”

Si no se pueden enfadar, ¡cómo van a poder decir palabrotas! Esto tampoco es digno de ‘señoritas’. Como indica Martínez, “a las mujeres se nos exige autocontrol, buena educación, amor y paciencia. A ellos, no”. “Necesitamos poner en una balanza estos valores y cualidades. Podemos ser pacientes pero también tener derecho a enfadarnos e insultar si la situación nos lleva a ello”, apunta.

Alternativas: si quieres que tu hija no diga palabrotas, tampoco se lo permitas a tu hijo. No es cosa de niños por un lado y niñas, por otro. Ayúdales a gestionar las emociones siendo consciente de que en alguna ocasión los enfados sobrepasan.

9. “Ayuda a limpiar”

“Más que ayudar, repartamos tareas y eduquemos en la corresponsabilidad. Si compartimos casa, cuidar la casa es algo compartido por todas las personas que viven en ella, cada cual en función de su edad y posibilidades. No hay tareas de mamá o de papá, o de mujeres y hombres. Hay tareas comunes que repartimos y son responsabilidad de todos y todas. Es un giro importante”, explica la experta.

Alternativas: hacer partícipe a toda la familia en las tareas con un reparto semanal o mensual e ir rotando. Por ejemplo, “esta semana tú pones la mesa, tu hermano recoge el cuarto, papá lava la ropa y mamá cocina”.

10. “No seas tan bruta”

Esta frase la oyen hasta la saciedad las niñas que quieren disfrutar libremente o jugar a pelearse igual que sus hermanos o sus primos a los que —sorpresa— sí se les permite estos comportamientos. ”Es como si repetimos la frase ‘¡cuidado que te caes!’ constantemente crecemos pensando que nos vamos a caer sí o sí, que somos torpes o que no tenemos esa capacidad de mantenernos en pie. Educar en feminismo es educar en libertad, de ser y hacer lo que queramos, desde la seguridad”, insiste Martínez.

Alternativas: dejarla jugar libremente y que elija lo que prefiere hacer. No cuestionar sus comportamientos.

11. “Para presumir hay que sufrir”

“Nadie discute unos mínimos de salud y de bienestar, pero estos deben ser libres de mandatos de género. Es decir, para mujeres y hombres por igual. Y sin juzgar si no entramos en los cánones hegemónicos de belleza”, indica la pedagoga, quien señala que “todo lo que conlleve sufrimiento es erróneo”. “Hay que buscar otras formas de quererse a una misma y a los otros/as como somos. Respetar las diversidades, entender que los cuerpos son diferentes y bellos”, explica.

Alternativas: no hay necesidad ni de presumir ni de sufrir. La frase ideal sería: “No hay que sufrir para nada. Ni nada ni nadie merece tu sufrimiento”.

12. “Hacer esos deportes es cosa de marimachos”

Esto es básico para educar en el feminismo a los más pequeños. No hay ni juegos ni deportes para niños o para niñas. “Los deportes es un mundo muy machista con muchas etiquetas que y tienen como consecuencia una valoración distinta. Por ejemplo, la poca relevancia social y económica del deporte femenino”, detalla Martínez.  La pedagoga pone el foco en que pronunciar esta frase “sanciona” a quienes rompen lo normativo. “Cuando te sales de o establecido lo recuerdan, mediante el insulto, la agresión, la invisibilización o la estigmatización”, detalla. 

Alternativas: directamente anímala a hacer el deporte que quiera. Ponle ejemplos de deportistas femeninas referentes como la nadadora Mireia Belmonte, la jugadora de baloncesto Amaya Valdemoro, la gimnasta Simone Biles, la levantadora de peso Lydia Valentín o la futbolista Megan Rapinoe.

13. “Con el pelo corto pareces un niño”

“El pelo en nuestra cultura (y en otras muchas) ha sido importante elemento de feminidad. El típico castigo fascista era rapar a las mujeres, o las religiones tapar el pelo de las mujeres. Es también normal que el pelo sea símbolo de resistencia, de disidencia”, explica Martínez. Y sí, en 2020 tu hija puede tener el pelo corto y seguir siendo una niña.

Alternativas: hay modelos, actrices, deportistas y celebrities de todo tipo con el pelo corto. Si piensas que es peor o menos femenina, tienes un problema. Si ves que en el entorno hay rechazo con un “estás guapa con el pelo corto” y enséñale referentes es suficiente.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es